El eco de Teresa de Lisieux, santa discutida

Ayer hablé de Santa Agar, santa recia, que nos vincula con judíos y musulmanes, desde la intemperie de la historia… Fue esclava utilizada, expulsada de casa por los celos de otra mujer (¡Santa Sara!), teniendo que educar a un hijo en el desierto… Hoy quiero recoger algunas impresiones sobre Santa Teresa de Lisieux, respondiendo a mis tres textos del 1-3 de este mes. Son intervenciones honda, a veces bellísimas… amorosas y críticas. Teresa de Lisieux sigue siendo una santa discutida y discutible, como dice Fernando… una santa que abre puertas, como parece decir Emilita (¡pero otras puertas!)…Y en el fondo queda la sombra de cómo ser santa siendo un poco (o un mucho) neurótica, como supone Carlos Peña, compañero de estudios en largos años, hermosos años. ¿Recuerdas Peña los pueblos de Apenino italiano que fuimos visitando en moto? Hoy sigue siendo día de Teresa. Perdonad si no recojo todo lo esencial. Seguimos dialogando con Teresa. Hay más cosas que decir, sobre todo si comparamos a Santa Agar (mujer de opresión y desierto, creadora de estirpe) con Santa Teresita (tierna muchacha de velos y luces interiores, que se moriría, sin duda, en el desierto, como murió de hecho) ¡Para los curiosos: sigo poniendo a Santa Teresita con niño, en el desierto, como nueva Agar ¿vale la comparación? ¿quiénes son sus niños? ¿Son niños expulsados por Padre Abraham manejado por otrs?.


Introducción



Cuánto agradezco que estos días nos hagas mirar a la "Tere", santa tan querida y amiga. Le debo mi conversión del temor al amor misericordia. Además qué capacidad de descubrir algo tan evangélico y olvidado. Ciertamente, ha sido un don de Dios para el mundo. Aunque su lenguaje y expresiones hoy me resulten "anticuadas" o demasiado afrancesadas, sigo admirado de la fuerza de sus intuiciones, de lo profundo de sus certezas (Pablo).

Y reivindico que esta santa no acabe siendo apropiada por las corrientes más inmovilistas dentro de la Iglesia Católica (J. Morrós)
Ya no podrán apropiársela jamás. Ya quisieron, ya. Hasta se manipularon sus fotografías. Precisamente, la que ayer mostraba Xabier muestra su verdadero rostro que había sido dulcificado hasta la cursilería por sus hermanas con el objetivo de hacerla una santa "ad hoc". Y ella se "rebeló" y se reveló a traves de sus escritos y su noche oscura. Sigue derramando su lluvia de "rosas" en esta hora de la Iglesia y del Mundo. Mudejarillo

Fernando: ¿Santa, Santa? Tema de fondo, tma de discusiòn

Si hubiera que describir el sentimiento y conciencia de los cristianos del siglo XXI a través de una imagen de inconsciente colectivo, el resultado sería preocupante. Con independencia de lo que dijo e hizo Teresa de Lisieux, lo importante aquí es desentrañar la razón de por qué se invoca su figura a fecha de octubre del 2007. Da la impresión de que, según cierto rumor imperceptible que desprenden tus palabras, hay un estado característico del catolicismo actual que queda perfectamente descrito en la recurrencia a esta carmelita francesa. Leo tus palabras y no dejó de maravillarme; o mejor, de espantarme. Y me espanta no que Teresa de Lisieux haya sido tal o cual cosa o sirva para esto o para lo otro, sino que se acepte como posible paradigma del amor gozoso, gratuito, del simple gozo del amar, para el pasado siglo XX y el XXI entrante. Aquí, y lo digo con respeto y cariño, hay un cierto trastorno religioso subyacente.
¿Qué es Teresa de Lisieux? Dice en el cap. IX de “Historia de un alma” (Ms. B):
«Águila eterna, tú quieres alimentarme con tu sustancia divina, a mí, pobre e insignificante ser que volvería a la nada si tu mirada divina no me diese la vida a cada instante.
Jesús, déjame que te diga, en el exceso de mi gratitud, déjame, sí, que te diga que tu amor llega hasta la locura... ¿Cómo quieres que, ante esa locura, mi corazón no se lance hacia ti? ¿Cómo va a conocer límites mi confianza…?
Sí, ya sé que también los santos hicieron locuras por ti, que hicieron obras grandes porque ellos eran águilas...
Jesús, yo soy demasiado pequeña para hacer obras grandes..., y mi locura consiste en esperar que tu amor me acepte como víctima... Mi locura consiste en suplicar a las águilas mis hermanas que me obtengan la gracia de volar hacia el Sol del amor con las propias alas del Águila divina...
Durante todo el tiempo que tú quieras, Amado mío, tu pajarito seguirá sin fuerzas y sin alas, seguirá con los ojos fijos en ti. Quiere ser fascinado por tu mirada divina, quiere ser presa de tu amor...
Un día, así lo espero, Águila adorada, vendrás a buscar a tu pajarillo; y, remontándote con él hasta el Foco del amor, lo sumergirás por toda la eternidad en el ardiente Abismo de ese amor al que él se ofreció como víctima.»

