Autor de 'Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano' (Ediciones Roca) Frederic Martel: “La jerarquía española es homófoba y profundamente homosexual y los obispos más homófobos son las más homosexuales”

“El sistema clerical católico está dominado por los homosexuales”

“La historia de este pontificado es la de un Papa 'gay-friendly', que está siendo atacado por cardenales muy homófobos, que son, a su vez, homófilos u homosexuales”

“Los obispos más homosexuales son los más partidarios del celibato obligatorio”

“Los abusadores se ven protegidos por la cultura global secretista, pensada para ocultar la homosexualidad reinante en la Iglesia”

“En la gran mayoría de los casos, los obispos que protegen a los abusadores son homosexuales”

"Un gran número de vocaciones sacerdotales de los años 50 y 60 son de homosexuales que entran en la Iglesia para esconderse"

"La homosexualidad en la Iglesia no es sana, como la que la gente puede vivir en el barrio de Chueca de Madrid, sino esquizofrénica, escondida y reprimida"

El sociólogo y periodista francés Frederic Martel (Châteaurenard, Francia, 1967) entrevistó en 4 años a 41 cardenales, 52 obispos, nuncios apostólicos, periodistas, embajadores extranjeros y más de 200 sacerdotes y seminaristas en busca del “secreto mejor guardado” de la Iglesia: que la homosexualidad es el “sistema dominante” que la rige. Una tesis que muchos sospechaban, pero que nadie, hasta ahora, había documentado. El periodista galo entró en el Vaticano y, sin abrir los armarios, destapó el “secreto de Polichinela”. El resultado es 'Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano', más de 600 páginas en las que Martel expone la doble vida y doble moral del catolicismo romano.

Martel entró en el Vaticano, donde se le abrieron todas las puertas, y desnudó el alma del sistema clerical de los últimos pontificados. Y documenta la prueba del algodón: la homosexualidad, unas veces latente y casta, otras veces manifiesta y promiscua, pero siempre teñida de homofobia, para camuflarla, es el corazón del sistema eclesiástico. Una ley. Lo que él llama “el código Maritain”, una clave que permite entender muchos de los fundamentos, de los comportamientos y de las estrategias del Vaticano.

A su juicio, en esa clave se explica desde el odio a las reformas del Papa Francisco, hasta la crisis de vocaciones sacerdotales, la plaga de los abusos clericales a menores, la paradoja de un discurso antihomosexual en un Vaticano mayoritariamente homosexual o la doble vida de gran parte del alto clero.

Convencido activista gay, Martel huye de hacer 'outing' y no pretende sacar a nadie a la fuerza del enorme armario vaticano. Pero lo hace sólo con contar sus visitas a cardenales vivos o descubrir las relaciones tejidas por algunos de los colaboradores más íntimos de Juan Pablo II ya fallecidos. Como el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, ejemplo perfecto, según el autor, de un homosexual activo y homófobo.

Por las páginas de su libro también deambulan otras grandes figuras eclesiásticas vaticanas y de diversas iglesias. Porque, en casi todas, se replica el mismo sistema homosexual dominante. Como en España, de la mano del vicepapa, Antonio María Rouco Varela y su posicionamiento abiertamente contrario (con manifestación pública incluida) al matrimonio gay.

Otro de los villanos de su libro es el otrora todopoderosos cardenal Angelo Sodano, que fue nuncio en Chile en tiempos de Pinochet y, después, número dos del Vaticano con Juan Pablo II, al que acusa de 'bendecir' al régimen pinochetista y ser amigo del sacerdote Fernando Karadima, un auténtico depredador sexual, al que protegió mientras pudo.

Martel y su libro

Buenos días. ¿Cómo van las ventas de tu libro 'Sodoma, poder y escándalo en el Vaticano'?

El libro que ya se está vendiendo, y muy bien, en Francia y en Portugal. Ya ha entrado en la lista de los best-sellers del New York Times en USA y está ya también entre los más vendidos en Italia, Suiza, Holanda, Canadá, Australia e Irlanda. Y pronto saldrá también en Alemania, en Croacia, en Eslovenia y en otros muchos países.

No en España

No, porque el libro sale a la venta en España el día 14 de marzo y todavía no está en librerías.

¿No le han excomulgado todavía?

Mi proceso está en marcha (ríe), pero será largo y, seguramente, beneficioso para mí.

¿Le están llegando reacciones por parte de la jerarquía católica?

Ninguna. Hubo algún pequeño desmentido. Por ejemplo, el cardenal Salazar, arzobispo de Bogotá, dijo que el capítulo sobre el también cardenal colombiano, Alfonso López Trujillo, era 'una calumnia absoluta'.

