Infalible es Dios, es infalible la iglesia de los pobres 150 años de infalibilidad: ¿Dogma escandaloso o profecía de salvación?

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El Jesús histórico de los evangelios sinópticos no fue diciendo por ahí "soy infalible", ni "lo que yo digo ex cathedra no puede reformarse",  sino que iba curando a los enfermos, acogiendo a los excluidos y ofreciendo a todos la promesa de la vida de Dios

Precisiones sobre la Infalibilidad del Papa | Ortodoxia Católica

    Hace 150 años (18.07.1870), en el Concilio Vaticano I, el Papa Pío IX proclamó el "dogma" de su infalibilidad, que  fue y sigue siendo para  muchos una piedra de tropiezo, el escándalo grave de la Iglesia católica

 El Jesús histórico de los evangelios sinópticos no fue diciendo por ahí "soy infalible", ni "lo que yo digo ex cathedra no puede reformarse",  sino que iba curando a los enfermos, acogiendo a los excluidos y ofreciendo a todos la promesa de la vida de Dios. No le podemos imaginar definiendo un dogma así, como en la imagen 1, donde el Papa recibe directamente el rayo de la luz/verdad del Espíritu Santo (como si fuera una Virgen María), sentado en la sede suprema del poder, concibiendo al Hijo de Dios.

     Pero el evangelio de Juan,retomando en otro plano la vida de Jesús (amor a los pobres, comunión de todos, luz de Dios en el camino de la historia), proclama por boca de Jesús: Yo soy, la verdad, el camino y la vida (Jn 15, 4). Quizá el papa Pio IX  quería decir lo mismo, cuando afirma que la Iglesia es infalible  cuando habla "ex cathedra", es decir desde la cátedra (en nombre) de las víctimas, de los crucificados y los pobres, queriendo vincular desde los pobres a todos los cristianos (católicos, protestantes, ortodoxos), en contra de unos poderes del templo y del imperio que son falibles y perversos pues condenan a muerte a Jesús con los pobres y excluidos de la historia. 

El retrato del Papa Pío IX (1846 - 1878) - Museo Histórico Domínico

El papa Francisco: "El mundo entero está sufriendo y tiene que ...

Imagen 2: Pio IX: La tradición (=iglesia) soy yo. Imagen 3: Francisco: La iglesia es de los pobres y para los pobres

En esa línea, creo que el escándalo de este dogma puede y debe convertirse en profecía de esperanza,  en medio de una humanidad que parece condenada a muerte... La forma en que Pío IX proclamó el dogma, hace hoy 150 años, nos puede parecer poco apropiada (¡es para muchos escandalosa) pero en su fondo hay quizá una profecía necesaria de esperanza: Si no creemos en la "infalibilidad" del mensaje de Jesús y de los pobres (excluidos) de la sociedad actual moriremos todos (como ha dicho Francisco en Laudato si, 2015). Así quiero mostrarlo en lo que sigue:   

 El texto del Dogma. Pio IX,  Concilio Vaticano I [1]

...con la aprobación del Sagrado Concilio, enseñamos y definimos ser dogma divinamente revelado:

 que el Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando, ejerciendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, en virtud de su Suprema Autoridad Apostólica, define una doctrina de Fe o Costumbres y enseña que debe ser sostenida por toda la Iglesia,

posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres.

Por lo mismo, las definiciones del Obispo de Roma son irreformables por sí mismas y no por razón del consentimiento de la Iglesia. De esta manera, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de contradecir ésta, nuestra definición, sea anatema.  (Pío IX,  Constitución Dogmática Pastor Æternus,  18 de julio de 1870. Cf. Denz-H., 3074).

 UN DOGMA ESCANDALOSO

Qué pasaría si todas las bombas nucleares del mundo explotasen al ...

Parece un dogma extraño, a contrapelo de la modernidad, que había levantando un monumento a la «razón» del hombre se cree poderoso e infalible por haber inventado la bomba atómica (imagen 3). Muchos dicen que la razón humana (constructora de bombas atómicas) es infalible, mientras que el Papa Pío IX y su dogma de la infalibilidad son unos primitivos,casi trogloditas. 

