"Encontrar, escuchar, discernir": los tres verbos del Sínodo, según Bergoglio Francisco: "No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas. Escuchémonos"
"Dios no habita en lugares asépticos y tranquilos, lejos de la realidad, sino que camina a nuestro lado y nos alcanza allí donde estemos, en las rutas a veces ásperas de la vida"
"¿Estamos dispuestos a la aventura del camino o, temerosos ante lo incierto, preferimos refugiarnos en las excusas del “no hace falta” y del “siempre se ha hecho así”?"
"Estamos llamados a ser expertos en el arte del encuentro. No en organizar eventos o en hacer una reflexión teórica de los problemas, sino, ante todo, en tomarnos tiempo para estar con el Señor y favorecer el encuentro entre nosotros"
"Todo cambia cuando somos capaces de encuentros auténticos con Él y entre nosotros. Sin formalismos, sin falsedades, sin maquillajes"
"Jesús no tiene miedo de escuchar con el corazón y no sólo con los oídos. En efecto, su respuesta no se limitó a contestar la pregunta, sino que le permitió al hombre rico que contara su propia historia, que hablara de sí mismo con libertad"
"En la Iglesia, ¿cómo estamos con la escucha? ¿Cómo va “el oído” de nuestro corazón? ¿Permitimos a las personas que se expresen, que caminen en la fe aun cuando tengan recorridos de vida difíciles, que contribuyan a la vida de la comunidad sin que se les pongan trabas, sin que sean rechazadas o juzgadas?"
"El Espíritu nos pide que nos pongamos a la escucha de las preguntas, de los afanes, de las esperanzas de cada Iglesia, de cada pueblo y nación. Y también a la escucha del mundo, de los desafíos y los cambios que nos pone delante. No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas. Escuchémonos"
"La Palabra nos abre al discernimiento y lo ilumina, orienta el Sínodo para que no sea una “convención” eclesial, una conferencia de estudios o un congreso político, sino un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación guiado por el Espíritu Santo"
"Estamos llamados a ser expertos en el arte del encuentro. No en organizar eventos o en hacer una reflexión teórica de los problemas, sino, ante todo, en tomarnos tiempo para estar con el Señor y favorecer el encuentro entre nosotros"
"Todo cambia cuando somos capaces de encuentros auténticos con Él y entre nosotros. Sin formalismos, sin falsedades, sin maquillajes"
"Jesús no tiene miedo de escuchar con el corazón y no sólo con los oídos. En efecto, su respuesta no se limitó a contestar la pregunta, sino que le permitió al hombre rico que contara su propia historia, que hablara de sí mismo con libertad"
"En la Iglesia, ¿cómo estamos con la escucha? ¿Cómo va “el oído” de nuestro corazón? ¿Permitimos a las personas que se expresen, que caminen en la fe aun cuando tengan recorridos de vida difíciles, que contribuyan a la vida de la comunidad sin que se les pongan trabas, sin que sean rechazadas o juzgadas?"
"El Espíritu nos pide que nos pongamos a la escucha de las preguntas, de los afanes, de las esperanzas de cada Iglesia, de cada pueblo y nación. Y también a la escucha del mundo, de los desafíos y los cambios que nos pone delante. No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas. Escuchémonos"
"La Palabra nos abre al discernimiento y lo ilumina, orienta el Sínodo para que no sea una “convención” eclesial, una conferencia de estudios o un congreso político, sino un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación guiado por el Espíritu Santo"
"Jesús no tiene miedo de escuchar con el corazón y no sólo con los oídos. En efecto, su respuesta no se limitó a contestar la pregunta, sino que le permitió al hombre rico que contara su propia historia, que hablara de sí mismo con libertad"
"En la Iglesia, ¿cómo estamos con la escucha? ¿Cómo va “el oído” de nuestro corazón? ¿Permitimos a las personas que se expresen, que caminen en la fe aun cuando tengan recorridos de vida difíciles, que contribuyan a la vida de la comunidad sin que se les pongan trabas, sin que sean rechazadas o juzgadas?"
"El Espíritu nos pide que nos pongamos a la escucha de las preguntas, de los afanes, de las esperanzas de cada Iglesia, de cada pueblo y nación. Y también a la escucha del mundo, de los desafíos y los cambios que nos pone delante. No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas. Escuchémonos"
"La Palabra nos abre al discernimiento y lo ilumina, orienta el Sínodo para que no sea una “convención” eclesial, una conferencia de estudios o un congreso político, sino un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación guiado por el Espíritu Santo"
"El Espíritu nos pide que nos pongamos a la escucha de las preguntas, de los afanes, de las esperanzas de cada Iglesia, de cada pueblo y nación. Y también a la escucha del mundo, de los desafíos y los cambios que nos pone delante. No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas. Escuchémonos"
"La Palabra nos abre al discernimiento y lo ilumina, orienta el Sínodo para que no sea una “convención” eclesial, una conferencia de estudios o un congreso político, sino un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación guiado por el Espíritu Santo"
"Queridos hermanos y hermanas, ¡buen camino juntos!". Como si estuviera caminando hacia Compostela, el Papa Francisco abrió formalmente el Sínodo con una Eucaristía en la basílica de San Pedro en la que invitó a "ser peregrinos enamorados del Evangelio, abiertos a las sorpresas del Espíritu", y conjugó los tres 'verbos' de la asamblea, que marcará el futuro de la Iglesia católica: "Encontrar, escuchar, discernir".
