Capítulo Segundo
Cultura Laica Judía. Judaísmo originario


Secularización y dinamismo encarnatorio del cristianismo

La teología que dimana del Vaticano II se identifica con el proceso de laicidad o secularización, que se ha agudizado últimamente en el mundo, y se la toma muy en serio. Su propósito es formular el mensaje cristiano según los postulados de la sociedad moderna, con el fin de que pueda captarlo el hombre actual poco sensible al lenguaje religioso.

Para el principal mentor de la nueva teología política europea, Johann Baptist Metz, las tesis teológicas de la secularización y la teología política no se suprimen unas a otras, sino que se completan y corrigen mutuamente. Esta teología, nacida en el torbellino secular que envuelve al mundo, asume serenamente este fenómeno, porque lo considera dentro del dinamismo encarnatorio del cristianismo .

La secularización es un signo de los tiempos que hay que saber leer adecuadamente y aceptar que beneficia al cristianismo, porque en la actualidad la religión no forma parte de la civilización, aunque la Iglesia se resista a creerlo. La sociedad ha dicho adiós a la cristiandad, no al cristianismo, que más que una religión en la que se cree mentalmente es un mensaje para ser vivido. Todo esto hay que tenerlo en cuenta, si queremos presentar de manera auténtica el mensaje cristiano, que es de ayer, de hoy, de mañana y de todos los tiempos, al margen de la religiosidad imperante en cada momento.

En esta reflexión tomo como punto de referencia el libro emblemático del teólogo alemán Johann Baptist Metz Teología del mundo, en el que trata de la comprensión del mundo en la fe a propósito de la secularización. Pero no olvidamos a otros teólogos que defienden las mismas tesis que él, incluso con más énfasis. Así el franciscano Hervé Chaigne habla de la politización de la fe como cristianismo vivido en la historia o cristianismo secularizado.

Este teólogo ve en la secularización actual como el trampolín que nos hará saltar de un cristianismo platónico intemporal a un cristianismo vivido en la historia de los hombres. De lo contrario, Dios, Jesucristo, la Iglesia, la salvación corren el peligro de no ser más que palabras de una vieja tribu. Es más, siente la imperiosa necesidad de que el cristiano sepa hacer la conjunción entre la acción política que le constituye como hombre y como ciudadano con los objetos de la fe, los cuales clarifican y corroboran lo que es verdaderamente según esta acción política.

Las consecuencias que se derivarán de aquí es que, en lo sucesivo, el mismo credo cristiano será vivido de manera muy distinta, esto es, más humana e intramundanamente. El cristianismo será rescatado de la falsa religiosidad que le infundió la metafísica, cuando en la confesión de fe, en la teología y la comunidad eclesial se despierte una auténtica inquietd social.

Lo que importa verdaderamente es optar por "un cristianismo en contacto directo con las realidades económicas y políticas de la vida, frente a un cristianismo, cuya trascendencia se mostraba en desequilibrio con la historia para mejor consagrar y eternizar el orden establecido" . Rezuma en esta teología franciscana la doctrina de Ortega acerca de las virtudes públicas o laicas, de las que nos ocuparemos en la segunda parte del libro.

Entre los valores teológicos de la secularización que más apreciamos hoy, se encuentra el habernos hecho tomar conciencia de que el centro de verificación de nuestra fe está en la atención que prestemos al hombre-mujer, imagen visible del Dios invisible (1 Jn 4; Mt 7, 21). Gráficamente se puede expresar esto diciendo que la secularización nos ha hecho valorar más los templos vivos de carne y hueso, que los templos de piedra, en definitiva templos muertos.

El hombre secularizado de hoy, laico, muy sensible a estos valores, es un hombre que no teme dar un rodeo al templo, pero en cambio se muestra solícito para acudir donde se encuentre un hombre caído. Todos los movimientos actuales de liberación y reivindicación de derechos humanos fundamentales son el mejor ejemplo de ello .

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