Muchos  añaden que este dogma del papa es propio del hombres que acaban de salir de las cavernas antiguas (o de bajar de árboles ancestrales)... Ellos, en cambio, están dispuestos a creer en la infalibilidad de las  armas atómicas o de su tipo de vida al servicio del puro poder y del dinero Pues bien,en contra de esa infalibilidad arrogante y mortal (mortífera) del poder conquistador, los "padres" del Vaticano I afirmaron que sólo es infalible la "comunidad de los pobres", la Iglesia de los seguidores de Jesús...

     Sea como fuere, a pesar de lo que seguiré diciendo, parece que aquel Papa y Concilio se oponían, de manera escandalosa, al despliegue trabajoso de la razón humana, con la búsqueda compartida de la verdad y la autonomía del pensamiento humano. En esa línea se ha dicho, y, en un sentido, puede decirse que la proclamación del dogma, precisamente el año 1870 (con la victoria de Alemania sobre Francia y la caída de los Estados Pontificios) era un escándalo:

  1. La iglesia católica y el Papa rechazaba de un modo directo a la autonomía del hombre de la modernidad, a la democracia, al pensamiento compartido... como diciendo, en contra de todo el espíritu de la Ilustración, que sólo ellos (Papa y obispos) tenían el monopolio de la verdad, como si dijeran: nosotros tenemos la respuesta a todos los problemas.  Eso era un escándalo para el "buen" pensamiento liberal moderno.
  2. La iglesia católica y el Papa se encerraban en un tipo de pasado... queriendo conservar y ratificar su autoridad suprema en un momento en que estaban perdiendo toda autoridad política, intelectual y social.  La nueva humanidad triunfante se separaba de la Iglesia... y la iglesia, en un gesto desesperado, respondía condenando a modernidad. 

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  3. Muchos pensaron que el Papa de la infalibilidad decía no sólo "yo soy la Iglesia" (la comunidad de salvación), sino también yo soy la Verdad... en un estilo de absolutismo propio de reyes como Luis XIV de Francía que podían decir "yo soy el Estado, yo soy el Poder...". Algunos dijeron entonces que ese dogma era no solo escandaloso sino (lo que es peor) ridículo. Parecía que la Iglesia del Papa estaba cavando su propia tumba.
  4. Esa declaración de infalibilidad... asume y ratifica (culmina) una deriva autoritaria de la Iglesia católica de Roma, que había comenzado en el siglo XI (reforma gregoriana) y se había fortalecido en el tiempo de la reforma protestante (siglo XVI). Combatida por todas partes, la Iglesia se encerraba en su castillo medieval y absolutista, condenando a todos los demás y diciendo "yo soy infalible, el Papa tiene siempre la última palabra..."-

Y SIN EMBARGO, ESE DOGMA PUEDE SER PROFECÍA DE ESPERANZA

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   Una reflexión introductoria. Si la Iglesia católica supone que su Papa es infalible en línea de poder e interpreta esa infalibilidad como un privilegio que le permite situarse sobre las restantes instituciones o movimientos religiosos, no sólo se opone a su historia, volviéndose peligrosamente orgullosa, sino que niega el evangelio, rechaza a los pobres y se alza contra Dios. La iglesia «católica»  sólo puede hablar de infalibilidad cristiana allí donde, renunciando a ponerse por encima de las restantes iglesias, religiones o culturas, mantiene su anuncio de Reino a favor de los más pobres, compartiendo su vida con ellos (que son los infalibles), en comunión de búsqueda las religiones e iglesias, con todos aquellos que ponen su vida al servicio de la fraternidad y justicia entre los hombres.

La infalibilidad de la iglesia (es decir, de todas las iglesias en cuanto comunidades de Jesús) significa que la historia humana tiene un sentido, que la marcha del hombre no son sendas que se pierden en un bosque sin fin y sin salida, en algún rincón de un cosmos sin alma ni sentido. Eso significa que la iglesia tiene que decir al mundo, con su propia vida, que el mundo tiene un sentido y tiene que caminar así con las demás instituciones religiosas o sociales, no para imponerse sobre ellas o darles lecciones, sino para compartir gozosamente la vida con ellas, en diálogo y búsqueda común, porque sólo en el diálogo y búsqueda se expresa la verdad infalible del Dios que es vida compartida, en comunión con los más pobres.

