Dios no tiene manos, somos las manos de Dios
En ese contexto, retomando un motivo de mi Comentario de Marcos, quiero evocar el sentido profundo de esa frase (Dios no tiene manos, somos las manos de Dios), preguntando si fue Teresa de Jesús quien las dijo por primera vez.
Ciertamente, en un sentido, Dios tiene manos (cf. Sal 102, 25), pues él es quien hace todo lo que existe, en su nivel más alto. Pero en otro plano, él ha querido que nosotros seamos sus manos, no sólo para alimentar (como en Mc 6, 37), sino para acariciar y curar (como he dicho ayer en este blog), y para cuidar el planeta tierra, nuestra casa, como ha puesto de relieve el Papa Francisco en su carta sobre la Ecología.

He explorado el origen de esas palabras (Dios no tiene manos, somos las manos de Dios), y no parece que fuera Teresa de Jesús quien las dijo por primera vez . Pero son palabras importantes, y así quiero evocarlas en esta postal, con el recuerdo puesto en Ávila, donde las manos de Dios modelaron la vida de Teresa, y ella modeló con sus manos (con su mente y corazón, con su experiencia y palabra la vida de muchas hermanas y hermanos).
En las manos de Dios estamos, y así podemos caminar y descansar tranquilos. Pero Dios ha puesto en nuestras manos su tarea, confiando, a pesar y en el fondo de todo, en lo que somos y podemos. Buen día a todos.
(PD para eruditos y curiosos: A modo de contrapunto, pongo al final una foto de la mano de Teresa de Jesús utilizada para un propósito que no era el suyo.
¿Dijo Santa Teresa de Ávila que somos las manos de Dios?
Esa frase me intriga, y he revisado mi edición de las obras de Santa Teresa, llegando a la conclusión de que ella no procede literalmente de Santa Teresa de Ávila. Quizá me equivoque, pero no la encuentro, a pesar de lo que diga la Rev. Patricia Gillespie:
«A voice from the fourteenth century, St. Teresa of Avila,
reminds us that WE are God's hands:
God has no hands but our hands to do his work today;
God has no feet but our feet to lead others in his way;
God has no voice but our voice to tell others how he died;
and, God has no help but our help to lead them to his side».
((Una voz del siglo catorce, la de Santa Teresa de Ávila, nos recuerda que nosotros mismos somos las manos de Dios:
Dios no tiene manos, sino nuestras manos,
para hacer hoy su labor;
Dios no tiene pies, sino nuestros pies,
para dirigir a otros en su camino…»
(motherflash.com/sermons/range/epiphany3a5.html).
Se trata, sin duda, de una cita muy aproximada, pues Santa Teresa no es del siglo catorce, sino del dieciséis… y además, esas palabras, no parecen hallarse así en sus textos, pero de alguna forma responden a su espiritualidad))
Santa Teresa de Ávila habría dicho que somos las manos de Dios.
He visto con sorpresa que también en otros lugares y oraciones se dice que Santa Teresa afirmó que “somos las manos de Dios”.
Así lo dice también una famosa oración atribuida a Santa Teresa:
Prayer of St. Teresa of Avila
Christ has no body now but ours,
No hands, no feet on earth but ours.
We possess the eyes through which He looks with compassion on this world.
We possess the feet with which he walks to do good.
Ours are the hands with which He blesses all the world.
Ours are the hands, the feet, the eyes of Christ.
We are his body.
May we use the gift of our bodies
To Live Christ in the world
So all people know his healing touch. Amen
(cf. http://www.foodfast.org/pdf/FF2010-11/English/Prayers.pdf )
((Cristo no tiene ahora más cuerpo que el nuestro,
no tiene más manos ni pies sobre la tierra que los nuestros.
Nosotros tenemos los ojos por los cuales él mira con compasión este mundo,
nosotros tenemos los pies con los que él camina para hacer el bien.
Con nuestras manos él bendice todo el mundo,
nosotros somos las manos, los pies, los ojos de Cristo.
Nosotros somos su cuerpo.
Utilicemos pues el don de nuestros cuerpos
para que Cristo viva en el mundo,
de manera que todos sientan su toque de sanación. Amén.))
Cf. también: www.poetry-chaikhana.com/blog/2008/06/13/teresa-of-avila-you-are-christs-hands/ ours are the hands with which he is to bless men now).
