21.12.22. Santo Tomás: Evangelio apócrifo y primera feria de Navidad
Entre los “santos-santos" de Navidad (antes de María, José y Juan) pueblos y ciudades del País Vasco y del Norte de España han celebrado por siglos esta Fiesta Feria de Santo Tomás apóstol y evangelista (aunque la fiesta oficial es actualmente el 3 de Julio).
Los campesinos llevaban a pueblos y ciudades el producto de sus campos y rebaños productos de sus campos para allí venderlos y ganar algún dinero para las próximas fiestas. Los de los pueblos compraban para así comer mejor y celebrar la Navidad. Así lo siguen haciendo en Donostia y Bilbao, en Vitoria y los pueblos del entorno.Es la feria por excelencia, la Navidad de Santo Tomás. Un buen día para recordar y celebrar el comienzo de las fiestas. Aprovecho la ocasión para recordar la figura y evangelio apócrifo de Santo Tomas Diccionario de la Biblia.(págs.2315-1329)
| X.Pikaza
Tomas, un iniciado
Tomás, un iniciado. Los sinópticos le incluyen con el nombre de Tomas, sin ninguna especificación ulterior, en las listas de los evangelios (Mt 10, 3; Mc 3, 8; Lc 6, 15) y lo mismo hace Hech 1, 13. Por el contrario, Juan le presenta tres veces como «Tomás, llamado el mellizo» (cf. Jn 11, 16; 20, 24; 21, 2) y le concede un papel especial entre los personajes menores del evangelio. Tomás aparece, en primer lugar, como el discípulo valiente, que anima al resto de los discípulos, a fin de que superen su miedo y suban con Jesús a Jerusalén, dispuestos a morir con él (Jn 11, 16).
En la última cena le presenta como uno de los «discípulos mistagogos», que plantean a Jesús las preguntas básicas sobre el sentido de su entrega y de su gloria (los otros son Felipe [Jn 13, 8], Judas [Jn 13, 22]). «Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas ¿Cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto» (Jn 13, 5-7).
(2) Tomás, el incrédulo creyente. Quizá para contrapesar esa imagen, el evangelio de Juan ha incluido otro pasaje sobre Tomás, ya en un contexto directamente pascual. Jesús se ha aparecido a los discípulos, ofreciéndoles su Espíritu y concediéndoles poder para perdonar los pecados. «Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Y ocho días después, estaban de nuevo sus discípulos en casa y Tomás con ellos; llegó Jesús, estando las puertas cerradas, se puso en medio y dijo: ¡Paz a vosotros! Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo aquí y mira mis manos, trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino fiel! Respondió Tomás y dijo: ¡Señor mío y Dios mío! Y Jesús le dijo: Porque has visto has creído. ¡Felices los que no han visto y han creído!» (20, 26-29).
Tomas,Evangelio apócrifo
El evangelio de Tomás muy conocio por la iglesia antigua y re-descubierto en la biblioteca de Nag Hammadi, Egipto, el año 1947, como traducción copta de un original griego, forma parte de los apócrifos del Nuevo Testamento y constituye uno de los testimonios más significativos de la literatura cristiana primitiva, con un tema fuerte y discutido sobre la Navidad.
(1) Origen y mensaje. Este evangelio consta de 114 logia o dichos, que tienen cierta semejanza con el Q (fuente evangélica de los Dichos), pero aún más con algunos papiros antiguos, como el de los Logia de Oxirrinco. Se ha discutido su origen y algunos piensan que muy primitivo, más antiguo incluso que Lc y Mt. Pero la mayoría de los investigadores piensan que es posterior y que deriva básicamente de los evangelios sinópticos o de alguna redacción hoy desconocida del documento Q. Habría sido escrito en Siria, hacia el año 140, en círculos cristianos de tendencia gnóstica, cuando todavía las línea de la gnosis y la gran iglesia no se habían separado plenamente. Influyó de un modo especial en las comunidades de Egipto, donde fue traducido al copto y se ha conservado.
Sea como fuere, este evangelio contiene textos de tradición venerable que provienen del mismo Jesús o de comunidades cristianas antiguas (especialmente la portadora de los Dichos, es decir, del Q). Más aún, este evangelio puede apelar y apela a la tradición de los dos hermanos de Jesús: Judas-Tomás, el Mellizo, en cuyo nombre se inscribe (cf. EvTom, Inscriptio y num 13), y Santigo, el Justo, «por quien fueron hecho el cielo y la tierra» (EvTom 12). Esto significa que al menos una parte de la iglesia representada por estos hermanos de Jesús ha desembocado en un tipo de gnosis, pasando del más estricto legalismo a una experiencia de interioridad mística, donde la ley se interpreta en forma de símbolo de autenticidad. Por otra parte, el EvTom está cerca de Jn, pero con una diferencia básica: en el fondo de su experiencia gnóstica, Jn apela a la carne de Jesús y puede elaborar una teología de carácter histórico; por el contrario, el EvTom tiende a dejar a un lado la carne del niño de la Naviddad(con la muerte de Jesús), de manera que resulta difícil defender en su nombre una teología que apele de un modo consecuente con la carne de Jesús, relacionada con su madre histórica.