 En un mundo en el que muchos (políticos conquistadores, científicos y dueños del capital...) se sentían infalibles y actuaban de un modo consecuente... en un mundo en el que otros muchos afirmaban que todo es relativo y nada firme... la Iglesia  (en este caso la Católica, en el fondo todas las iglesia) se atreve a declarar la infalibilidad del evangelio de Jesús y de los pobres a quienes él ofrecía el Reino de Dios.    

Desde el mensaje y vida de Jesús, os obispos del Vaticano I buscaban otra verdad, más allá de los límites y riesgos de la pura Ilustración (que, siendo muy positiva, puede convertirse en principio impositivo, como han mostrado las barbaries del siglo XX: nazismo, estalinismo, capitalismo), y así apelaron a la infalibilidad de Jesús, es decir, del evangelio, no para oponerse a la razón (que ellos defendían), sino para fundar la verdad racional sobre la gracia. Por eso, definieron al mismo tiempo dos «dogmas» o principios, que se encuentran implicados:

La infalibilidad del Papa (de la Iglesia, de los pobres) como profecía de vida

LA INFALIBILIDAD DE LA IGLESIA. Respuesta a Hans Küng de KARL ...

1 Iglesia (aquí hable en especial de la iglesia católica,  pero lo que digo de ella quiero decirlo de la iglesia ortodoxa y de las iglesias protestantes, que entienden la inhabilidad de otra manera) es infalible en la medida en que renuncia a serlo de un modo impositivo, dejando de situarse por encima de otras confesiones cristianas o de otras religiones y, sobre todo, por encima de los pobres. Ella es infalible solamente en la medida en que recibe el don de amor de Dios y lo comparte en actitud dialogal (Hech 15, 28), en gesto de servicio a los pobres, sin condenar a nadie, rechazando toda imposición violenta, toda superioridad racionalista, legalista o política. Sólo es infalible si mantiene la experiencia y mensaje de Jesús: si evangeliza a los pobres y ofrece esperanza a los excluidos del sistema, en gratuidad, no por fuerza.

2. La infalibilidad está en la escucha dialogada y compartida de la Palabra, al servicio del mensaje de Jesús. La iglesia es infalible en la medida en que no dicta nada desde arriba. Si quisiera ser infalible en clave de poder se equivocaría; si dijera "yo soy infalible, tú no lo eres" sería soberbia y no cristiana. Un Papa que d¡ dijera «mi iglesia es infalible, las  están equivocadas sería un dictador o un enfermo. En contra de eso, la infalibilidad del Papa (de cada uno de los cristianos y los hombres que se mantienen en gesto de escucha y comunicación amorosa) sólo puede entenderse en perspectiva de pobreza agradecida, allí donde los hombres y mujeres se saben amados por Dios y descubren que pueden responder amando (amándose entre sí, al servicio de la vida), en un diálogo en el que pueden ponerse de acuerdo porque el mismo Dios Padre lo anima y fundamenta (cf. Mt 18, 19).

3. El dogma de la infalibilidad expresa el poder de la impotencia y la razón de una gracia que está por encima de toda las razones impositivas. En el fondo de ese dogma está latiendo la verdad de la luz amorosa que el evangelio ha expresado de forma lapidaria: "Gracias te doy Padre... porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los pequeños...". (Mt 11, 25-27). Esta es la infalibilidad de la pobreza y de la pequeñez del hombre, abierto al don del Padre, la infalibilidad del Dios de Jesús que ha creado a los hombres para la vida y que no puede permitir que se destruyan para siempre.

4.  Sólo quien renuncia a tener razón y a dominar sobre los otros a través de sus razones «superiores» puede ayudarles; sólo quien renuncia a imponer su razón es (puede ser) infalible. De esta forma descubrimos que hay algo más poderoso que el poder: el amor creador. Hay algo más verdadero que la razón demostradora: la verdad de la gracia, que puede expresarse en una iglesia concreta donde los cristianos (y de un modo concreto su Papa) renuncian a mantener su razón particular e impositiva, para buscar con los demás el reino de Dios.  

CONTRAPUNTO HISTÓRICO

Editorial Trotta - Historia y futuro de los papas | Xabier Pikaza ...

 En sentido estrecho, el papado ha sido poco racional y muy falible.

