¿Dar al César lo que es del César... o devolverle "su" dinero?

Expuse el Domingo del Ramos (30, 03, 12) el tema del dinero del templo, que Jesús derramó por el suelo. Avanzando en esa línea hoy quiero tratar del dinero del César,según el famoso dicho: Devolved al César lo que es César y(dad) a Dios lo que es de Dios.

-- Jesús "derriba" el dinero del templo,las finanzas sagradas, hechas con el siclo/shekel de Tiro, que hoy sería una especie de "Fondo monetario internacional" (regulado por agencias Moody, Fitch, Lemaitre etc.
-- Jesús manda devolver al César su dinero, que era esencial para la política internacional del Imperio.



Ambos "dineros" eran semejantes, pero la actitud de Jesús ante ellos empieza siendo distinta:
-- En un caso "derriba" las monedas (templo), al parecer con ira;
-- En el otro se limita a decir que se "devuelvan" al César (si hubiera derribado las monedas imperiales le habrían matado en el acto).

De todas formas, en ambos casos, nos hallamos ante un testo radical, aunque muchos cristianos lo hayamos olvidado. Será bueno que sigamos evocando el tema, ante la Gran Plaza o Puerta del Sol, que es la vida humana, y en especial el cristianismo.

Un Jesús discutido.

Lc 23, 1-2 afirma que a Jesús le acusaron por oponerse a los tributos, apareciendo así no sólo como un indignado, sino como un insumiso en Jerusalén. Así dicen:

-- Va levantando al pueblo: Rompe el orden establecido por el imperio (que quiere controlarlo todo)
--se opone al tributo (es decir, no acepta el orden económico de Roma, al servicio del poder establecido)
--se hace rey (recuerda que todos los hombres son reyes, soberanos).


Recordemos que los sacerdotes han pactado con Roma en torno a los tributos: Dan al César lo del Cesar (administración imperial) y a Dios lo que es de Dios (gestión del templo), como hará una Iglesia posterior, interpretando así las palabras de Jesús («Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios»; cf. Mc 12, 17), en la línea de la glosa de Rom 13, 1-7.

En ese contexto se entiende el texto clave en el que Jesús aparece no sólo como indignado, sino como insumiso:

-- Ciertamente, él no va a tomar por la fuerza la Plaza de la Puerta del Sol (que es de todos, aunque está regulada por el César de turno);
-- Pero es un indignado porque se opone al mal orden de sacerdotes y gobernadores, y es insumiso porque se opone al dinero/denario del César...


El tema es: ¿Qué se puede hacer derribando por el suelo el dinero del Templo y devolviendo al César "su" dinero?
Podrá verlo quien siga leyendo.


Texto: Devolved al César…

– Y le enviaron entonces unos fariseos y unos herodianos con el fin de cazarle en alguna palabra. Llegaron éstos y le dijeron: Maestro, sabemos que eres fiable y que no te dejas influir por nadie, pues no miras el rostro de las personas, sino que enseñas con verdad el camino de Dios. ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?
– Él, dándose cuenta de su hipocresía, les contestó: ¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que lo vea. Se lo llevaron, y les preguntó: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le contestaron: Del César. Jesús les dijo: Devolved al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
– Y se admiraron de él (Mc 12, 13-17) .


El contexto supone que Jesús está discutiendo con los miembros del sanedrín, en especial con los sacerdotes (Mc 11, 27–12, 12; cf. cap. 27), a quienes ha vencido. Por eso, ellos, no atreviéndose a enfrentarse más con él, envían una coalición de herodianos (partidarios del orden imperial) y fariseos (reguladores del orden religioso), a fin de tentarle. Marcos supone que esa unión se había fraguado en Galilea donde fariseos y herodianos se juntaron para oponerse a Jesús (cf. Mc 3, 6), y que Jesús pedía a sus discípulos que no se contagiaran con su levadura, interpretada como política de pactos de tipo político y religioso (Mc 8, 15).