¿Tiene algo que decirle al cardenal Salazar por esa acusación tan grave?

Creo que el cardenal tiene que ser más prudente, porque todo lo que cuento sobre monseñor López Trujillo será confirmado por numerosos testimonios de sacerdotes y obispos. De ahí que, en cierto sentido, es una pequeña calumnia decir que lo que en mi libro cuento sobre el fallecido cardenal colombiano es una calumnia. En cualquier caso, la actitud de Salazar es inaudita, porque tenemos muchas pruebas contra Alfonso López Trujillo.

¿Y, entre el público, en general, qué tipo de reacciones está habiendo?

En general, las reacciones son muy interesantes, porque, el universo católico está muy dividido. Hay una parte que critica el libro más o menos. Y hay otra parte de católicos y de medios de comunicación que consideran que era necesario que todo esto saliese a la luz y que, de hecho, esto era lo que suele definirse como un 'secreto de Polichinela', es decir algo que todo el mundo conocía.

Martel

Dicen que tiene muchas cosas guardadas para rebatir o, incluso, para defenderse ante la Justicia de eventuales querellas

Éste no es un libro de 'outing'. Yo no revelo la homosexualidad de los cardenales vivos. No es, pues, un libro, para señalar a personas, sino un libro que se interesa por un sistema. Ésa es la clave. A mí no me planeta problema alguno el que un sacerdote, un obispo o un cardenal sea homosexual.

No quiere denunciarlos. Lo único que quiero hacer es contar que, desde hace más de 50 años, la Iglesia viene mintiendo sobre esta realidad.

También le acusan de aportar datos no demasiado exactos y sin contrastar sobre algunos personajes eclesiásticos

No se trata de que los datos no sean exactos, sino de que, según la legislación francesa o española no se puede señalar a alguien como homosexual. Hay, pues, un aspecto legal y, además, otro moral, porque yo no quiero hacer outing a nadie. Y, por eso, me fijo más en el conjunto del sistema que en las personas individuales. Además, para aportar todavía mayor información, voy a publicar más de 400 páginas de notas y de bibliografía y de referencias de artículos, que estarán pronto online, y que permitirá a la gente de tener todos los datos a su alcance.

Vamos a alguna de las claves profundas de su obra. Por ejemplo, aquella en la que usted sostiene que “los obispos cuanto más homófobos más homosexuales son”

Me di cuenta que muchas personas pensaban que había una contradicción entre una persona que es homosexual y, al mismo tiempo, se muestra como furibundamente homófobo. Porque hay varios tipos de homosexuales. Por un lado están los homosexuales homófilos, que, en el fondo, se sienten atraídos por los hombres, pero son fieles a su voto de castidad y tienen una psicología y una sensibilidad homosexual.

F. Martel

Perdone, pero ¿el homosexual nace o se hace?

No, no creo que se nazca homosexual. En cualquier caso, un homosexual lo puede ser sin practicar su homosexualidad. Ésos son los homófilos, una figura paradójica en sí misma, porque sus miembros siguen siendo castos.

¿Hay muchos homosexuales homófilos en la Iglesia?

Muchos.

Si el homosexual no nace, ¿por qué llega a serlo?

La respuesta está en las reglas sociológicas. No se trata de un accidente ni de ovejas perdidas ni de un lobby. Se trata de sociología. Ésa es la clave. En los años 50 0 60, en Francia, España o Italia, una persona que a los 20 años se descubre homosexual o que empiezan a darse cuenta de que tiene un problema, por ejemplo no les gusta estar con mujeres, no quiere casarse y es criticado por su entorno o, en la Universidad, se burlan de su estilo un poco femenino, esa persona está condenada. Si vive en un pueblo o en una ciudad pequeña, su vida va a ser miserable. Si eres de una familia burguesa, vas a deshonrarla. Por lo tanto, la solución que tenía era la de hacerse cura.

El sacerdocio como un lugar idóneo para esconderse

Sí y para encontrar un el sitio adecuado para solucionar su problema. Por lo tanto, se trata de un fenómeno sociológico masivo. Y un gran número de vocaciones sacerdotales que entran en la Iglesia en esos años son homosexuales. Y posiblemente quieren ser fieles a su voto de castidad y posiblemente tengan fe, pero, a pesar de todo, siguen teniendo sensibilidad homosexual y una cultura homosexual.

¿Y cuál es el problema?

