Francisco denuncia la violación de derechos de los migrantes "con la complicidad de las autoridades" "Ustedes no son números, sino personas de carne y hueso, rostros, sueños a veces rotos"
El naufragio es una experiencia que gran cantidad de hombres, mujeres y niños han vivido durante estos años en el Mediterráneo. Y lamentablemente para muchos de ellos ha sido trágica. Pero hay otro naufragio que tiene lugar mientras ocurren estos hechos: es el naufragio de la civilización, que amenaza no sólo a los refugiados, sino a todos nosotros
Quizá en este momento, mientras estamos aquí, algunas barcas estén atravesando el mar desde el sur hacia el norte. Recemos por estos hermanos y hermanas que arriesgan la vida en el mar, en busca de esperanza. También ustedes vivieron este drama, y llegaron aquí
Vuestras historias evocan las de miles y miles de personas que en estos últimos días se han visto forzadas a huir de Ucrania a causa de la guerra. Pero también las de muchos otros hombres y mujeres que, buscando un lugar seguro, se han visto obligados a dejar la propia casa y la propia tierra en Asia, en África y en las América
Tú has dado voz a la súplica sofocada de millones de migrantes cuyos derechos fundamentales son violados, a veces lamentablemente con la complicidad de las autoridades competentes
No caigamos en esta trampa. Respondamos al desafío de los migrantes y de los refugiados con el estilo de la humanidad, encendamos hogueras de fraternidad, en torno a las cuales las personas puedan calentarse, recuperarse y reavivar la esperanza
Vuestras historias evocan las de miles y miles de personas que en estos últimos días se han visto forzadas a huir de Ucrania a causa de la guerra. Pero también las de muchos otros hombres y mujeres que, buscando un lugar seguro, se han visto obligados a dejar la propia casa y la propia tierra en Asia, en África y en las América
Tú has dado voz a la súplica sofocada de millones de migrantes cuyos derechos fundamentales son violados, a veces lamentablemente con la complicidad de las autoridades competentes
No caigamos en esta trampa. Respondamos al desafío de los migrantes y de los refugiados con el estilo de la humanidad, encendamos hogueras de fraternidad, en torno a las cuales las personas puedan calentarse, recuperarse y reavivar la esperanza
No caigamos en esta trampa. Respondamos al desafío de los migrantes y de los refugiados con el estilo de la humanidad, encendamos hogueras de fraternidad, en torno a las cuales las personas puedan calentarse, recuperarse y reavivar la esperanza
Antes de tomar el vuelo de regreso a Roma, Francisco quiso tocar, besar, sentir las llagas del dolor de los más pobres. De los que huyeron de su tierra, de su país, buscando un futuro mejor, y se vieron golpeados por el drama de las mafias, de la violencia, de la incomprensión, de la muerte, del olvido.
En su visita al centro para migrantes “Giovanni XXIII Peace Lab” de Hal Far, Bergoglio conoció de primera mano algunos testimonios, denunció la sistemática "violación de los derechos fundamentales" que sufren miles de seres humanos "con la complicidad de las autoridades competentes" y lanzó un grito y un compromiso: "Ustedes no son números, sino personas de carne y hueso, rostros, sueños a veces rotos".
Daniel es de #Nigeria
— Eva Fernández (@evaenlaradio) April 3, 2022
Tras atravesar el desierto intentó llegar a #Malta en varias ocasiones.
Por el camino, al atravesar el #Mediterraneo perdió a varios amigos.
Hoy se lo contará al #Papa. #Refugee#PopeinMaltapic.twitter.com/xQslL15EvC
Daniel (cuyo testimonio íntegro podrán leer en esta misma página) y Siriman relataron al Papa sus peripecias, haciéndose "portavoces de tantos hermanos y hermanas obligados a dejar la patria para buscar un refugio seguro". Como ya hiciera en Lesbos, o en Lampedusa, el Papa se comprometió a no olvidarles nunca. "Los llevo siempre en el corazón y están siempre presentes en mis oraciones", les dijo.
El naufragio de la civilización
"El naufragio es una experiencia que gran cantidad de hombres, mujeres y niños han vivido durante estos años en el Mediterráneo", admitió. "Y lamentablemente para muchos de ellos ha sido trágica", señaló, recalcando que "hay otro naufragio que tiene lugar mientras ocurren estos hechos: es el naufragio de la civilización, que amenaza no sólo a los refugiados, sino a todos nosotros".
"¿Cómo podemos salvarnos de este naufragio que amenaza con hundir la nave de nuestra civilización?", se preguntó Francisco. "Comportándonos con humanidad. Mirando a las personas no como números, sino como lo que son, es decir, rostros, historias, sencillamente hombres y mujeres, hermanos y hermanas".
"Y pensando que en el lugar de esa persona que veo en una embarcación o en el mar, a través de la televisión o de una foto, podría estar yo, o mi hijo, o mi hija", reflexionó. "Quizá en este momento, mientras estamos aquí, algunas barcas estén atravesando el mar desde el sur hacia el norte. Recemos por estos hermanos y hermanas que arriesgan la vida en el mar, en busca de esperanza. También ustedes vivieron este drama, y llegaron aquí".