Impuesto del César, impuesto revolucionario

Pues bien, fariseos y herodianos retoman ahora la disputa de los celosos-celotas de Judas Galileo y de Sadoc (cf. cap. 1), que se alzaron en torno al 6 dC (tras la deposición de Arquelao), rechazando el censo y los tributos al César (cf. F. Josefo, Bell 2, 118; Ant 18, 3-9.23) :

a. Los celotas "revolucionarios"(Judas y Sadoc) negaban el impuesto a Roma, porque a su juicio sólo había un Señor, el Dios de Israel. Puede suponerse que, por lógica política, unos celotas triunfantes habrían rechazado los impuestos imperiales (con sumisión “religiosa” a Roma), para acabar creando otros impuestos al servicio de su Estado. Por eso, en principio, el conflicto no era entre «impuesto sí o no», sino entre partidarios del impuesto imperial o del celota. Para unos, el bueno sería el celota, para otros sería el imperial, con dominio de los poderes establecidos.

b. Los sacerdotes del templo habían pactado con Roma, tras la deposición de Arquelao (6 dC), aceptando el impuesto imperial, pero sólo en un plano político, pues pensaban que no suponía un sometimiento al “dios” del imperio. Permitían un dinero del César, al servicio del orden social establecido (como la glosa de Rom 13, 1-6); pero podían añadir que hay un plano más alto, donde rigen «las cosas de Dios» (las del templo) que también necesitan su dinero. Había, por tanto, dos dineros, distintos, pro comparables.

Devolver el denario al César. Una palabra fundamental

La respuesta de Jesús tiene un carácter parabólico y sólo puede entenderse desde la totalidad de su proyecto. Es lógico que los exegetas no se pongan de acuerdo al comentarla. Las reflexiones que la vinculan a la sentencia sobre Mamón (cf. cap. 19). Los adversarios (fariseos y herodianos) quieren “cazarle” (Mc 12, 13), pues cualquier cosa que diga se podrá emplear para acusarle a los (si dice no) o gran parte del pueblo (si dice sí). Es evidente que no lo han conseguido (no ha dicho “sí” ni “no”), y en esa línea se debe entender su respuesta, que se sitúa en un plano más alto:

1. Más allá del dinero celota. La respuesta de Jesús está cerca de los celotas (pues él también rechaza el tributo al César), como han visto sus acusadores ante Pilato (cf. Lc 23, 2). Pero los celotas lo rechazan con una oposición violenta: Frente a los malos tributos del César estarían los buenos tributos revolucionarios, para el ejército (política) de Dios. En contra de eso, Jesús se sitúa en un plano de transformación más honda, superando un tipo de economía social, militar y religiosa vinculada a los tributos. No se trata de quitar dinero al César para dárselo a los rebeldes judíos, sino para crear una alternativa social, sin dinero.

2. Más allá del dinero sacerdotal. Al decir que “devuelvan” (apodote) al César lo que es del César y… a Dios lo que es de Dios (sin apodote), Jesús no está evocando dos planos paralelos, dos poderes y monedas, en la línea de los sacerdotes (tributo al César y tributo a Dios). No hay dos reinos, cada uno a su nivel (uno de los sacerdotes en Jerusalén, otro del César en Roma), sino uno solo, el de Dios, como humanidad reconciliada, sin tributos. Por eso, al decir a los suyos que devuelvan el denario al César, Jesús les invita a liberarse del dinero, para así ocuparse de las cosas de Dios en un plano más alto, sin necesidad de dinero .

3. Alternativa mesiánica. La respuesta de Jesús («devolved al César, “dad” a Dios...») implica una ruptura radical, no “contra”, sino “sobre” Roma, para crear una humanidad de Reino, que no se estabilice como Imperio militar, ni se concrete en los tributos. En esa línea, él quiere que sus discípulos y amigos no paguen más dinero al César, no porque lo retengan para ellos (o para un tipo de Estado Judía), sino porque lo devuelven, no para iniciar una guerra, venciendo al dinero del César con otro más fuerte, sino creando una Humanidad sin dinero ni tributos .

