Recordando a "el padre Llanos": La guitarra en la Celebración



Era el año 1968. Yo regresaba del Perú con un buen puñado de canciones compuestas en Huancayo, en el corazón de los Andes Peruanos.

Muy pronto tuve la suerte de poder participar en las Eucaristías que el padre Llanos celebraba los domingos en la Iglesia del Pozo del Tío Raimundo, a las afueras de Madrid.

Celebraciones cálidas, cercanas, participativas, con canciones de todos, impulsadas por el ritmo y el acompañamiento de una guitarra, mi guitarra española.

Por eso, cuando meses después preparábamos la publicación de mi primer libro de canciones, "El Señor es mi fuerza", desde la Editorial se pensó que el padre Llanos era la persona más indicada para escribir unas líneas a modo de Presentación. Así comenzaba él:

... "Lleva importancia y mucha esta introducción de la guitarra en nuestras asambleas fraternas. Con ella nos llegan nada menos que invitaciones y realizaciones de la intimidad introducida en la Celebración litúrgica.

También hubo aquel tiempo en que la novedad estuvo en introducir el órgano. Era entonces todo lo distinto; con el órgano llegaba la solemnidad. Y no seré yo quien la menosprecie hoy. Esta casa de Dios y de los hombres que hoy nos gusta llamar Casa del Pueblo: esta Casa es también la Casa suya, de Él, anticipada, es decir, maqueta torpe de la Jerusalén definitiva y apocalíptica.

Pero opino que nos habíamos quedado demasiado ahí; el órgano, tan ajeno a la calle y las penas y alegrías de los hombres, nos pretendía elevar, levantar de estas cosas, conducirnos hacia arriba, es decir, con su servicio encerraba un peligro (alguien lo llegaría a llamar alienación), un peligro de no ser nosotros sino los ángeles quienes condujesen el canto.

La guitarra llegapues y bien a punto, fatalmente, cuando el pueblo de Dios quiere ser él el que diga sus cosas al Señor, las suyas, las de cada día, las que son imposibles de decir con tantos tubos y tantos registros, las que expresa humilde y anhelantemente la cuerda de la guitarra humana.

No ha sido pues un acierto; la guitarra se ha introducido como una necesidad, más por encima de los propósitos de nadie, por inspiración, diría yo, de Quien se hizo carne -¿qué instrumento hasta ahora mejor que la guitarra para expresar la "carne"- y decidió habitar entre nosotros.

Pero comprendo la queja, la pega, la resistencia de no pocos que dicen: la guitarra precisamente por venir a servir a la intimidad no casa ni puede hacer nada a la hora de elaborar asamblea. Cierto, ciertísimo si de asamblea simplemente humana se tratase.

Pero... se trataba, se trata aquí y ahora, de una asamblea singular, de una asamblea que no se propone nada menos y nada más que elaborar el proyecto más ambicioso y casi utópico de toda la proyección humana: hacer el "un solo corazón y una sola alma", de lo que nos habla la primera y más antigua iglesia. Tal pretensión no podía tener otro instrumento que la guitarra, que es grito de intimidad, tan sólo ella.

Hasta aquí se había insistido en que al templo se venía a alabar a Dios -lo cual es cierto, tanto como indispensable- pero se había dejado un tanto preterido que se venía a hacer el servicio de la alabanza amasando a los hermanos en una sola voz que partiese de un solo corazón. Cuando caímos en la cuenta del "olvido" hubo que acudir fatalmente a la guitarra.

... Y se trata de vivenciarnos como Asamblea del Pueblo y cantar nuestras canciones cociéndonos un solo corazón... Pero todos -esto es fundamental-; sin el menor oyente que vaya entonces a la Casa para escuchar, gozar y decir que hace bonito.

Todos, porque a la verdad y en este tiempo lo necesitamos con urgencia... Hoy lo que hay que cantar al son de esta guitarra -intérprete por demás, única, excepcional del dolor de todo hombre- hoy lo que hay que cantar con tanta pupa como esperanza es esto: "Los sufrimientos y esperanzas, los trabajos y dolores de nuestro mundo, que sangrando va hacia Ti"...

José María de Llanos (1906 -1992)

Por todo esto he querido traer hoy este recuerdo del padre Llanos, de aquellas Eucaristías del Pozo, de sus reflexiones y palabras.

Lo que pasa es que ha llovido mucho desde entonces.

Poco a poco fueron apareciendo pequeños grupos que se autoproclamaron como los nuevos monopolizadores del canto. Empezaron a cantar para la Asamblea, como si se tratase de un concierto, pero no con la Asamblea, que era condenada así al más triste de los silencios.

Lo lamentable es que esta tendencia se ha ido extendiendo a lo largo de los años y hoy mismo es una penosa realidad en muchas de nuestras iglesias.

Sin embargo, es necesario tener presente y reivindicar con fuerza que la guitarra se incorporó a la Celebración precisamente para acompañar el canto de todos, para unirse al ritmo del caminar de nuestro pueblo, que unas veces avanza lentamente, haciéndonos eco de esta Humanidad que sufre, y otras con esa alegría profunda de quien vislumbra en el horizonte la Nueva Tierra y los Cielos Nuevos.
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