El acto se celebró en el Centro Pastoral San Carlos Borromeo Celebración Interreligiosa en memoria de las víctimas de Melilla-Nador
Aunque el número oficial de víctimas asciende a 23 fallecidos, la periodista Helena Maleno señaló que ya han podido documentar 39 muertes, aunque pueden ser muchas más., porque hubo muchos heridos y trasladados en autobuses fuera de Marruecos”, apunta Javier Baeza, quien añade que “la omisión de socorro que sufrieron puede que haya hecho que este número desgraciadamente se quede pequeño”
“Protagonizamos hoy un encuentro con la esencia del ser humano, ya sea desde la religión o desde la desnudez absoluta, tal como venimos al mundo. Recordamos que las fronteras son lugares de sufrimiento, de separación de dos mundos: el enriquecido y el empobrecido, y espacios donde se normalizan las muchas violaciones de los Derechos Humanos que se cometen en sus perímetros”, señala Baeza
El domingo 3 de julio, en Centro Pastoral San Carlos Borromeo, de Madrid, acogió, “junto a los hermanos y hermanas de la Mezquita de Lavapiés y las compañeras de Red interlavapiés, un acto interreligioso por las víctimas de la masacre en la frontera de Melilla-Nador, aunando nuestras creencias fraternalmente junto a personas no adscritas a ninguna confesión religiosa, pero que defienden la justicia social, los Derechos Humanos y la dignidad de las personas en tránsito”.
“Todas y todos creyentes en la humanidad”, como suele decir el sacerdote Javier Baeza. Sobre la mesa de la celebración, pan de pita y dátiles, como alimentos sagrados, y arroz, base de la nutrición de tantos países del mundo, con el deseo de que, como semilla, “nos fecunde mutuamente y nos ayuden a transformar la realidad”, como señalan en un comunicado.
“Agua, símbolo de vida y velas que se encienden en memoria de nuestros hermanos, esos jóvenes que venían buscando vida y futuro para sus familias y que, en vez del alimento compartido, encontraron la muerte”.
“Helena Maleno cuenta que ya han podido documentar 39 muertes, aunque pueden ser muchas más... Hubo muchos heridos y trasladados en autobuses fuera de Marruecos”, apunta Javier Baeza, quien añade que “la omisión de socorro que sufrieron puede que haya hecho que este número desgraciadamente se quede pequeño”
Un espacio para orar, pedir la paz y compartir
La celebración comenzó con un minuto de silencio en recuerdo de todas las víctimas y con la oración del imán senegalés de Lavapiés, seguida de la lectura del texto del Evangelio.
La música de Luis Guitarra y la voz de Carmen Sara y los poemas en francés y en castellano que se recitaron, han convertido San Carlos Borromeo “en un espacio para agradecer, orar, pedir la paz y compartir -juntos- nuestros deseos de justicia, porque la fe, ya sea en Dios o en la persona, es liberadora y busca la dignidad de todos y todas”.
“Protagonizamos hoy un encuentro con la esencia del ser humano, ya sea desde la religión o desde la desnudez absoluta, tal como venimos al mundo. Recordamos que las fronteras son lugares de sufrimiento, de separación de dos mundos: el enriquecido y el empobrecido, y espacios donde se normalizan las muchas violaciones de los Derechos Humanos que se cometen en sus perímetros”, señala Baeza.
“Visibilizar el horror de lo que pasa en ellas y las políticas migratorias que llevan a cabo nuestros dirigentes, con resultado de tantas muertes que se hubieran podido evitar con vías legales y seguras, asumir que los países del primer mundo esquilman y se enriquecen a costa del sufrimiento de los países africanos y asiáticos, debe interpelarnos, ya que, querámoslo o no, todos somos parte del conflicto y de sus consecuencias”, añaden los organizadores.
La hospitalidad, acto de disidencia
“Sabemos que nuestro compromiso de acogida desafía las leyes de extranjería y que la hospitalidad se convierte en un acto de disidencia -prosigue el sacerdote-. Porque este sistema ha quitado del centro a la persona y en su sitio ha colocado al ‘dios dinero’, con su sumo sacerdote, el mercado, que exige continuos sacrificios y nunca se sacia.
Como decía Casaldáliga, ‘detrás de cada injusticia hay una responsabilidad humana’. Y a este lado de la frontera, no siempre hay un país lleno de oportunidades. ¡Cuántas veces se considera a los hermanos y hermanas migrantes menos merecedores de lo mismo que disfrutamos!”.
“Reconocemos que el acogimiento nos ayuda a crear un espíritu de fraternidad y solidaridad que nos enriquece personal y colectivamente”, afirma Baeza. “Compartimos el pan y los dátiles, el agua fuente de vida, la música que nos dice ‘que todo es de todos’ y las voces se transforman en canción”.
Un mundo fraterno sin muros ni concertinas
El vicario episcopal para el Desarrollo Humano Integral de Madrid, José Luis Segovia Bernabé, que no pudo asistir, envió una oración con la que finalizó el acto interreligioso: “Que el Altísimo, Compasivo y Misericordioso, regale el paraíso a los difuntos y a los vivos nos otorgue la audacia de construir, con su ayuda, un mundo fraterno sin muros ni concertinas y sin las púas terribles de la indiferencia que mata y anestesia”.
Concluyó el encuentro con los participantes “dispuestos a seguir luchando para que todos los seres humanos sean tratados con dignidad y respeto, se reconozcan sus derechos y podamos derribar los muros y abrir caminos”.
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