El Vaticano I decía confiar en la razón, pero hay pocas instituciones importantes que se hayan opuesto a la razón más que el papado de la iglesia católica, en su magisterio normal, en línea de política y cultura, en los últimos siglos (del 1600 al 2000). Casi hasta mediados del siglo XX, los Papas han rechazado la libertad religiosa, se han opuesto a la democracia, han condenado el liberalismo y el progreso, han negado los derechos humanos, han criticado la autonomía de la prensa etc. etc. Además, el Papado promovió en otro tiempo las guerras de religión, instituyó inquisiciones, quiso convertir a los «infieles» con la ayuda de la espada de los «reinos católicos» (España y Portugal), persiguió a los herejes... En esa línea, siempre que ha tomado la verdad como objeto de posesión y de poder sagrado, ha sido muy falible en temas concretos de fe y costumbres[3].

Como representante de una razón del mundo... la iglesia papal de los últimos siglos ha sido ha sido bastantes veces muy poco racional muy falible...  Ha dicho que el hombre puede buscar a Dios por la razón... y eso es bueno, pero ella ha impuesto muchas veces un tipo de racionalidad impositiva y violenta. 

Pero, en otra línea, la Iglesia ha sido y puede ser infalible porque, a través de caminos tanteantes y equivocaciones  ha venido expresando y concretando a lo largo de la historia el proyecto de Jesús, es decir, la llamada del Reino. Entendida así, la infalibilidad del Papa se identifica con la infalibilidad de la Iglesia (católica, protestante, ortodoxa...) y de toda la humanidad y en ese sentido ratifica un elemento esencial del evangelio, pues mantiene su esperanza y ofrece la garantía del sentido de la vida humana.

 LA INFALIBILIDAD DEL PAPA ES LA MISMA DE LA IGLESIA

 La declaración del Vaticano I sostiene que el Papa tiene la misma infalibilidad de la iglesia, es decir, la de todos los cristianos (y en el fondo la de todos los hombres).   Por eso, lo que importa no es la infalibilidad del papa por aislado, sino la infalibilidad del Evangelio, del mensaje y camino de Jesús que se expresa en las diversas iglesias históricas.

La Iglesia de Roma no es infalible por encima (o en contra) de otras iglesias o religiones, sino con ellas, en gesto radical de pobreza (renuncia a todo poder), de gratuidad (renuncia a toda imposición), en diálogo de amor, desde los más pobres, que son en el fondo los únicos infalibles, porque les ama Dios en Cristo y porque les sostiene el Dios que es infalible en su elección y en su llamada, en el despliegue de su gracia creadora.

LA INFALIBILIDAD DEL AMOR GRATUITO, LA INFALIBILIDAD DE LA VÍCTIMAS

La infalibilidad de la iglesia es la infalibilidad el amor gratuito, es decir, el poder del no-poder y la verdad del no-juicio. Eso significa que el Papa tiene la suprema potestad allí donde supera o abandona toda potestad. De esa forma puede definir la verdad infalible en la medida en que renuncia a cualquier infalibilidad propia que vendría a situarle, de forma impositiva, por encima de los otros.

El Papa, es decir, la Iglesia Universal, como representante de los pobres de Jesús, no puede equivocarse totalmente, según el evangelio, porque los pobres que acogen el amor de Dios y responden con amor no se equivocan (porque el Dios infalible les ama). De esa forma puede expresar la comunión de esperanza y palabra compartida que se encuentra vinculada a la experiencia pascual de Jesús, tal como aparece en las bienaventuranzas y en la entrega a favor de los demás. Tiene la infalibilidad de la iglesia, es decir, de los pobres e impotentes, que de esa forma quedan en manos del poder y la verdad de Dios. Tiene la infalibilidad del amor que siempre permanece y nunca cesa, mientras acabarán las profecías, cesarán las lenguas y terminará el conocimiento de aquellos que se piensan sabios en el mundo (cf. 1 Cor 13, 8).

Sólo esa iglesia, que se identifica con los crucificados de la historia, buscando desde la periferia del poder del mundo el futuro de la humanidad, en amor concreto y entrega a los pobres, puede ser y es infalible. No lo es porque sabe más en plano de ciencia, ni porque puede más en línea de organización o autoridad dominadora, sino porque quiere transmitir el mensaje del reino a los pobres (¡ellos son los infalibles!) y porque quiere mantenerse en diálogo de amor concreto, a través de un gesto de perdón y no-juicio que lleva en sí la garantía de la vida perdurable, por pura gracia, sin imponer a nadie su imperio o su certeza.

