(JCR)
Lo sentimos, pero se nos ha pasado. El pasado 26 de diciembre moría en Vancouver
(Canadá) el teólogo camerunés Jean Marc Éla. Fue el mejor exponente de la teología africana de la liberación. Autor de varios libros de renombre, en castellano sólo están publicados “Fe y Liberación en África” (editorial Mundo Negro) y “El grito del hombre africano” (publicado por Verbo Divino).
Nacido en 1936 en el sur de Camerún, Jean Marc Éla pasó 24 años de su vida sacerdotal trabajando en parroquias rurales del remoto y muy pobre norte de su país, entre los kirdi. Esta experiencia le marcó profundamente e hizo de él un teólogo que encontró su inspiración entre los más pobres. El solía llamar a sus ideas “la teología bajo el granero”. Directo, provocador y gran ideólogo de la inculturación, cuando durante los años 80 fue capellán universitario en Yaundé, sus misas de los sábados por la tarde en la Universidad nacional se llenaban de cientos de jóvenes que no se perdían ni una de sus palabras. Sin embargo, en gran medida Éla fue más conocido en círculos teológicos fuera de su país. En Camerún no llegó a enseñar nunca en la Universidad Católica ni en ningún seminario, y parece que tuvo pocas simpatías entre los obispos.
Tuve la suerte de encontrarle en su casa de Yaundé en 1989, donde le entrevisté para Mundo Negro. Vivía en un barrio pobre y vivía con una gran austeridad, sin coche ni teléfono. Crítico con los dirigentes de su país, donde su presidente Paul Biya lleva en el poder desde que el chupa-chups valía una peseta (1982) y que ha tenido el poco envidiable puesto de ser considerado como el país más corrupto del mundo, en 1995 se marchó al exilio en Canadá. Si no lo hubiera hecho, lo más probable es que hubiera terminado como su colega y amigo el jesuita y también teólogo Engelvert Mveng, que fue asesinado pocos meses antes por una de las sociedades secretas ligadas al poder político.
En España se conoce poco de la teología africana. Es cierto que su producción teológica no es tan abundante y sistemática como la elaborada en otros lugares del llamado Tercer Mundo, como América Latina y Asia. La Iglesia africana ha tenido siempre un carácter más práctico, y con los tiempos que corren desde hace algunos años los sacerdotes que han estudiado alguna licenciatura o doctorado hacen poca investigación, apenas tienen interés por decir algo novedoso y se recluyen fácilmente en seminarios o universidades católicas donde el precio por permanecer en tan jugoso puesto es limitarse a repetir lo que dicen los libros de texto y no aventurarse por sendas que podrían traer problemas con sus obispos. Si Jean Marc Éla hubiera sido un teólogo así lo más seguro es que hubiera terminado sus días confortablemente en su Camerún natal sin vivir preocupado por ningún tipo de amenazas.