Somos las manos de Dios ¿una oración de origen protestante?
No sé de dónde proviene esa oración que dice que somos “las manos de Dios”, aunque tengo la impresión de que tiene un origen protestante, y así citaré una versión que me ha llegado de diversos lugares y que me acompaña desde hace algunos años. Podrá encontrarse fácilmente a través de un buscador de Internet. Dice así:
Cuando observo el campo sin arar, cuando los aperos de labranza están olvidados,
cuando la tierra está quebrada me pregunto..
¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil;
cuando veo al prepotente pedante enriquecerse del ignorante y del pobre,
del obrero y del campesino carente de recursos para defender sus derechos,
me pregunto... ¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando contemplo a esta anciana olvidada; cuando su mirada es nostalgiay balbucea todavía algunas palabras de amor por el hijo que la abandonó,
me pregunto...¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando veo al moribundo en su agonía llena de dolor;
cuando observo a su pareja y a sus hijos deseando no verle sufrir;
cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho se convierte en un grito de súplica de paz, me pregunto... ¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando miro a ese joven antes fuerte y decidido,
ahora embrutecido por la droga y el alcohol,
cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia brillante y ahora harapos sin rumbo ni destino,
me pregunto... ¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando a esa chiquilla que debería soñar en fantasías,
la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya el hastío de vivir,
y buscando sobrevivir se pinta la boca y se ciñe el vestido y sale a vender su cuerpo,
me pregunto... ¿dónde estarán las manos de Dios?
Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico,
su miserable cajita de dulces sin vender,
cuando lo veo dormir en la puerta de un zaguán titiritando de frío,
con unos cuantos periódicos que cubren su frágil cuerpecito,
cuando su mirada me reclama una caricia,
cuando lo veo sin esperanzas vagar con la única compañía de un perro callejero,
me pregunto... ¿dónde estarán las manos de Dios?
Y me enfrento a Él y le pregunto:
¿dónde están tus manos Señor? para luchar por la justicia, para dar una caricia,
un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las drogas,
dar amor y ternura a los olvidados.
Después de un largo silencio escuché su voz que me reclamó:
"No te das cuenta que tú eres mis manos,
atrévete a usarlas para lo que fueron hechas,
para dar amor y alcanzar estrellas".
Y comprendí que las manos de Dios somos "TU y YO",
los que tenemos voluntad, el conocimiento y el coraje para luchar por un mundo más humano y justo, aquellos cuyos ideales sean tan altos que no puedan dejar de acudir a la llamada del destino, aquellos que desafiando el dolor, la crítica y la blasfemia se reten a sí mismos para ser las manos de Dios.
Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están sin llenar, que no han dado lo que deberían dar, te pido perdón por el amor que me diste y que no he sabido compartir, las debo de usar para amar y conquistar la grandeza de la Creación.
El mundo necesita esas manos, llenas de ideales y estrellas, cuya obra magna sea contribuir día a día, a forjar una nueva civilización, que busquen valores superiores, que compartan generosamente lo que Dios nos ha dado y puedan al final llegar vacías, porque entregaron todo el amor, para lo que fueron creadas y Dios seguramente dirá:
¡ESAS SON MIS MANOS!
Una oración de Laudes.
En la oración litúrgica (Laudes, sábado de la primera semana; hora intermedia) de diversos países de lengua castellana se introduce un bello himno del P. Blanco, donde se dice algo parecido (aunque las manos de Dios y las manos del hombre aparecen unidas):
En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu,
salimos de la noche y estrenamos la aurora,
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.
Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
silabeas el alba igual que una palabra,
tú pronuncias el mar como sentencia.
Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y amarga de sudores.
Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas,
y estáis de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.
Pregunta final:
¿Sabría decirme alguien de dónde proviene la atribución de ese “dicho” a Santa Teresa: Dios no tiene manos, somos las manos de Dios? ¿Me podría decir alguien cómo se interpreta esa frase y se aplica al tema de la multiplicación de los panes: "dadles vosotros de comer", como yo hice en mi comentario de Marcos?
Buen día, buena semana de fiestas de Santa Teresa en Ávila y en otros lugares. Parece que ella no dijo así esa frase, pero pudo haberla dicho, pues puso sus manos y su corazón (su mente y su pluma) al servicio de la Obra de Dios.