(2) Devaluación de la mujer histórica, la madre prostituta. EvTom 79 puede asumir el logion de Lc 11, 27-28 con la palabra de una mujer (¡Bendito el vientre que te llevó..!) y la respuesta de Jesús (¡Benditos los que han escuchado la palabra del Padre!), añadiendo en ese contexto las palabras apocalípticas de Lc 23, 19: «¡Bendito el vientre que no ha concebido y los pechos que no amamantado» (cf. Mt 24, 19). Pero lo que Mt y Lc interpretan como expresión de angustia ante la crisis última de la humanidad, que era propia del fin de la historia (miedo de las madres por los hijos que se pierden), se vuelve en EvTom rechazo de la maternidad en cuanto tal, pues ella es causa de caída.
Desde ese fondo se entiende la cita de Mc 3, 31-35, contenida en EvTom 99 donde no sólo se critica a la familia «jerosolimitana» de Jesús (como hacía Marcos), sino a todo tipo de «familia carnal». En esa línea avanza EvTom 101 donde, partiendo de Mt 10, 37-38 (¡quien no odia a su padre y a su madre...!), se establece la distinción radical entre las dos madres: la madre carnal (que en este caso sería María) ha engendrado a Jesús en un mundo de pecado; sólo su madre verdadera (que es el Espíritu de Dios) le ha concedido la auténtica Vida.
La tradición sinóptica vinculaba los dos planos, afirmando que María, la madre de Jesús, había concebido por obra del Espíritu Santo (cf. Lc 1, 26-38; Mt 1, 18-25). EvTom los contrapone, devaluando la carne, es decir, la historia (en contra de Jn 1, 14), para interpretar el nacimiento de Jesús en un plano de puro Espíritu (por tanto, la madre carnal pierde su sentido). Llegando al final en esa línea, el Jesús de EvTom 105 afirma:
«Quien conozca a su padre y a su madre, será llamado hijo de prostituta». Conocer significa valorar y vincularse. Como mujer-madre de este mundo, la misma María, madre de Jesús, ha sido esclava del pecado, y por eso podemos llamarla prostituta.
No es carne buena, al servicio de la Vida, sino carne caída, dominada por el deseo de placer y por la muerte. En cuanto carnal, María ha sido simplemente pecadora. Conocer a esa madre significa encerrarse y morir en este mundo prostituido. Por eso resulta lógico que el EvTom no haya podido desarrollar una mariología, ni una cristología histórica, consecuente (en contra de Jn).
(3) Soledad con Dios. El ideal gnóstico.El EvTom devalúa, por tanto, la relación de origen; por eso la madre no puede conceder su verdad al ser humano, María no puede ofrecer a Jesús un lugar y sentido en la existencia. Con la maternidad se devalúa el sexo. Lógicamente, el signo de la verdadera humanidad serán los niños, que no tienen vergüenza, pues no se identifican por su cuerpo masculino o femenino (cf. EvTom 21, 37). De esa forma, hacerse pequeños, superando el sexo (cf. EvTom 46), significa hacerse solitarios:
«¡Bienaventurados los solitarios y elegidos, porque encontraréis el Reino. Como habéis salido de él, a él volveréis!» (EvTom 49). La soledad define al hombre por su relación con lo divino: los gnósticos provienen de la luz, son como chispas que brotan de Padre viviente y que vuelven de nuevo al descanso del Padre (cf. EvTom 50).
Este mundo es para ellos un cadáver, es muerte, es sepultura (cf. EvTom 56); quien lo sepa, quien se sepa muerto por su cuerpo, ha superado ya al mundo (cf. EvTom 86). Por eso puede añadir:
«Los cielos y la tierra se enrollarán delante de vosotros, pero el que vive del Viviente no verá la muerte», pues ha superado el nivel de perecimiento de este mundo (cf. EvTom 111). No hay una madre que pueda ayudar a los hombres, pues toda madre del mundo les ha hecho nacer a la muerte, no a la vida. No puede hablarse de un proceso creador, de una historia positiva. El ideal gnóstico es la inmersión del hombre en lo divino, superando de esa forma las formas de vida (que es muerte) que provienen de las madres de este mundo.
(4) Navidad para solitarios, más allá de la historia. El tema había aparecido ya, vinculado con la Madre de Jesús, en Ap 21-22 (la misma Madre primera, la Mujer perseguida, se volvía al fin novia del Cordero) y sobre todo en Jn 1, 1-11 (la Madre pedía a Jesús que convirtiera el agua de las purificaciones judías en vino de bodas).
