"No podemos ser verdaderos padres sin experimentar el ser hijos" Francisco pide a los agustinos recoletos "valentía creativa" para "llevar a cabo la misión de la Iglesia en el mundo"
"Es tiempo de caminar juntos, siempre hacia adelante, con la mirada y el corazón centrados en Jesús"
El Papa ofrece la figura de San José y recuerda que "todo consagrado, todo religioso, todo sacerdote está llamado, como José, a tener un «corazón de padre»"
Tiempo de sinodalidad, tiempos de "valentía creativa". El Papa Francisco ha recibido al capítulo general de los agustinos recoletos, a los que ha agradecido el "proceso de renovación y revitalización carismática" que llevan a cabo desde hace años.
En su discurso, Bergoglio ha subrayado que "es tiempo de caminar juntos, siempre hacia adelante, con la mirada y el corazón centrados en Jesús", en este momento de sinodalidad "en comunión con toda la Iglesia". Así, les propuso "volver a contemplar la figura de san José, cuya solemnidad celebraremos el próximo sábado, y a quien ustedes veneran como Protector de la Orden", de cuyo carisma subrayó dos aspectos.
En primer lugar, el Papa recordó que "todo consagrado, todo religioso, todo sacerdote está llamado, como José, a tener un «corazón de padre»", es decir, "un corazón inquieto que se desvela por amar y cuidar a los hijos e hijas que le han sido confiados, especialmente a los más frágiles, a los que sufren, a los que no han tenido la experiencia del amor paterno; y no descansar hasta llevarlos a Dios, al encuentro con Él".
"No olvidemos que no podemos ser verdaderos padres sin experimentar el ser hijos, hijos del Padre celestial, que nos ama y sabe lo que nos hace falta", advirtió.
En segundo lugar, Francisco destacó la "valentía creativa" de san José, que "se fió de Dios, confió en Él plenamente, y ofreció todas sus capacidades, sus talentos y habilidades para servirlo". Y "Dios, a su vez, se fió de José, y le dio su gracia para poder llevar adelante la difícil misión que le encomendaba", subrayó.
"Así nosotros hoy, como en el día de nuestra consagración, llevemos al altar todo lo que somos, y dejemos que el Señor lo transforme en una «ofrenda viva, santa y agradable a Él» (Rm 12,1). Y, después de esta oblación, salgamos a la misión con confianza, valentía y creatividad. Él está con nosotros, camina a nuestro lado y nos ayuda a tomar decisiones", concluyó, animando a los recoletos a "seguir adelante, con confianza en la promesa del Señor, para llevar a cabo la misión de la Iglesia en el mundo".
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