Pentecostés 2. Partos, medos, elamitas… . El mapa cristiano no tiene un centro geográfico

Ayer presenté la fiesta de Pentecostés, partiendo del relato de la Torre de Babel, del que se deducían dos enseñanzas:

a) Hay un tipo de Unidad Impuesta (de tipo imperial), en torno a la Torre del Poder; ella no vincula, ni une de verdad, ni crea… sino que esclaviza, confunde y destruye.

b) Por eso, para evitar la Imposición, los pueblos se dispersaron sobre la faz de la tierra, en un tipo de “huída” cargada de miedo y violencia.

c) Pentecostés significa el retorno a la Unidad, pero en Comunión, Unidad en torno a la palabra que convoca a todos (siendo distintos), en torno a la experiencia de la libertad humana que fundamenta Jesús, para que cada pueblo sea lo que es y para que todos vivan en concordia (cada uno en su propia lengua, como dice el texto).

Por eso, el mapa cristiano no tiene un centro geográfico, ni Jerusalén ni el Garizím, como dice Jn 4, ni Roma ni Atenas... (aunque Roma y Atenas puedan jugar uh papel simbólico....) Eso es lo que ha destacado el libro de los Hechos, contando la historia de Pentecostés y el primer despliegue de la Iglesia. Así lo ha puesto de relieve el “mapa cristiano” de Hech 2, que Lucas (autor del libro) parece haber recogido de una tradición anterior donde se habla de la procedencia de los judíos de la diáspora que han escuchado a los apóstoles y a Pedro, hablando «en sus propias lenguas».

Éste es un mapa de pueblos reunidos en torno al Espíritu y a la Palabra que se dice en "galileo", pero se entiende y se expresa y se propaga en las lenguas de cada uno de los pueblos. Por eso, los cristianos formamos parte de la iglesia que es una, santa, católica, apostólica y galilea, siendo romana en Roma y parta en la tierra u cultura de los partos...

Presentación. El texto de Lucas

Éste es, según Hechos “ el principio del principi”o de la iglesia, que se abre desde Jerusalén, por el mensaje de los primeros discípulos de Jesús (todos galileos), a través los judíos piadosos y prosélitos de todas las lenguas y naciones (signo de la humanidad), a los diversos países del mundo conocido.

Cuando se produjo este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confundidos, porque cada uno les oía hablar en su propio idioma. Estaban atónitos y asombrados, y decían: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros cada uno en nuestro idioma en que nacimos?
Partos, medos, elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia más allá de Cirene; forasteros romanos, tanto judíos como prosélitos; cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros propios idiomas los grandes hechos de Dios (Hch 2, 6-11)


Nos hallamos ante una primera descripción de los lugares de donde provenían (y donde se ubicaban) los judeocristianos del comienzo de la Iglesia, divididos en seis unidades. En un nivel, Lucas supone que todos los que escuchan son judíos de la diáspora, que vienen a Jerusalén, para celebrar la fiesta de la Ley de Dios. Pero, en otro plano, les presenta como signo de las diversas naciones de donde provienen, ofreciendo así una primera geografía cristiana. Éstos son los “pueblos del mundo” que él conoce y que cita (siguiendo la tabla de naciones de Gen 11, 10-30 y, sobre todo, la de Gen 10). Los cristianos forman, según eso, un pueblo que proviene de todas las naciones. Éstos son los pueblos del primer cristianismo:

1. Partos, medos, elamitas; habitantes de Mesopotamia. Todos ellos tienen en común el hecho de que vienen de fuera del imperio romano, de la diáspora persa, de Oriente. Éste es el único lugar del Nuevo Testamento en que aparecen, a no ser que se aluda también a esas regiones en el relato de los magos de Mt 2, que abre el abanico misionero de la Iglesia hacia el Oriente, en una dirección que será central para el judaísmo posterior del Talmud, entre los siglos IV-VIII (que se ha desarrollado básicamente en el contexto de «Babilonia», es decir, del imperio persa). Parece claro que en tiempos de Lucas (hacia el 100 d.C.) había cristianos de esa procedencia.

2. (Habitantes) de Judea. No se sabe si la palabra «Judea» se toma aquí en sentido estricto, aplicándose a Jerusalén y a su entorno, o si incluye también Galilea y lo que llamaríamos hoy «las tierras de Israel». Es claro que en esos lugares había cristianos no sólo en tiempos de Lucas, sino en tiempos anteriores, como seguiremos viendo en todo lo que sigue (en esa línea, cf. 1 Tes 2, 14; Gal 1, 22; Hch 9, 31). De todas formas, resulta extraño que no se cite expresamente Galilea.

3. (Habitantes) de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia. Esas regiones pertenecen a lo que suele llamarse «Asia Menor» (la actual Turquía), donde se sitúa no sólo gran parte de la misión de Pablo, sino también el espacio eclesial al que se dirige la carta primera de Pedro (1Ped 1, 1). En este espacio se ubican diversos episodios de la historia de Los primeros cristianos. De todas formas, resulta extraño que no se aluda a las regiones y ciudades griegas (Macedonia, Acaya) donde se ha extendido también la misión de Pablo.

