La cigüeña sobre el campanario
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La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida
8. Desmitologización y recuperación de la esperanza
En la Iglesia debe haber una función de servicio pastoral, pero en sentido mucho más fraterno que paterno y nunca autoritaria. Es notable en este sentido lo que dice el Papa Clemente I, en su carta a los Corintios, al hacer de mediador en un conflicto entre los fieles y el obispo:
Así pues, a los constituidos por aquellos
(nuestros apóstoles) o posteriormente por
otros hombres eximios como el consentimiento
de la Iglesia toda, a los que han ejercitado
su ministerio para con el rebaño de Cristo
con humildad consciente, pacífica y desinte-
desinteresadamente, según testimonio de todos duran
te mucho tiempo, a tales hombres no creemos
justo desplazarlos de su ministerio.
(Clemente, epístola I a los Corintios 44,3).
El funcionamiento de las estructuras de "poder"
eclesiástico de la Iglesia Católica contemporánea está
demasiado lejos de los orígenes, demasiado en contradicción con ellos.
Sin negar el primado de Pedro, sí hay que afirmar que este primado (como toda la autoridad del episcopado) queda
inexorablemente relativizado por la esclusividad de la primacía de Cristo y la unidad comunitaria de toda la Iglesia, que no puede ser más que fraternidad.
En estas perspectivas se mueve un pasaje de San Agustín
que me ha impresionado mucho:
Esto (decir: "perdónanos nuestras deudas"),
lo hace la Iglesia, bienaventurada a causa de
la esperanza de esta vida trabajosa. Y Pedro
apóstol, en razón del primado del apostolado,
hacía el papel de esa Iglesia por un simbolismo
de la totalidad. Porque en lo referente a sí
mismo, por naturaleza era un hombre como los
demás, por gracia un cristiano como los demás,
por una gracia especial era él mismo el primero
de los apóstoles.
Pero cuando se le dijo: "Te daré las llaves del
reino de los cielos, y lo que ates en la tierra
quedará atado en los cielos, y lo que desates en
la tierra quedará desatado en los cielos" simbo-
lizaba a la Iglesia entera, que esta vida es sa-
cudida por diversidad de tentaciones, como por
lluvias, ríos, tempestades y no cae, porque está
fundada sobre la piedra de la que Pedro recibió
el nombre. Porque no viene "piedra de "Pedro",
sino "Pedro" de "piedra"; como no se deriva el
nombre de Cristo del nombre de "cristiano", sino
el cristiano del nombre de Cristo.
Porque ciertamente si el Señor dijo: "sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia", fue porque Pedro
había dicho: "Tú eres Cristo, el Hijo del Dios
vivo". Edificaré _dice_ mi Iglesia sobre esta
piedra que tú has confesado. Porque la piedra
era Cristo, piedra sobre la que también el mismo
Pedro está edificado. Porque, fundamento, niguno
puede poner otro que el que está puesto, que es
Cristo Jesús.
Por consiguiente, la Iglesia que está fundada en
Cristo, recibió en Pedro de Cristo las llaves del
reino de los cielos,es decir la potestad de ligar
y de soltar los pecados. Porque lo que es en sen-
tido propio la Iglesia en Cristo, eso es simbóli-
camente Pedro en la piedra. Y en este simbolismo
el significado es que Cristo es la piedra y Pedro
la Iglesia.
(San Agustín, In Joannis Evangelium 124, 5;
P.L.35, 1973-74).
Ver: José Mª Díez-Alegría, ¡Yo Creo en la Esperanza!
Desclée de Brouwer 1972
La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida
8. Desmitologización y recuperación de la esperanza
En la Iglesia debe haber una función de servicio pastoral, pero en sentido mucho más fraterno que paterno y nunca autoritaria. Es notable en este sentido lo que dice el Papa Clemente I, en su carta a los Corintios, al hacer de mediador en un conflicto entre los fieles y el obispo:
Así pues, a los constituidos por aquellos
(nuestros apóstoles) o posteriormente por
otros hombres eximios como el consentimiento
de la Iglesia toda, a los que han ejercitado
su ministerio para con el rebaño de Cristo
con humildad consciente, pacífica y desinte-
desinteresadamente, según testimonio de todos duran
te mucho tiempo, a tales hombres no creemos
justo desplazarlos de su ministerio.
(Clemente, epístola I a los Corintios 44,3).
El funcionamiento de las estructuras de "poder"
eclesiástico de la Iglesia Católica contemporánea está
demasiado lejos de los orígenes, demasiado en contradicción con ellos.
Sin negar el primado de Pedro, sí hay que afirmar que este primado (como toda la autoridad del episcopado) queda
inexorablemente relativizado por la esclusividad de la primacía de Cristo y la unidad comunitaria de toda la Iglesia, que no puede ser más que fraternidad.
En estas perspectivas se mueve un pasaje de San Agustín
que me ha impresionado mucho:
Esto (decir: "perdónanos nuestras deudas"),
lo hace la Iglesia, bienaventurada a causa de
la esperanza de esta vida trabajosa. Y Pedro
apóstol, en razón del primado del apostolado,
hacía el papel de esa Iglesia por un simbolismo
de la totalidad. Porque en lo referente a sí
mismo, por naturaleza era un hombre como los
demás, por gracia un cristiano como los demás,
por una gracia especial era él mismo el primero
de los apóstoles.
Pero cuando se le dijo: "Te daré las llaves del
reino de los cielos, y lo que ates en la tierra
quedará atado en los cielos, y lo que desates en
la tierra quedará desatado en los cielos" simbo-
lizaba a la Iglesia entera, que esta vida es sa-
cudida por diversidad de tentaciones, como por
lluvias, ríos, tempestades y no cae, porque está
fundada sobre la piedra de la que Pedro recibió
el nombre. Porque no viene "piedra de "Pedro",
sino "Pedro" de "piedra"; como no se deriva el
nombre de Cristo del nombre de "cristiano", sino
el cristiano del nombre de Cristo.
Porque ciertamente si el Señor dijo: "sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia", fue porque Pedro
había dicho: "Tú eres Cristo, el Hijo del Dios
vivo". Edificaré _dice_ mi Iglesia sobre esta
piedra que tú has confesado. Porque la piedra
era Cristo, piedra sobre la que también el mismo
Pedro está edificado. Porque, fundamento, niguno
puede poner otro que el que está puesto, que es
Cristo Jesús.
Por consiguiente, la Iglesia que está fundada en
Cristo, recibió en Pedro de Cristo las llaves del
reino de los cielos,es decir la potestad de ligar
y de soltar los pecados. Porque lo que es en sen-
tido propio la Iglesia en Cristo, eso es simbóli-
camente Pedro en la piedra. Y en este simbolismo
el significado es que Cristo es la piedra y Pedro
la Iglesia.
(San Agustín, In Joannis Evangelium 124, 5;
P.L.35, 1973-74).
Ver: José Mª Díez-Alegría, ¡Yo Creo en la Esperanza!
Desclée de Brouwer 1972