Leídas con atención estas palabras, como otras muchas, destacan no lo que Teresa es, repito, sino lo que el lector creyente actual traduce cuando, desde estos textos, encaja que ella puede convertirse en un paradigma del amor. Pues bien, yo digo:

que la invocación de su espiritualidad del amor desde la aceptación de un espacio personal de pequeñez consentida (expresión de insignificancia) y de limitación social asumida (en su caso, vida religiosa), se convierte en parábola actual de un estado espiritual de derrota...

Advierto: no estoy poniendo en solfa lo que es Teresa de Lisieux. Al margen de otras consideraciones, su personalidad interesa no por lo que es, sino por lo que hemos subjetivizado. No niego que lo que expones, querido Xabier, sea cierto. Pero no es la certeza o adecuación a su verdadero espíritu lo que importa de tus palabras, sino la dirección que se toma. Personalmente creo que hay y ha habido muchas Teresas de Lisieux, y más grandes que ella que hablan y trabajan bajo muchos tejados sin tanta alharaca. Esto lo sabes, mas no es lo esencial. Lo esencial es que el lector que se asoma a su espiritualidad de amor abismático, deja un rastro sociológico, colectivamente inconsciente, como una especie glándula que rezuma la secreción de sentirse en una Iglesia a la que sólo le queda el trastero. Incluso tú pareces encajar esta dirección de apesadumbrado fracaso con lenguaje de modernidad secular. Y Teresa de L. se ha hecho excusa de un misticismo

Teresa responde a una sociedad religiosa en trance de derrota (católica francesa) con ensueño de dogma de la Inmaculada, impregnada del sentimiento de que el alma bascula entre expresiones de apariciones y vidas estigmatizadas (Santa Bernardette, p. ej.), que desea el patronazgo de santa Juana de Arco (¿otro amor hecho mujer?), pero que no se siente con el espíritu de un san Vicente de Paúl, y ni siquiera el de un jansenista parabólico como fue Pascal. Es una sociedad eclesial que va perdiendo la cocina como lugar tecnológico de las transformaciones, que ha perdido el despacho donde se despliega la labor del trabajo, el estudio y el intelecto, cuyo comedor, imagen de reunión social, ya no le pertenece (en Francia sobre todo tras la Ley de Cultos de 1905). De los dormitorios… ni hablo. En realidad sólo le queda el baño común y, sobre todo, el trastero, donde se arrumban los objetos desubicados y pretéritos. Es decir, la intimidad de los espacios no transeúntes.
Invocando a la figura de Teresa de Lisieux adoptamos, ya en el presente, una expresión amorosa evangélica y contemplativa desde un sentimiento de trastero. Esta es mi impresión. Y la impresión es que el cristianismo ya no puede ser Águila, sino pajarillo. Es decir: habla desde un carácter de pequeño vertebrado ovíparo, sentido de un simulado y vacuo estado de disminución cuando el Águila no supo volar. Teresa parece representar un hueco místico, un agujero de queso gruyere en medio de un mundo secular donde la cualidad del amor no requiere de conciencias teológicas, misterios divinos absolutos u ofrendas en la intimidad para ser lo que es. Simplemente, viendo en ella una figura reproducible e imitable, por ortodoxa u heterodoxa, amigo Xabier, creo yo nos acercamos a un estado espiritual pretendidamente emocionante cuanto más nutrido está de artificiosidad, de condición amorosa con importancia cada vez más escuálida.
Son palabras duras, lo sé. Leo tus palabras y entiendo que de la persona de Teresa de Lisieux, a la que no guardo animadversión alguna, puede extraerse un paradigma de mujer capaz de encajar en lo menos (límites personales y/o sociales) lo más (el amor divino). Sin embargo, el problema ya no es esta posibilidad de más en menos, sino de lo simple en lo complejo. No niego en Teresa la prueba de la madurez de lo que es simple y transparente por ser mujer de fe. No hay en ella pose. De acuerdo. Pero el catolicismo accede a ella leyéndola no como águila sino como pajarillo, lo que no constituye un estado simple, repito, sino de complejo. De un complejo en el que el amor se ofrece gustoso de ser parte de un desván. Modestamente, prefiero la cocina de santa Teresa de Jesús.

