XXX MIÉRCOLES DEL TIEMPO ORDINARIO/ CICLO B/31-10-2018
XXX MIÉRCOLES DEL TIEMPO ORDINARIO/ CICLO B/31-10-2018
EVANGELIO DEL DÍA: Lc 13,22-30
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?»
Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»
COMENTARIO:
Celebramos el Miércoles de la Trigésimo Semana del Tiempo Ordinario. Comprendemos que en los orígenes del Cristianismo tenemos una experiencia muy precisa, la experiencia de unos hombres, muchos de ellos marginados y alejados de la Ley, pescadores y recaudadores de impuestos, cuyos pasos se convirtieron en un encuentro gozoso con el Misterio. Y en medio de sus afanes escucharon una voz que les gritaba: "¡Ven y sígueme!"
En el Evangelio de este Miércoles de la XXX Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 13,22-30)
Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, camino de Jerusalén. Y uno le pregunta si son muchos los que se salven. Y Jesús les invita a entrar por la puerta estrecha, y a esforzarse para que el Día final sean reconocidos, sabiendo que "Al Atardecer de la vida nos examinarán del amor".
Esa actitud vigilante debe de estar acompañada siempre de una actitud decidida por el servicio y la entrega. Además, la responsabilidad personal estará en proporción de los dones recibidos: “Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá”.
Pidamos a Dios que nos conceda la capacidad de dar y de darnos. Amén.
www.marinaveracruz.net
EVANGELIO DEL DÍA: Lc 13,22-30
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?»
Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»
COMENTARIO:
Celebramos el Miércoles de la Trigésimo Semana del Tiempo Ordinario. Comprendemos que en los orígenes del Cristianismo tenemos una experiencia muy precisa, la experiencia de unos hombres, muchos de ellos marginados y alejados de la Ley, pescadores y recaudadores de impuestos, cuyos pasos se convirtieron en un encuentro gozoso con el Misterio. Y en medio de sus afanes escucharon una voz que les gritaba: "¡Ven y sígueme!"
En el Evangelio de este Miércoles de la XXX Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 13,22-30)
Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, camino de Jerusalén. Y uno le pregunta si son muchos los que se salven. Y Jesús les invita a entrar por la puerta estrecha, y a esforzarse para que el Día final sean reconocidos, sabiendo que "Al Atardecer de la vida nos examinarán del amor".
Esa actitud vigilante debe de estar acompañada siempre de una actitud decidida por el servicio y la entrega. Además, la responsabilidad personal estará en proporción de los dones recibidos: “Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá”.
Pidamos a Dios que nos conceda la capacidad de dar y de darnos. Amén.
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