4. Reino de Dios, más allá del dinero. Jesús sabe que hay dinero, y que es importante (dracma de mujer, donativo de la viuda etc.: Lc 15, 8; Mc 12, 42), pero sabe que las cosas de Dios se sitúan por encima (fuera) del tributo o denario/dinero del César (cf. Mc 12, 15). El Reino de Dios es gratuidad y no puede comprarse o venderse con dinero (cf. 14, 5-7). Por buscar y promover un Reino que desborda el nivel del dinero, Jesús no ha debido enfrentarse sólo con Roma (Imperio), sino con los sacerdotes ante quienes llega sobre un asno prestado, para anunciar el fin de un templo cuyo signo más visible son las monedas de los cambistas con los animales para los sacrificios (cf. Mc 11, 15-17 par) .

5. El dinero, centrado en sí mismo, se vuelve Mamón, Anti-Dios, ídolo supremo. No es diabólico por ser del César, como piensan algunos celotas o sicarios, que quieren elevar su economía de moneda “buena”, tras vencer a Roma, sino porque se centra en sí mismo, y convierte a los hombres en esclavos suyos (cf. tentaciones: cap. 6). Por eso, Jesús pide a sus discípulos que vendan y den lo que tienen a los pobres (cf. Mc 10, 21), no para se vuelvan ricos, sino para crear un tipo de vida que no esté centrado en el dinero (cf. 10, 17-31) .

6. Esta palabra de Jesús sobre el dinero es central y ha de entenderse a la luz de todo su mensaje. En un sentido, es un enigma, salida ingeniosa, llena quizá de ironía, con la que critica “ad hominem” a los interesados por el denario del César (que ellos llevan en sus bolsas, con la inscripción e icono imperial). Pero en otro sentido ella debe vincularse con el primer mandamiento, donde Jesús, fiel israelita, declara que sólo hay un Dios y que a él ha de amarse (cf. 12, 28-34), poniendo al lado de Dios el amor al prójimo (a las personas) no el dinero .

Jesús ha derribado las monedas del templo (interpretadas como culto a Dios: Mc 11, 15), en clave de enfrentamiento mesiánico, y después ha dicho a sus seguidores y oyentes que devuelvan su dinero al César. No sabemos lo que pensaría sobre las cosas que se pueden lograr con el denario imperial, ni si criticaba al Imperio sin más como satánico (en la línea de Ap 13.17), pero es evidente que no quiso dinero del César para el Reino, pues el signo de Dios es el pan regalado, la fraternidad universal. La moneda del César no puede ponerse al servicio de Dios, es Mamón (cf. Mc 10, 23-27; cf. Mt 6, 26 y Lc 16, 13).

Palabra de Jesús e interpretaciones posteriores

Jesús ha dicho a sus seguidores que "devuelvan” al César lo suyo (dinero imperial), para situar su mesianismo (camino de Reino) en un plano de comunión gratuita. No necesita dinero para ser Mesías, pues su proyecto y movimiento se expresa en la palabra (cf. Mt 4, 4), y en la fe que sana y vincula en amor a las personas, de forma que sus seguidores deben renunciar al denario del César. La Iglesia posterior ha debido replantearse y recrear esa respuesta, volviendo a reconocer (quizá en otro plano) el valor y necesidad del tributo al César (como la glosa de Rom 13,1-7):

a. Jesús, nivel fundante. No quiso pagar tributo al César, sino “devolverle” lo suyo (imperio y denario), para construir así un Reino de Dios sin ejército ni impuestos. Volvamos a imaginar la escena (Mc 12, 13-17). Jesús no tiene moneda (no la necesita), y así deben presentársela aquellos que hacen la pregunta, colaboradores del imperio (fariseos y herodianos), a quienes se la pide, para ver lo reproducido en ella (inscripción e imagen del César). Los que emplean la moneda, aceptan al César, su mundo de dinero, su sistema; lógicamente, deben pagarle el tributo. A diferencia de ellos, Jesús y sus discípulos no tienen monedas imperiales; no aceptan servicios del César, no necesitan su dinero... y actúan así como insumisos mesiánicos. No es que luchen contra el César con espadas; prescinden de él, no le necesitan; han salido de su espacio y comienzan a crear un orden alternativo de Reino, sin lugar para césares o impuestos imperiales.