Las historias de hoy, apuntó Bergoglio, "evocan las de miles y miles de personas que en estos últimos días se han visto forzadas a huir de Ucrania a causa de la guerra. Pero también las de muchos otros hombres y mujeres que, buscando un lugar seguro, se han visto obligados a dejar la propia casa y la propia tierra en Asia, en África y en las Américas. A todos ellos se dirige mi pensamiento y mi oración en este momento".
Un desgarro que deja marca
Reflexionando sobre la marcha del hogar, Francisco lo calificó de "desgarro, un desgarro que deja la marca" y cuya herida necesita "tiempo, y sobre todo, experiencias ricas de humanidad: encontrar personas acogedoras, que saben escuchar, comprender, acompañar; y también estar junto con otros compañeros de viaje para compartir, para llevar juntos el peso. Esto ayuda a cicatrizar las heridas".
"Pienso en los centros de acogida, ¡qué importante es que sean lugares de humanidad!", recalcó, agradeciendo el trabajo de profesionales y voluntarios. y soñando en voz alta: "Que ustedes migrantes, después de haber experimentado una acogida rica de humanidad y fraternidad, puedan llegar a ser en primera persona testigos y animadores de acogida y de fraternidad".
"Considero muy importante que en el mundo de hoy los migrantes se conviertan en testigos de los valores humanos esenciales para una vida digna y fraterna", valores que "ustedes llevan dentro, que pertenecen a sus raíces", porque "una vez que la herida del desgarro, del desarraigo, haya cicatrizado, ustedes pueden hacer emerger esta riqueza que llevan dentro, un patrimonio de humanidad muy valioso, y ponerla a disposición de la comunidad en la que han sido acogidos y en los ambientes donde se integran".
"¡Este es el camino! El camino de la fraternidad y de la amistad social. Aquí está el futuro de la familia humana en un mundo globalizado. Estoy contento de poder compartir hoy este sueño con ustedes, así como ustedes, con vuestros testimonios, han compartido vuestros sueños conmigo", glosó.
El sueño de la libertad y la democracia
Haciendo referencia al testimonio de Siriman, el Papa reivindicó "el sueño de la libertad y de la democracia" con el que, muchas veces, viajan los migrantes a esta 'Tierra prometida', Europa. "Este sueño choca con una realidad dura, a menudo peligrosa, en ocasiones terrible, deshumana. Tú has dado voz a la súplica sofocada de millones de migrantes cuyos derechos fundamentales son violados, a veces lamentablemente con la complicidad de las autoridades competentes. Y has llamado la atención sobre el punto clave: la dignidad de la persona. Lo repito con tus propias palabras: ustedes no son números, sino personas de carne y hueso, rostros, sueños a veces rotos".
"Desde aquí se puede y se debe volver a empezar: desde las personas y desde su dignidad", gritó Francisco, quien pidió que "no nos dejemos engañar por quien dice: 'No hay nada que hacer', 'son problemas más grandes que nosotros', 'yo me dedico a mis asuntos y los otros que se arreglen'. No. No caigamos en esta trampa".
El estilo de la humanidad
Más bien al contrario: "Respondamos al desafío de los migrantes y de los refugiados con el estilo de la humanidad, encendamos hogueras de fraternidad, en torno a las cuales las personas puedan calentarse, recuperarse y reavivar la esperanza". "Reforcemos el tejido de la amistad social y la cultura del encuentro, partiendo de lugares como este, que ciertamente no serán perfectos, pero son “laboratorios de paz”", recordó.
Refiriéndose a los gobernantes del mundo, el Papa pidió iluminar sus mentes "para que, al mismo tiempo que les procuran una digna prosperidad, aseguren a sus compatriotas el don hermosísimo de la paz" y así "echar por tierra las barreras que dividen a los unos de los otros, para estrechar los vínculos de la mutua caridad, para fomentar la recíproca comprensión, para perdonar, en fin, a cuantos nos hayan injuriado".
Tras sus palabras, el Papa encendió una vela ante la imagen de la Virgen, una pequeña llama "símbolo de la fe en Dios", explicó. "Y es también símbolo de la esperanza, una esperanza que María, nuestra Madre, sostiene en los momentos más difíciles. Es la esperanza que he visto hoy en vuestros ojos, que ha dado sentido a vuestro viaje y los hace seguir adelante. Que la Virgen los ayude a no perder nunca esta esperanza".
Ésta fue la oración:
Señor Dios, creador del universo,
fuente de libertad y de paz,
de amor y de fraternidad,
Tú nos has creado a tu imagen
y has infundido en todos nosotros tu soplo vital,
para hacernos partícipes de tu ser en comunión.
Aun cuando hemos quebrantado tu alianza
Tú no nos has abandonado en poder de la muerte
sino que en tu infinita misericordia
siempre nos has llamado a volver a Ti
y a vivir como tus hijos.
Infunde en nosotros tu Santo Espíritu
y danos un corazón nuevo,
capaz de escuchar el grito, a menudo silencioso,
de nuestros hermanos y hermanas que han perdido
el calor del hogar y de la patria.
Haz que podamos infundirles esperanza
con miradas y gestos de humanidad.
Haz de nosotros instrumentos de paz
y de amor fraterno concreto.
Líbranos de los miedos y de los prejuicios,
para hacer nuestros sus sufrimientos
y luchar juntos contra la injusticia;
para que crezca un mundo en el que cada persona
sea respetada en su inviolable dignidad,
esa que Tú, oh Padre, has puesto en nosotros
y tu Hijo ha consagrado para siempre.
Amén.
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