Pues bien, Tomás descubre y presenta unas bodas donde no existe lugar para la Madre, pues «son los solitarios (que renuncian a toda relación sexual o maternidad del mundo) los que entrarán en la cámara nupcial (lugar de bodas)» (cf. EvTom 75). Estas son las bodas interiores, donde se supera toda dualidad, de manera que el varón no sea ya varón, ni la hembra sea hembra, de manera que puedan superarse ya todas estas diferencias (cf. EvTom 22, en contra de Gal 3, 28 que habla de comunión corporal en igualdad). Todo nos permite suponer que estas bodas constituyen una experiencia de identificación interior con Dios y de superación de las dualidades somáticas y personales (cf. ApTom 106). En este contexto se puede hablar de una eucaristía espiritual y sapiencial, que consiste en comer de la boca de Dios (cf. ApTom 108).
(5) Un evangelio de mujeres.Esta sabiduría interior se encuentra especialmente vinculada a las mujeres de la tradición del evangelio, Salomé y María Magdalena.
Salomé (que aparecía en la pasión de Mc 15, 40 y 16, 1) es ahora una auténtica discípula, que pregunta a Jesús: «¿Quién eres tú, hombre y de quien procedes? Has subido a mi lecho y has comido en mi mesa. Jesús le dijo: Yo soy el que procede del que es igual... Salomé le dijo: yo soy tu discípula» (EvTom 61). Ser discípula significa identificarse interiormente con Jesús, superando así toda diferencia, en unidad de lecho y comida, es decir, de sabiduría interior.
María Magdalenaconstituye el ejemplo supremo de identificación cristiana. Pedro la quiere echar del grupo, porque es mujer. Jesús la defiende: «Yo la impulsaré para hacerla varón, a fin de que pueda ser un espíritu viviente, similar a vosotros, los varones. Porque cualquier mujer que se haga varón entrará en el Reino de los cielos» (ApTom 114). Así termina el evangelio, con la mujer que se hace varón, es decir, que se unifica internamente, superando la división de varones y mujeres.Tomás devalúa, según eso, la maternidad femenina, vinculada a la dualidad de varón y mujer, y el nacimiento a la vida de la carne., para elevar por igual a varones y mujeres (a Tomás y Salomé, a Santiago, Pedro o María), pero sólo en la medida en que ellos vivan en un nivel de espíritu, vinculados a la Unidad de Dios, por encima de la historia.
(6) No hay lugar para María en cuanto madre carnal de Jesús, ni hay lugar para un Jesús de la carne. Llevada hasta el final, esta visión destruye toda posible mariología, porque niega la carne de la historia, la maternidad humana, el valor social de la vida. También destruye toda posible cristología histórica, pues el Jesús de la historia carece de sentido salvador. Cada hombre o mujer queda a solas ante Dios. La gran iglesia ha rechazado esta visión de fondo de Tomás, pues para la iglesia es esencial la historia concreta de Jesús, pero lo ha hecho conservando algunos de los riesgos de la gnosis y reprimiendo algunos de sus valores. Quizá el mayor de los riesgos de la gnosis ha sido (y sigue siendo) una exaltación del «espiritualismo», entendido como negación de sexo y como experiencia de pura soledad ante Dios, no desde una perspectiva escatológica (como hace Pablo en 1Cor 7), sino desde el rechazo de la carne, es decir, de la realidad histórica del ser humano y de las relaciones personales.
De esa forma se niega lo que Mt 1 y Lc 1 entendían como signo de la acción creadora de Dios en la historia (encarnación del Hijo de Dios en y por María). Conforme a la visión del EvTomás, la madre de Jesús no puede convertirse en signo de vida eclesial, como ha hecho el evangelio de Juan (cf. Jn 2, 1-11; 19, 25-27). Pero no podemos olvidar que algunos textos de mariología de la iglesia (incluido el famoso prefacio de las fiestas de la Virgen que dice que «María derramó sobre el mundo la luz eterna, sin perder la gloria de la virginidad») corren el riesgo de ser más gnósticos que cristianos. De todas formas, la gnosis de EvTom contenía también algunos valores que la iglesia posterior ha reprimido. El más importante de ellos parece la igualdad entre varones y mujeres. Ciertamente, se trataba de una igualdad supra-sexual, de tipo interno, hecha de represión, más que de diálogo y creatividad social, en la fuerte tarea de la historia. Pero ella era muy valiosa y podría haber sido asumida por la gran Iglesia, que podría haberse convertido en principio de liberación humana, para varones y mujeres, en la línea del Magnificat (Lc 1, 56-65).
(cf. M. Alcalá, El evangelio de Tomás. Palabras ocultas de Jesús, BEB 67, Sígueme, Salamanca 1989; A. Piñero (ed.), Textos gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi I-III, Trotta, Madrid, 1997-2000; A. Santos Otero, Evangelios Apócrifos, BAC 148, Madrid 1975; R. Trevijano, Estudios sobre el evangelio de Tomás, Fuentes Patrísticas, Ciudad Nueva, Madrid 1997).