Jesús y los suyos devuelven el dinero y de esa forma se liberan de todo lo que pertenece al César, en un plano interior (espiritual) y en un plano social, para construir un Reino de Dios sin "mamona" del César (en la línea de Mt 6, 24). En ese sentido, su respuesta ha de entenderse en forma negativa (no pagar tributo al César), de manera que en un plano él está con los celotas, pero siendo más radical que ellos: No rechaza el tributo del César para quedarse con su dinero (o crear otra estructura de dinero), sino que se lo devuelve, para no deberle nada a su imperio, construyendo así el Reino de Dios sobre otras bases humanas y sociales .


b. Evangelio en el mundo, primera aplicación cristiana. La Iglesia empezó como Jesús: Quiso construir y espero un Reino de Dios sin tributos. Pero, tras unos breves años de tensión escatológica, separados del Imperio, los cristianos se ajustaron de hecho al mundo y empezaron a pagar nuevamente tributos, de un modo o de otro.

(a) En línea más judía (Iglesia de Santiago, en Jerusalén) aceptaron el orden oficial, como otros judíos, y en especial como los sacerdotes del templo.
(b) En línea más helenista (en especial los herederos de Pablo) pagaron también tributo al César, aceptando así el orden del imperio. Jesús había muerto sin que llegara (externamente) el Reino y sus creyentes seguían en el mundo (Imperio); por eso, resultaba lógico que “pactaran” con el César, pagando de hechos los impuestos (cf. Rom 13, 1-7).


En ese contexto parecen situarse los sinópticos (Mc 12, 13-17; Lc 20-20-26 y Mt 22, 15-20), que se han opuesto, en nombre de Jesús, a la “lógica armada” de los celotas (guerra del 67-70 dC) que rechazaban con violencia el impuesto del César, para pedir su propio impuesto revolucionario. Significativamente, no tuvieron que cambiar las palabras de Jesús, que ellos citan al pie de la letra, con variantes estilísticas menores (devolved al César…y a Dios…), pero las entendieron de un modo distinto.

a) Jesús había dicho que no se pagara ese impuesto, pues llegaba el Reino donde todo es gratuidad.
b) Pero el Reino no llegó de un modo externo, y muchos sintieron la necesidad de traducir y aplicar el mensaje de Jesús de un modo "posible", mientras siguiera este mundo.

Por eso, entre la muerte de Jesús y la llegada del Reino, siguieron proclamando la necesidad de dar a Dios las cosas de Dios (que sólo a Él debían darse), pero reinterpretaron la otra sentencia (devolver al César…) de un modo “posibilista” y aceptaron de hecho el dinero del César, pagando su tributo (como confiesa implícitamente Lc 16, 9-12).

c. Vida en la iglesia, un tema actual. La palabra de Jesús (devolved al César, dad a Dios...), reinterpretada por los sinópticos (dad al César, dad a Dios...) ha sido y sigue siendo uno de los pilares no sólo del cristianismo, sino de la cultura de occidente, que es la única donde, por ahora, se ha separado la política civil (César, racionalidad política) y la religión (Dios, Iglesia), con los valores y riesgos que ello implica, abriendo un espacio de racionalidad independiente y convirtiendo la religión en una experiencia espiritual, fuera de la “política” mundana.

En ese nuevo contexto, siguiendo en la línea de los evangelios, en contra de lo que Jesús proyectaba, los cristianos han empezado a distinguir los dos niveles. Ya no dicen "devolved” al César (prescindir de sus cosas, vivir sin dinero), sino "dad al César", es decir, colaborad con él en el despliegue de su reino. Según eso, ya no puede darse "todo a Dios" (como supone el Shema israelita, retomado por Jesús en Mc 12, 29-30), sino sólo “una parte” (la que es de Dios), de tal forma que tienden a colocarse, una al lado de la otra, las cosas de Dios y las del César, como si ambas pudieran compararse (en la línea de los sacerdotes del templo de Jerusalén, que habían aceptado dos de tributos: uno al César, otro al templo de Dios). Los cristianos se han hecho así buenos ciudadanos (aunque desterrados, exilados) de un Imperio al que son fieles, a pesar de que les persiga, pagando los tributos al César, hasta que llegue el Reino .
Volver arriba