¿Teresa de Lisieux constituida como paradigma de santidad para la iglesia contemporánea, con su urna viajando por diversas iglesias allá y acullá? Esperamos sentados.

Contrapunto de Emilia

Fernando dá igual que seamos Aguilas que simple Pajarillos "en esta perra vida o vida de perra gorda ,como quieras ....al final todos nos igualamos ,en la única verdad absoluta que existe ,LA MUERTE

Fernando de nuevo

Emilia, amiga... Es posible que tengas razón, no tanto por la dirección de tus palabras (que la muerte nos iguale a todos), sino porque pones mayúsculas al estado de finitud. Bien. Doy la vuelta a tu exclamación, y me sirvo de ella para el tema que trata Xabier:

Aun a riesgo de que me lluevan piedras, creo que si hipotéticamente, -insisto- si se diera el caso de considerar a Teresa de Lisieux como un paradigma esencial de la espiritualidad católica presente (y no sólo una entre muchas, ni siquiera la más importante), entonces entendería que el tono vital de dicha espiritualidad traduce un estado religioso moribundo. Expresado de otra manera: se estaría constatando que en su seno ya no hay otra razón que quererse mucho -y sólo "quererse", nada más- en un marco de empequeñecimiento consentido e intransitivo (no transitable).

Contrapuntos varios:

Fernando ,puestos a suponer ,que para mí LA iglesia significara lo mismo para que para tí ,no veo a Santa Teresita ,cambiándola de altar .En La Iglesia hay muchisimas personas QUE VIVEN EL AMOR EVANGELICAMENTE ,otros muchos que NO ,pero eso pasa tambien en MI IGLESIA....somos humanos y como tal ,en todos los lugares VAMOS DEJANDO NUESTRA HUELLA ,CLARA O DESDEIBUJADA .
Yo también te doy un beso ,aunque sea virtual ,o también se puede "pecar " de pensamiento? (Emilia)

Me ha gustado la aportación de Fernando, y yo en particular no la he encontrado tan dura. Lo que es "es", y la historia de la época en que vivió Teresa de Lisieux cumple esa tautología impepinable. Los paradigmas en la historia del cristianismo son lo suficientemente diversos como que para cada cual tenga un amplio muestrario donde escoger, y yo tengo muy claro que el de Teresa de Lisieux sólo es uno más. Y finalmente siempre he creído que las comparaciones son odiosas, y el lugar y el momento histórico que vivió Teresa de Jesús poco se parece al de la santa de Alençon (J. Morrós)


