"Nunca reduzcas al otro a su error", porque equivocarse "es un episodio" Francisco: "Corregir es hacerse prójimo, no reprochar los pecados"
L’Osservatore Romano ha publicado el prefacio que el Santo Padre ha escrito para un libro-entrevista de Don Benito Giorgetta, el protagonista es un ex mafioso que ahora es colaborador de la justicia: si dejas al otro en su error sin corregirlo, equivale a una falta de ayuda
Francisco puede concluir que "se puede", es más, "se debe cambiar, no quedándose enterrado por el mal hecho; siempre se puede pasar a la otra orilla, aunque la navegación sea fatigosa y esté llena de peligros". Lo importante es no sentirse solo sino acompañado"
| por Gianluca Biccini
"Nunca reduzcas al otro a su error", porque equivocarse "es un episodio, un segmento de la vida, no la condición única y definitiva". Por el contrario, "es necesario ayudar a cada persona, con amor, a ir más allá de su propio error". Así escribe el Papa Francisco en la introducción de "Passiamo all'altra riva" (Vamos a la otra orilla), un libro-entrevista de don Benito Giorgetta con Luigi Bonaventura, antiguo mafioso ahora colaborador de la justicia.
Publicado directamente por el autor a través de la plataforma Youcanprint, el libro de 194 páginas lleva por subtítulo "¿Cambiar de vida? Hay otra orilla que alcanzar en cada uno de nosotros" y se basa en la intensa actividad del sacerdote y periodista de Molise, párroco de San Timoteo en Termoli, voluntario en la cárcel de Larino y responsable del hogar familiar Iktus que acoge a presos en libertad condicional, semilibertad o al cuidado de los servicios sociales. Con un epílogo de Don Luigi Ciotti, fundador de la asociación "Libera" contra los abusos de la mafia en toda Italia, la obra tiene un "valor añadido" en el texto papal que resume el "magisterio frecuente e intenso" de Bergoglio "impregnado del mensaje de la misericordia de Dios" hacia los presos, según explica Don Benito.
Sobre todo, el Obispo de Roma subraya la importancia de la "corrección fraterna" como "gesto de amor al hermano". Esto no significa -aclaró- "sentirse superior o mejor, sino ayudar y asistir a la otra persona a superar sus dificultades, poner tu hombro bajo su problema porque es débil, frágil y si tu hombro no está ahí, se derrumbará". Además, añade, "corregir significa 'sostener con': no reprochar a los demás sus pecados, sino, siendo su prójimo, ayudarles a superarlos, caminando juntos hacia la curación o hacia su inicio". De hecho, "el otro se curará porque ha sentido tu amor y ha sentido el deseo de amar". Es más, "si dejas al otro en su error, sin corregirlo, te conviertes en corresponsable, si no le ayudas esto equivale a una falta de ayuda"; como la de aquellos que presencian accidentes de tráfico y pasan de largo sin detenerse.
A veces -continúa el Papa Francisco en su análisis- "casi se tiene miedo de ser contaminado" por los impíos. En cambio, "debo interesarme por él, hacerme cargo de él, hacer todo lo que pueda para salvarlo". ¿Cómo? El Papa enumera una serie de respuestas prácticas y concretas, como es su estilo pastoral. En primer lugar", dice, "debo darle lo que necesita. Inmediatamente. Ámalo con sinceridad y luego sufre por los pecados que comete". Y luego "reza por él", porque "la oración me convierte en la mano de Dios sobre él, en el signo de su preocupación paternal a través de mi presencia". El Espíritu Santo hará el resto".
En definitiva, sugiere el Pontífice, "hay que dar un primer paso", mientras que "es indigno cuando una persona mira a otra con una actitud de superioridad". Y "esto encuentra un ejemplo concreto en la experiencia" del entrevistado, que se ha convertido "con su valiente y arriesgada elección en una semilla de esperanza sembrada en los surcos de una sociedad atrapada exclusivamente en sus negocios y en sus mil compromisos, distraída frente a lo que realmente cuenta". Pero también es una semilla sembrada en las tierras más afectadas por el azote de la mafia. Al igual que toda semilla recibe la lluvia, se fecunda y germina, el testimonio de un hombre de la mafia puede arraigar en las conciencias y sensibilidades de quienes quieren una sociedad en la que tengan cabida los derechos de la persona, la legalidad y la dignidad reconocida para todos, especialmente para los más débiles, frágiles, descartados y marginados".
Al mismo tiempo, "las respuestas-testimonios de Bonaventura son una rica exposición de la atormentada vida de una persona que, adoctrinada e imbuida por la mafia, actuó criminalmente, pero también son un rayo de luz y de vida nueva porque, abandonada la lógica del abuso, Luigi se abrió a una nueva visión".
Por lo tanto, el Papa Francisco puede concluir que "se puede", es más, "se debe cambiar, no quedándose enterrado por el mal hecho; siempre se puede pasar a la otra orilla, aunque la navegación sea fatigosa y esté llena de peligros". Lo importante es no sentirse solo sino acompañado. Como dijo Jesús" frente al "mar cuando invitó a los discípulos diciendo: "Vamos a la otra orilla". Estaba con ellos. No solo"