"No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas. Escuchémonos", clamó Bergoglio, quien comenzó su homilía presentando a Jesús como un hombre "en camino, acompañando al hombre en su marcha y escuchando las preguntas que pueblan e inquietan su corazón". Con su ejemplo, comprobamos que "Dios no habita en lugares asépticos y tranquilos, lejos de la realidad, sino que camina a nuestro lado y nos alcanza allí donde estemos, en las rutas a veces ásperas de la vida".
¿Encarnamos el estilo de Dios?
"Hoy, al dar inicio al itinerario sinodal, todos —el Papa, los obispos, los sacerdotes, las religiosas y los religiosos, las hermanas y los hermanos laicos— comenzamos preguntándonos: nosotros, comunidad cristiana, ¿encarnamos el estilo de Dios, que camina en la historia y comparte las vicisitudes de la humanidad? ¿Estamos dispuestos a la aventura del camino o, temerosos ante lo incierto, preferimos refugiarnos en las excusas del “no hace falta” y del “siempre se ha hecho así”?", preguntó el Pontífice.
Porque "hacer sínodo significa caminar juntos en la misma dirección", con tres actitudes, como la de Jesús en su encuentro con el joven rico: "Encontrar, escuchar, discernir". En primer lugar, el encuentro, que "exige atención, tiempo, disponibilidad para encontrarse con el otro y dejarse interpelar por su inquietud", como Jesús, que "no se muestra distante, molesto o alterado, al contrario, se detiene con él. Está disponible para el encuentro. Nada lo deja indiferente, todo lo apasiona".
Encontrar rostros, cruzar miradas
"Encontrar los rostros, cruzar las miradas, compartir la historia de cada uno; esta es la cercanía de Jesús. Él sabe que un encuentro puede cambiar la vida. Y en el Evangelio abundan encuentros con Cristo que reaniman y curan", explicó Bergoglio.
"También nosotros, que comenzamos este camino, estamos llamados a ser expertos en el arte del encuentro", subrayó, advirtiendo que no se trata de "organizar eventos o hacer una reflexión teórica de los problemas, sino, ante todo, tomarnos tiempo para estar con el Señor y favorecer el encuentro entre nosotros". Para la oración y la adoración, y "para enfocarnos en el rostro y la palabra del otro, encontrarnos cara a cara, dejarnos alcanzar por las preguntas de las hermanas y los hermanos, ayudarnos para que la diversidad de los carismas, vocaciones y ministerios nos enriquezca".
"Todo encuentro —lo sabemos— requiere apertura, valentía, disponibilidad para dejarse interpelar por el rostro y la historia del otro", recordó Francisco, quien insistió en que "todo cambia cuando somos capaces de encuentros auténticos con Él y entre nosotros. Sin formalismos, sin falsedades, sin maquillajes".
"En la Iglesia, ¿cómo estamos con la escucha?"
En segundo lugar, la escucha. "Un verdadero encuentro sólo nace de la escucha", dijo el Papa, de nuevo poniendo el ejemplo de Jesús. "Jesús no tiene miedo de escuchar con el corazón y no sólo con los oídos". "Cuando escuchamos con el corazón sucede esto: el otro se siente acogido, no juzgado, libre para contar la propia experiencia de vida y el propio camino espiritual", explicó.
¿Permitimos a las personas que se expresen, que caminen en la fe aun cuando tengan recorridos de vida difíciles, que contribuyan a la vida de la comunidad sin que se les pongan trabas, sin que sean rechazadas o juzgadas?
Y se (nos) preguntó: "En la Iglesia, ¿cómo estamos con la escucha? ¿Cómo va “el oído” de nuestro corazón? ¿Permitimos a las personas que se expresen, que caminen en la fe aun cuando tengan recorridos de vida difíciles, que contribuyan a la vida de la comunidad sin que se les pongan trabas, sin que sean rechazadas o juzgadas?". Cuestiones necesarias hoy, porque hacer sínodo "es un ejercicio lento, quizá fatigoso, para aprender a escucharnos mutuamente —obispos, sacerdotes, religiosos y laicos— evitando respuestas artificiales y superficiales".
"El Espíritu nos pide que nos pongamos a la escucha de las preguntas, de los afanes, de las esperanzas de cada Iglesia, de cada pueblo y nación. Y también a la escucha del mundo, de los desafíos y los cambios que nos pone delante. No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas. Escuchémonos", insistió.
Que el Sínodo no sea una convención eclesial
Por último, discernir. "El encuentro y la escucha recíproca no son algo que acaba en sí mismo, que deja las cosas tal como están. Al contrario, cuando entramos en diálogo, iniciamos el debate y el camino, y al final no somos los mismos de antes, hemos cambiado", tal y como sucede con el joven rico que habla con Jesús. Y con nosotros, añadió Bergoglio.
"El sínodo es un camino de discernimiento espiritual, que se realiza en la adoración, en la oración, en contacto con la Palabra de Dios", apuntó el Papa, insistiendo en que el Sínodo "no sea una “convención” eclesial, una conferencia de estudios o un congreso político, sino un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación guiado por el Espíritu Santo".
"Jesús, como hizo con el hombre rico del Evangelio, nos llama en estos días a vaciarnos, a liberarnos de lo que es mundano, y también de nuestras cerrazones y de nuestros modelos pastorales repetitivos; a interrogarnos sobre lo que Dios nos quiere decir en este tiempo y en qué dirección quiere orientarnos".
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