Tiene gracia que después de tanto insistirle a Xabier, a penas tengo tiempo para escribir. me escapo un segundo pare decirle a emilia que uso el "paz y Bien" de francisco de Asís porque, aunque suelte espumarajos, aveces, me da paz y serenidad.Por otra parte, yo creo que la clave de Teresa de Lisieux (no hace falta compararla con Teresa de Jesús o Juan de la Cruz, de los que creo es alumna privilegiada)es su infinita confianza en saberse amada por Dios. Desde ahí, como recordará J.F. Six (recomiendo sus libros sobre teresa)rompe el acoso asfixiante de una reigiosidad jansenista de su época y de la nuestra. Desde ahí puede sentirse una con los pecadores, amados por Dios. Desde ahí puede decir que, desde la misericordia del Padre, desde la Resurrección del Hijo, "TODO ES GRACIA" porlo que González Faus en un precioso artículo la considera una "santa luterana".
Y aunque lo parezca, sobre todo si traducimos literalmente del francés, esto no es buenismo. es, sencillamente...
Y aunque lo parezca, sobre todo si traducimos iteralmente del francés, esto no es buenismo. es, sencillamente puro Evangelio. Sólo reconociéndonos amados por Dios podemos amar a los otros, mientras tanto, lo de 1Corintios 13...seremos no ya címbalos, sino panderetas a lo cañizares. (Mudejarillo)

En una palabra, ahora existen tres cosas :La Fé ,La Esperanza y El Amor ,pero la más importante de todas es el Amor .
Mudejarillo ,no tengo nada en contra ni a favor de Cañizares ,pero no juzgueis y no sereis juzgados !si ea que parece que no os sabeis el Evangelio y en vosotros tiene ,mucho pero que mucho delito ....ja..ja...ja ,no te ofendas Mudejar" Paz Y Bien .
Con tu afilado bisturí, Xabi, acabas de hacer un profundo, profundísimo, análisis religioso y antropológico. Magníficamente grandioso! Pero falta la pincelada que Vandermeersch hizo de la santa destacando su H O M B R I A. creo que conocerás su obra y que podrás entender este estrambótico comentario que te cuelgo (JMS)
Copio una frase del largo y denso texto de Xabier:

"Será bueno que un budista y un hindú, incluso un hombre o mujer no religiosos (no creyentes), puedan sentir el proyecto de amor de Teresa."

En mi caso has dado en el clavo. Llevo unos tres años de práctica de meditación zen y los textos de Teresa de Lisieux tienen un fundamento de experiencia espiritual que recuerdan mucho a la experiencia de vacío y no apego de la tradición budista zen.

Cuando me jubile, suponiendo que llegue claro, ya tengo un tema para investigar, pero como me quedan unos cuantos años seguro que algún japonés de esos inquietos me pasará delante. De momento los académicos japoneses expertos en budismo andan distraídos y ocupados con el maestro Eckhart pero con lo curiosos que son alguno habrá que se le ocurra tirar hacia épocas más recientes (Morrós).


Un amigo antiguo, gran amigo (¿Teresa neurótica?)

Querido Javier: Ayer descubrí tu pagina y mientras la leía, muchos recuerdos se me vinieron a la mente de momentos compartidos en Poyo, Salamanca y Roma. Respecto a ello te dejo con la intriga. Paso a reiniciar un diálogo suspendido por cuatro décadas (1979), tomando como excusa tu artículo sobre Teresita. Recuerdo a un Maestro que tuvimos ambos, el P. Vazquez, quien por entonces preparaba su tesis sobre la Infancia Espiritual. La idea que me quedó sobre su pensamiento (quizás distorsionada por el tiempo) es la afirmación que esta construcción espiritual tuvo su génesis y fue posible gracias a la neurosis que padecía Teresita.
Es una afirmación que no puedo corroborar en cuanto al diagnóstico psicológico, pero si comparto la opinión, y me animo a decir que se desprende también de tu análisis, que la espiritualidad que analizas, lleva la impronta de una historia personal trágica y traumatizante.
No es el único caso en la historia de las religiones. Idénticas huellas humanas en
todos los dioseaadel panteón que fuimos creando. Me guardo mi conclusión, que seguramente abriría una brecha que no quiero generar al reiniciar este diálogo.
Te conocí como un estudiante capaz y talentoso. Hoy descubro un hombre erúdito y apasionadamente humano, descubrimiento que reaviva en mi aquel afecto juenil.Por ello desde Argentina, mi mas cordial saludo
(Carlos Alberto Peña (((Carlos, amigo: ¡Seguimos en contacto!!