4. (Habitantes) de Egipto y de las regiones de Libia más allá de Cirene. Forman parte de la diáspora africana del judaísmo. De los cristianos de Egipto y de Libia nos dice poco el Nuevo Testamento, aunque por otros datos sabemos que los hubo desde muy pronto (cf. Hch 18, 24). La cristiandad egipcia será después muy importante, como veremos en La Gran iglesia.

5. Forasteros romanos, tanto judíos como prosélitos. No se sabe si aquí se alude a los habitantes del imperio romano en general o sólo a los de la ciudad Roma (lo que parece más probable). Las comunidades cristianas de Roma son también muy antiguas, como sabemos no sólo por el Nuevo Testamento (carta de Pablo a los Romanos; Hech 28), sino también por testimonios paganos (como los de Tácito y Suetonio).

6. Cretenses y árabes. De la misión entre los árabes habla el mismo Pablo en Gal 1, 17 De los cristianos de Creta tenemos noticia por la carta a Tito (Tit 1, 5, 12). No es claro por qué se han unido aquí estos grupos. Los cretenses son de una isla griega del imperio; los árabes pueden formar parte del Imperio romano (como los del reino nabateo) o quedar fuera del imperio (como los partos, medos, elamitas y mesopotamios del primer grupo).

Este mapa es bastante complejo (y completo), pero no incluye algunas regiones que han sido muy significativas en el cristianismo primitivo: en primer lugar, falta Galilea y Siria (con Fenicia) y Cilicia, donde se ha formado la primera gran metrópolis cristiana fuera de Israel (en Antioquía); en segundo lugar, falta la zona de Macedonia y Grecia propiamente dicha (Tesalónica, Filipos, Corinto), donde Pablo ha realizado gran parte de su misión. Tampoco se citan aquí otras zonas de interés de Pablo, como son quizá Iliria y España. Se trata, sin duda, de un mapa abierto (falta por ejemplo China… y falta América entera).

Cristianos, de todos los pueblos, “cada uno en su lengua”

Conforme a este esquema geográfico, el cristianismo aparece vinculado a la «diáspora judía», que acude a Jerusalén para volver a sus raíces y para descubrir allí la novedad del evangelio de de Jesús, es decir, el nuevo judaísmo que el Espíritu de Dios fundamenta y promueve, de manera carismática, expresándose a las varias lenguas y formas de vida del mundo, en el contexto de la diáspora judía. La misión cristiana queda así vinculada al despliegue del judaísmo.

a) Hay un mismo Espíritu Santo, una misma experiencia fundante de humanidad, que puede inspirarse en el camino de Jesús.

b) Pero cada pueblo escucha el mensaje y vive la experiencia de Jesús “en su propia lengua”, es decir, desde su experiencia cultural, social y religiosa…

Contrapunto


No voy a entrar en el tema… dejo a cada uno que vea y discuta, que aplique lo de Pentecostés a nuestro tiempo. Como “incentivo”, quiero citar un comentario introducido precisamente ayer en este blog. Muchos conocéis Lo que dice, quizá no es del todo cierto, pero puede servir de contrapunto. A su juicio, la Iglesia, dejó a un lado a las otras regiones y culturas (a los árabes y elamitas, por ejemplo) y se hizo casi sólo romana y griega:

«Lo peor de es que la Iglesia firmó un acuerdo con Roma y convirtió en supuestos mandamientos cristianos el derecho y las costumbres romanas y en supuesta revelación, la filosofía griega (S Juan Crisóstomo dice así de claro: la filosofía griega también es revelación), al mismo tiempo que dejaba los dos Testamentos en un plano paralelo (con ello salió una mezcla en la que unas piezas no encajan, lógicamente, con las otras).

Eso expulsó a las demás culturas del Cristianismo, que, desde entonces, sólo se ha mantenido a base de guerras hacia fuera y de represión hacia dentro (al ir desapareciendo la represión, Occidente se ha ido "descristianizando")...


No es un punto final. El mapa sigue abierto

A pesar del contrapunto de Sota de Bastos, el "punto" no está cerrado... La Iglesia de Jesús ha sido también múltiple, no sólo dentro de la llamada oficialmente "iglesia católica", sino en el conjunto de iglesias que han ido surgiendo a lo largo de los tiempos...

La iglesia tiene un germen de catolicidad, de apertura a todos los pueblos... Es una en el Espíritu (Pentecostés), es múltiple en la variedad (cada una en su lengua, cada una con sus constumbres, pues lengua es cultura y costumbres...).

Estamos en un momento esencial de unidad de Espíritu y de multiplicidad... de manera que debemos decir de nuevo: partos, medos, elmanitas... (es decir, empezando por el Irán actual...), con creténses y árabes (ah, los árabes...). Los romanos son solo un parte (y no la primera) de este entramado de pueblos que forman la Iglesia.
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