La Misa sobre el Mundo (Teilhard de Chardin)








El desarrollo en nuestra alma de la Vida sobrenatural (fundada sobre la espiritualización natural del Mundo por el esfuerzo humano) es, en definitiva, el terreno en que se ejerce positivamente, y sin limitaciones conocidas, la virtud operante de la fe.

En el Universo, el Espíritu, y en el Espíritu, la región moral, son por excelencia el sujeto actual del desarrollo de la Vida. Ahí es, en esta médula plástica de nosotros mismos, donde la gracia divina se suma a los impulsos de la Tierra hacia donde hay que conducir vigorosamente el poder de la Fe.

Ahí es, sobre todo, donde la Energía creadora nos espera, seguramente, pronta a transformarnos más allá de todo lo que el ojo humano ha visto jamás o escuchado su oído. ¿quién puede adivinar lo que Dios haría de nosotros si tuviésemos el valor de seguir, fiados en su palabra, hasta el límite de sus consejos y entregarnos en manos de la Providencia?...
¡Por amor a nuestro Creador y al Universo, arrojémonos sin titubeos en la fosa del Mundo por venir!.

En resumen, se ve que hay tres características en el logro cristiano tal como lo consigue la Fe:
1.º Se produce sin deformar ni romper ningún determinismo en particular, puesto que los acontecimientos no son derivados (en general) de su curso por la oración, sino entregados en una nueva combinación del conjunto.
2.ª No se manifiesta necesariamente en el plano del logro humano natural, sino en el orden de la santificación sobrenatural.
3.ª Tiene a Dios por Agente principal, Fuente y Medio de sus desarrollos.

Sin esta triple reserva que la distingue claramente de la Fe natural en el modo de acción, la Fe cristiana se nos presenta como una ”Energía cósmica” extraordinariamente realista y comprensiva.

Poesía de San Juan de la Cruz

Monte de Perfección


Para venir a gustarlo todo,
No quieras tener gusto en nada.
Para venir a saberlo todo,
No quieras saber algo en nada.
Para venir a poseerlo todo,
No quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.

Para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas.
Para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes.
Para venir a poseer lo que no posees,
has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.

Cuando reparas en algo
dejas de arrojarte al todo.
Para venir del todo al todo,
has de dejarte del todo en todo.
Y cuando lo vengas todo a tener,
has de tenerlo sin nada querer.

En esta desnudez halla el
espíritu su descanso, porque
no comunicando nada
nada le fatiga hacia
arriba y nada le oprime
hacia abajo, porque está en
el centro de su humildad.
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