LA INFALIBILIDAD COMO PROFECÍA DE LA VIDA

Esta declaración de infalibilidad, que el Vaticano I ha centrado en el Papa, como signo de una iglesia que promueve el evangelio de los pobres, ha de entenderse como expresión gozosa de vida y esperanza, que se vincula al mensaje del Reino y a las bienaventuranzas. Ella nos dice que, siguiendo a Jesús, la humanidad no marcha a la deriva, sin conocer de dónde viene ni hacia dónde se dirige, sino que forma parte de un camino abierto por Dios hacia el futuro de Cristo, de manera que ella, la humanidad en la que habita Cristo, en medio de sus múltiples equivocaciones, no puede equivocarse. Ese es el lugar donde se expresa la profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios, por encima de las mismas infidelidades de la historia (cf. Rom 11, 33), porque la Palabra, es decir, la presencia creadora de Dios permanece para siempre. «Cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mc 13, 31). Éstas son las notas de la infalibilidad de la Iglesia de los pobres, representada el papa:

1.  La infalibilidad pertenece a la iglesia de Dios, de manera que ella ha de entenderse, antes que nada, como una afirmación sobre el Dios  de amor encarnado que es infalible amando a los hombres. Un Papa que hablara por si mismo y no en nombre de los pobres, llamados por Jesús al Reino (como si él tuviera la Palabra y los demás no la tuvieran), un Papa que organizara las cosas desde arriba e impusiera su dictadura espiritual sobre los creyentes, no sería infalible según Cristo sino todo lo contrario, un hombre no sólo falible sino equivocado, opuesto al evangelio, opresor de otros hombres.

Por eso, el Vaticano I afirma que el Papa tiene la misma infalibilidad de la iglesia universal (católica-protestante-ortodoxa), conforme a la verdad del evangelio, al servicio de los pobres y de la palabra compartida, en diálogo de libertad (de mesa común), como ha formulado Hech 15, 28, para garantizar la salvación de los gentiles, antes expulsados de la gracia mesiánica: «Nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros». Entendida así, la infalibilidad no es más que la expresión de la presencia del Espíritu de Dios (de Cristo) en la experiencia de amor y en la esperanza de los pobres.

2. Ésta es la infalibilidad de los pobres. No es la verdad de un individuo separado que enseña desde arriba a los demás (porque tiene más conocimiento), sino la de todos los que aceptan el don de la vida, sean o no seguidores explícitos del Cristo, siempre que sean solidarios con los crucificados y expulsados del sistema. Precisamente ellos, los marginados de la humanidad (de los que habla Mt 25, 31-46), cristianos o paganos, hacen la iglesia infalible. Sólo allí donde regalan la vida y la comparten con los pobres, los hombres y mujeres son de verdad infalibles.

Sólo porque los pobres (los excluidos, las víctimas) son portadores de «verdad y futuro» podemos hablar de una infalibilidad de la iglesia, que no se expresa en unas proposiciones declaradas por la fuerza, en unos dogmas ya fijados de manera intemporal, sino en el valor definitivo del mensaje de Jesús, es decir, en el sentido de la obra creadora de Dios. Es la infalibilidad de los crucificados de la historia, no la de unos poderes o instituciones que pudieran elevarse sobre los demás, como si unos pocos sabios (de tipo platónico) o un Papa más dotado conociera cosas que otros ignoramos.

3. Ésta es la infalibilidad de la vida compartida, es decir, de la iglesia católica, no la de unas proposiciones racionalistas, que podrían separarse de la vida de los hombres y mujeres concretos de la historia humana. Es la infalibilidad de camino mesiánico, tal como Jesús lo ha expresado, haciendo posible que unos hombres y mujeres (unidos a los pobres y expulsados) puedan vivir con la certeza de que están abiertos al Reino de Dios. Unas proposiciones que pretendan ser verdaderas para siempre (sin cambio alguno), separadas de una comunidad que las comparte y proclama acaban siendo siempre falsas.

