El Papa entrega el Premio Pablo VI al presidente italiano Francisco agradece a Mattarella su "testimonio coherente y cortés de servicio y de responsabilidad"
"La tentación generalizada, en todas las épocas, incluso en los mejores sistemas políticos" es la de "servirse de la autoridad en lugar de servir a través de la autoridad"
Al entregar el Premio Pablo VI al presidente de la República italiana, Mattarella, el Papa Francisco recordó la invitación del Papa Montini a la responsabilidad por el bien común: es necesario ir contracorriente "con respecto al clima de derrotismo y reclamación, sentir propias las necesidades de los demás"
| Tiziana Campisi
(Vatican News).- “Creo que la entrega hoy del Premio Pablo VI al presidente Mattarella es, en efecto, una bella ocasión para celebrar el valor y la dignidad del servicio, el más alto estilo del vivir, que antepone a los demás a las propias expectativas”. Francisco entregó el premio al presidente de la República italiana en un acto celebrado en la Sala Clementina.
La distinción, nacida por iniciativa del Instituto Pablo VI para señalar a personalidades eminentes que se hayan distinguido en los diversos ámbitos de la cultura y en la promoción de la justa convivencia humana y que, de diferentes maneras, testimonien la vitalidad del legado espiritual del Papa Montini, se concede a Mattarella "por su dedicación al bien común en un compromiso político inspirado en los valores cristianos y, al mismo tiempo, riguroso al servicio de las instituciones civiles".
En su discurso, el Pontífice recordó que el mismo Pablo VI, a los representantes de la Unión Europea de los Demócratas Cristianos, en 1972, "dijo que quienes ejercen el poder público deben considerarse 'servidores de sus compatriotas, con el desinterés y la integridad que corresponden a su alta función'". En una audiencia general – el 9 de octubre de 1968– Montini precisó entonces que "el deber de servicio es inherente a la autoridad" y que "cuanto mayor es el deber, tanto más elevada es la autoridad". Pero "la tentación generalizada, en todas las épocas, incluso en los mejores sistemas políticos" es la de "servirse de la autoridad en lugar de servir a través de la autoridad", observó Francisco, señalando cómo "es fácil subirse a un pedestal" y difícil, en cambio, "bajarse al servicio de los demás".
Servicio y responsabilidad
El Papa subrayó que "servir crea alegría y hace bien ante todo a quien sirve" y recordó a este respecto lo que Alessandro Manzoni, definido por Pablo VI "genio universal", "tesoro inagotable de sabiduría moral", "maestro de vida", escribió en "I promessi sposi" (Los novios):
"Se debería pensar más en hacer el bien, que en estar bien: y así también se acabaría siendo mejor".
Pero el servicio corre el riesgo de seguir siendo un ideal bastante abstracto sin una segunda palabra que nunca puede separarse de él: responsabilidad. Es, como la propia palabra indica, la capacidad de ofrecer respuestas, basándose en el propio compromiso, sin esperar a que otros las den. ¡Cuántas veces, señor presidente, antes con el ejemplo que con las palabras, ha apelado usted a ella! También en esto no se puede dejar de notar una fructífera afinidad con Giovanni Battista Montini.
El compromiso de cada uno por el bien común
Además, de Pablo VI, Francisco recordó la Carta apostólica Octogesima adveniens, donde se subraya que "de poco sirven las palabras 'si no van acompañadas en cada uno de una conciencia más viva de la propia responsabilidad', porque – prosigue el documento – es demasiado fácil descargar en los demás la responsabilidad de la injusticia, si no se está convencido al mismo tiempo de que cada uno participa en ella y de que es necesaria ante todo la conversión personal". Una afirmación que sigue siendo actual, constató el Papa, "cuando es casi automático inculpar a los demás, mientras la pasión por el conjunto se debilita y el compromiso común corre el riesgo de eclipsar las necesidades del individuo".
La responsabilidad, en cambio, como tantos ciudadanos de Emilia Romaña nos han demostrado en los últimos días, llama a todos a ir contracorriente respecto al clima de derrotismo y lamentación, a sentir las necesidades de los demás como propias y a redescubrirse como partes insustituibles del tejido social y humano único al que todos pertenecemos.
Compromiso por la legalidad
Sobre la responsabilidad, Francisco habló también de "compromiso por la legalidad", que "requiere lucha", "determinación" y también "memoria de los que sacrificaron su vida por la justicia", como Piersanti Mattarella, hermano del jefe del Estado italiano, "las víctimas de la matanza mafiosa de Capaci".
San Pablo VI constataba que en las sociedades democráticas no faltan instituciones, pactos y estatutos, pero "falta a menudo la observancia libre y honesta de la legalidad" y que en ellas "se levanta el egoísmo colectivo". También en este terreno, señor presidente, con su palabra y su ejemplo, corroborados por lo que ha vivido, es usted un consecuente maestro de responsabilidad.
El sueño de Pablo VI: comunidades solidarias
Por último, el Papa recordó la importancia que San Pablo VI atribuyó a la "responsabilidad de cada uno por el mundo de todos", con su invitación, en la Populorum progressio, a "luchar sin resignarse ante los desequilibrios de las injusticias planetarias" y a "afrontar los desafíos climáticos", convencido de que el medio ambiente se volvería intolerable para el hombre "como consecuencia de la actividad destructiva del hombre mismo que, enseñoreándose sobre la creación, se encontraría ya sin control sobre ella".
Montini "nos ha dejado el desafiante legado de construir comunidades solidarias", reconoció Francisco, añadiendo que el sueño de su predecesor de "comunidades de participación y de vida", que se esforzaran "por construir una solidaridad activa y vivida", "chocó con varias pesadillas que se hicieron realidad", como el "terrible asunto de Aldo Moro".
Y al final de su discurso, el Papa, complacido de entregar al presidente Mattarella el Premio Pablo VI, por ser un "testimonio coherente y cortés de servicio y de responsabilidad", citó de nuevo al Papa Montini, que escribió en Evangelii nuntiandi: "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros, o si escucha a los maestros lo hace porque son testigos".
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