Palabra final de Emilita

Sólo quiero apuntar tres cosas.
En primer lugar, Xabier, Teresas de Lisieux en los Carmelos de todo el mudo, se han podido y seguramente se pueden encontrar, aún hoy, una por cada baldose del suelo de sus conventos. Pero no todas son santas. Algunas resultan neuróticas y otras, muy santas (por cierto ¿que es eso sin el canon de la Iglesia? Para la propia Teresa, la santidad “no consiste en esta o aquella práctica, sino en una disposición del corazón, etc.” Algo que ella adornó no obstante con unas obras, hasta cierto punto “heroicas”, y que curiosamente son las que han permanecido en las carmelitas.

El espíritu de Teresa de L. parece que está determinado por una espiritualidad de pérdida de estatus, en la que la línea rectora es el abajamiento, la pequeñez, mientras que en el mundo mo-derno, y en una de sus figuras paradigmáticas (Luther King) es cobrar el estatus perdido o nunca poseído (frente a la segregación racial, injusticia social y económica, o el desprecio del género femenino, por decir algo). Para Teresa, adquirir conciencia del Padre implica una percepción de pequeñez. Sin embargo, en nuestra conciencia actual podemos tener el convencimiento de fra-ternidad, a partir del cual podríamos adquirir la conciencia teológica del Padre, y no al revés. Y escribo esto consciente de que en el Evangelio el Padre es primario al sentimiento filial y de hermandad. Pero ahora podemos y de hecho nos sentimos hermanos con independencia de la consideración de ser hijos.

En segundo lugar, es un tipo de santidad que no se puede exigir. ¿Qué hubiera sido Teresa de Lisieux sin su espíritu de “victima” encarnado en obras que en algún aspecto pudiéran ser consideradas incluso auto punitivas, y que ella misma recomendó no dejar ejercer a las demás? No entro ni en aspectos históricos, ni personales ni mucho menos psicológicos, desde los que se ha estudiado exhaustivamente a la santa de los tiempos modernos, como curiosamente la llamó no sé qué Papa, ignorando quizás la psicología y la antropología de los hombres y mujeres de hoy que caminan precisamente, por sendas diversas de afirmación personal compartida.
Hay una falta en la extensión de la solidaridad dentro del grupo en el que precisamente está el ideal evangélico, que es suplido por Teresa con una autoafirmación personal (hizo cosas que nadie se percató que hacía, hasta ver las consecuencias) pero recabando un estatus de pequeñez consentido que en absoluto equilibra el sentido de grupo (que demanda el flujo de afirmación y sacrificio entre iguales). Quiero decir que si todas dentro del hormiguero religioso, se entregaran a la emulación de la historia y de la vida de la santa, como a veces se ha querido hacer, ese hormiguero caminaría hacia el suicidio colectivo. Todas, aceptando sin más la realidad, terminarían enfermas, incapaces, inhábiles para continuar el ritmo normal y racional de la existencia del grupo.

Y en tercer lugar, me choca este estudio tuyo, cuando hace apenas unas semanas nos convocabas a una rebelión contra el orden establecido. Sin llegar a éste grado de máximos, permíteme invocar con sentido crítico, marcando una espiritualidad que salvaguarde racionalmente el equilibrio del grupo religioso y llevando hacia una solidaridad entre iguales, donde personalidades individualistas no socaven su dinámica fundamental. Por eso, y apelando a tu consigna, creo que es necesaria una rebeldía contra el modelo de santidad que se propone en estas páginas, ya que puede llevar al individualismo por vía de autoabajamiento. Cierto que la Iglesia la ha visto como patrona de las misiones (la visión menos individual que se puede tener de alguien) pero en la acción cotidiana del grupo, la figura de Teresa de Lisieux puede llevar a un desequilibrio indivi-dualista donde alguien se aproveche del otro en vez de ofrecer juntos el mismo testimonio.

Y dicho todo esto, confieso mi admiración y cariño por Teresa de Lisieux, por su fe robusta, por su sentido del humor, por su finura a la hora de realizar actos de amor, por su esperanza a prueba de bombas, y sobre todo porque siempre hizo lo que quiso, sin que nadie a su alrededor se percatara de ello.

(Seguiremos)
Volver arriba