4. Sólo en este contexto recibe su sentido la palabra ex cathedra, que alude al hecho de que el Papa no habla como un simple particular, sino en nombre de la iglesia «católica», desde un espacio de encuentro que se abre a todos los creyentes, en la cátedra o silla del diálogo universal cristiano, al servicio del anuncio del evangelio. Jesús fue infalible en su entrega por el reino. Así pueden ser y son infalibles los creyentes, en unión con expulsados y enfermos, a quienes proclaman la buena noticia, conforme al mensaje de Jesús: «Bienaventurados vosotros, los pobres (cristianos o no) porque es vuestro el reino de los cielos».

5. Esta es una infalibilidad dentro la falibilidad de la historia. Una verdad humana que quisiera situarse fuera del camino de la historia no sería nunca verdadera[5].

La infalibilidad de Jesús y de los suyos no puede situarse más allá del tiempo, sino en el mismo proceso de un tiempo hecho de entrega a favor de los demás. Si alguien pretende tener la verdad para siempre, por encima de los otros, separándose así de su historia de sufrimiento y esperanza se convierte en dictador y mentiroso.

6. Sólo puede ofrecer la verdad de Jesús quien asume el riesgo de la vida, la posibilidad de equivocarse, en un camino donde no existe más dogma que la gracia, ni más «costumbre cristiana» que la entrega de la vida a favor de los otros, desde la esperanza del Reino de Dios. En ese sentido, sólo puede ser infalible una iglesia que acepta su radical falibilidad, siempre que se abra a la esperanza, desde los pobres y expulsados del sistema. No estará de más recordar que una visión inmovilista y doctrinaria de la infalibilidad no podría aplicarse a varias afirmaciones de Jesús (sobre la llegada inminente del Reino) que, en su sentido externo, no se cumplieron. Jesús fue infalible en el don del amor y en la entrega de la vida, pero insertándose dentro de la falibilidad de la historia. En esa misma línea decimos que es infalible la iglesia[6].

NOTAS

[1] Cf. L. M. Bermejo, Infallibility on trial: Church, conciliarity, and communion, Westminster, Maryland 1992A. B. Hasler, Cómo llegó el Papa a ser infalible, Planeta, Barcelona 1980; H. Kung, ¿Infalible?: una pregunta, Herder, Buenos Aires 1972; Respuestas a propósito del debate sobre "infalible: una pregunta", Paulinas, Madrid, 1971; Ch. Ohly, Sensus Fidei Fidelium: zur Einordnung des Glaubenssinnes aller Gläubigen in die Communio-Struktur der Kirche im geschichtlichen Spiegel dogmatisch-kanonistischer Erkenntnisse und der Aussagen des II. Vaticanum, EOS, St. Ottilien 1999; K. Rahner (ed.), La infalibilidad de la Iglesia: Respuesta a Hans Küng, Ed. Católica, Madrid 1978; B. Sesboüé, El magisterio a examen: autoridad, verdad y libertad en la Iglesia, Mensajero, Bilbao 2004; G. Thiels, L'infaillibilité pontificale: source, conditions, limites, Duculot, Gembloux, 1969;AAVV, «Verdad y Certeza, en Torno al Tema de la Infalibilidad»: Concilium 81, 82, 83, Cristiandad, Madrid 1973.

[2] Ha planteado nuevamente el tema, desde la perspectiva del conocimiento de Dios, G. Sgubbi, Dio di Gesù Cristo, Dio dei filosofi. Il cristico e el critico, EDB, Bologna 2004. En el fondo sigue estando toda la temática, planteada quizá de un modo sesgado, pero importante por Juan Pablo II, Fides et Ratio (1998).

[3] Bastará con recordar otra vez a J. L. González Faus, La autoridad de la verdad: momentos oscuros del magisterio eclesiástico, Herder, Barcelona 1996.

[4] En se contexto se puede situar, y reinterpretar, la encíclica de Juan Pablo II, Fides et Ratio (1998). Cf. J. Prades (ed), La razón creyente: actas del Congreso Internacional sobre la Encíclica "Fides et Ratio" (Madrid, noviembre 2000), San Dámaso, Madrid 2002.

[5] K. Popper y otros filósofos afirman que sólo pueden ser verdaderas unas proposiciones que pudieran ser «falsadas», es decir, criticadas y superadas, dentro de una historia que es infalible precisamente en su frágil camino de búsqueda y tanteo siempre falible. Cf. A. Domingo Moratalla, El arte de poder no tener razón. La hermenéutica dialógica de H. G. Gadamer, Pontificia, Salamanca 1991.

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