"Redescubrir la esperanza, anunciar la esperanza y construir la esperanza" El Papa pide "valor para construir un mundo fraterno y pacífico, cuando parece que no vale la pena comprometerse"

El Papa
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"La necesitan los pueblos y las naciones que afrontan el mañana cargados de preocupaciones y temores, mientras las injusticias se  prolongan con arrogancia, los pobres son descartados, las guerras siembran la muerte, los últimos siguen estando al final de la lista y el sueño de un mundo fraterno corre el riesgo de aparecer como  un espejismo"

"Cada uno de nosotros necesita esperanza; la necesitan nuestras vidas a veces  cansadas y heridas, nuestros corazones sedientos de verdad, bondad y belleza, nuestros sueños que  ninguna oscuridad puede apagar"

"Hermanos y hermanas, que el Señor resucitado y ascendido al cielo nos dé la gracia de redescubrir la esperanza, de anunciar la esperanza y de construir la esperanza". Tras la entrega de la Bula del Jubileo 2025, el Papa presidió las vísperas por la festividad de la Asunción en la basílica de San Pedro.

Durante su homilía, Francisco recordó que "la Ascensión del Señor no es un distanciamiento, una separación, un alejamiento de nosotros, sino que es el cumplimiento de su misión: Jesús bajó a nosotros para hacernos subir hasta el Padre; se abajó para enaltecernos; descendió a las profundidades de la tierra para que el cielo se  abriera de par en par sobre nosotros".

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Papa
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"Él destruyó nuestra muerte para que pudiéramos recibir la vida, para siempre", clamó el Papa, quien recordó que este es el fundamento de la esperanza, precisamente, el lema del Año Jubilar.

"Esta esperanza ―enraizada en Cristo muerto y resucitado―, es la que queremos celebrar, acoger y anunciar al mundo entero en el próximo Jubileo, que ya está a la vuelta  de la esquina", subrayó, señalando que la esperanza cristiana "sostiene el camino de nuestra vida, incluso cuando se vuelve tortuoso y difícil; abre ante nosotros horizontes de futuro cuando la resignación y el pesimismo quisieran tenernos prisioneros; nos hace ver el bien posible cuando el mal parece prevalecer; nos infunde serenidad cuando el corazón está agobiado por el  fracaso y el pecado; nos hace soñar con una humanidad nueva y nos infunde valor para construir un  mundo fraterno y pacífico, cuando parece que no vale la pena comprometerse".  

El Cristo de la Basílica del Vaticano
El Cristo de la Basílica del Vaticano

Cantores de esperanza frente a la desesperación

"Elevemos nuestro corazón a Cristo, para convertirnos en cantores de esperanza en un mundo marcado  por un exceso de desesperación", recalcó Francisco, quien animó a hacerla realidad "con los gestos, con las palabras, con nuestras elecciones cotidianas,  con la paciencia de sembrar un poco de belleza y de amabilidad en donde quiera que estemos".

Y es que, hoy, "nos hace falta la esperanza", en mitad de "la sociedad en la que vivimos, a menudo  inmersa sólo en el presente e incapaz de mirar hacia el futuro". La necesita también, añadió, "nuestra época, que a veces se arrastra cansadamente entre la monotonía del individualismo y del “irla pasando”".

También, "la creación, gravemente herida y desfigurada por el egoísmo humano". "La necesitan los pueblos y las naciones que afrontan el mañana cargados de preocupaciones y temores, mientras las injusticias se  prolongan con arrogancia, los pobres son descartados, las guerras siembran la muerte, los últimos siguen estando al final de la lista y el sueño de un mundo fraterno corre el riesgo de aparecer como  un espejismo", incidió el pontífice, que también recordó a los jóvenes, los ancianos y los enfermos.

"La Iglesia necesita esperanza, para que, incluso cuando experimente el peso de la fatiga y de  la fragilidad, no olvide nunca que es la Esposa de Cristo, amada con amor eterno y fiel, llamada a  custodiar la luz del Evangelio, enviada para llevar a todos el fuego que Jesús trajo y encendió en el  mundo de una vez para siempre", concluyó Bergoglio, insistiendo en que "cada uno de nosotros necesita esperanza; la necesitan nuestras vidas a veces  cansadas y heridas, nuestros corazones sedientos de verdad, bondad y belleza, nuestros sueños que  ninguna oscuridad puede apagar".

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