V DOMINGO DE CUARESMA/CICLO C/7-04-2019
Evangelio y Breve comentario del V Domingo de Cuaresma en el Ciclo C.
| Francisco Baena Calvo
V DOMINGO DE CUARESMA/CICLO C/7-04-2019
EVANGELIO DEL DÍA: Jn 8,1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:- «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:- «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.Jesús se incorporó y le preguntó:- «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».Ella contestó:- «Ninguno, Señor».Jesús dijo:- «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
COMENTARIO:
Celebramos el V domingo de Cuaresma. Decía J. Aldazabal que “el sentido de la Cuaresma cristiana se puede resumir así: la Cuaresma nos introduce en la celebración, cada año más intensa, del Misterio Pascual de Cristo….La Cuaresma no es, pues, fin en sí misma, sino que culmina y se perfecciona en la Pascua.”
En este Domingo de la Quinta Semana de Cuaresma leemos el Evangelio de San Juan (Jn 8,1-11). Después de retirarse al monte de los Olivos, Jesús va al templo y los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio. Y, frente a la actitud de los escribas y fariseos, prontos a juzgar de manera poco misericordiosa y a condenar, Jesús la condena y le invita a no pecar más desde ese momento. El Evangelio nos llama a la conversión y a reconocer la bondad de Dios misericordioso, muy en la línea de la parábola del hijo pródigo.
Dios mío, concédenos la paciencia que todo lo alcanza, la fe que destruye la increencia y la desconfianza, la humildad que agrieta la soberbia y el orgullo, la oración que fortalece la creencia en el Dios que nos salva. Amén.
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