El problema es que el sistema eclesiástico se va a construir sobre la hipocresía, sobre la mentira y sobre la doble vida. Y esta gente va a tener que luchar contra sus propias inclinaciones a lo largo de toda su vida.

¡Igual que los heterosexuales!

Sí, pero con la particularidad de que los aspirantes a curas se forman en un mundo cerrado, sólo de hombres, donde no hay mujeres. Y, por lo tanto, están inmersos en un universo muy homoerótico, sobre todo en los seminarios.

¿La tentación está ahí, omnipresente para ellos?

La tentación está ahí y, además, es posible que un cardenal de 90 años justifique la castidad, pero, en un mundo que va a descubrir la liberación sexual, que va a descubrir la liberación homosexual, se produce un choque entre una sociedad que se liberaliza y en la que los homosexuales se tornan visibles, orgullosos de serlo, y la Iglesia, que se va a ver obligada a esconder todavía más su secreto. Esa paradoja crea un inmenso problema cada vez más difícil.

Creo que para muchos sacerdotes, obispos y cardenales, que quizás no sabían que eran homosexuales a los 20, se dan cuenta de que son homófilos a los 25 y comienzan a asumir que son homosexuales a los 30, en su recorrido vital global, la castidad va a ser para ellos algo muy difícil de vivir.

¿Qué relación hay entre la homosexualidad y la pederastia?

Ninguna. No hay relación entre homosexualidad y abuso sexual. Si analizamos el fenómeno de los abusos en todo el mundo, se constata que la heterosexualidad es su causa principal. La mayoría de los abusos sexuales se comenten en el ámbito familiar o en el ámbito escolar. La mayoría de los abusos sexuales son heterosexuales. Por otra razón muy sencilla: hay muchos más heterosexuales que homosexuales en el mundo. Las estadísticas son muy claras a este respecto: En general, en la sociedad, la mayoría de los abusadores son heterosexuales. Salvo en la Iglesia. En esta última se produce una especificidad. En la Iglesia, estamos en un universo muy masculino. Por eso, todos los estudios de los que disponemos del episcopado americano, del Boston Globe y de otros organismos demuestran que entre el 80 y el 85% de las víctimas son adultos, a menudo seminaristas, o menores. Ésta es la especificidad de la Iglesia católica.

Vaticano y bandera gay
Vaticano y bandera gay

¿Esa particularidad tiene que ver con que los menores están al alcance de los posibles abusadores?

Procede de que, en la Iglesia, se da un universo muy homosexualizado y, además, un universo donde no se da una homosexualidad normal. No es una homosexualidad sana como la que la gente puede vivir en el barrio de Chueca de Madrid.

¿Es una homosexualidad escondida y reprimida?

Eso es, reprimida. Una homosexualidad de mentira, de doble vida, de esquizofrenia. De mentira hacia los demás y hacia sí mismos. Una homosexualidad, pues, muy compleja, muy retorcida. Cuando pienso en sacerdotes u obispos como Tony Anatrella o el cardenal Pell, Karadima o Marcial Maciel son casos excesivos, pero en todos ellos se da la misma constante: no reconocen ser homosexuales. Y es que el discurso de la Iglesia ha reprimido mucho a todas estas personas, aunque, evidentemente, estamos ante casos patológicos. Luego, la Iglesia tiene mucha responsabilidad en todo esto. Además, la homosexualidad en la Iglesia tiene otra característica diferenciadora en el campo de los abusos: el cover-up, el encubrimiento, la protección de los abusadores.

¿Por qué?

Porque la Iglesia ha creado una cultura del secreto y vive en ella al menos desde los años 60. Esa cultura existía antes, pero, en los años 60, a causa de la liberación sexual que se produce en la sociedad, la Iglesia tiene que encerrarse más, esconderse más. Y esta cultura todopoderosa del secreto está integrada por muchas personas que tratan de ocultar su secreto, fue creada ante todo como una cultura del secreto de la homosexualidad de una gran número de curas, obispos y cardenales. Desde entonces, la cultura del secreto ha sido tan reforzada que un determinado número de clérigos que mantienen relaciones abusadoras con adultos o con menores y que se van a ver protegidos por esta cultura global secretista, cuando, en un primer momento, estaba pensada para proteger solo el secreto de la homosexualidad. Una cultura secretista, en la que todo entra en el mismo saco y de una forma inextricable.

¿Quiere eso decir que, generalmente, un obispo que protege a un cura homosexual es porque él mismo tiene algo que ocultar?

Eso es. Normalmente es porque él también es homosexual. Y si ese sacerdote comete un abuso sexual, el obispo no intenta defender al abusado, sino que quiere defenderse a sí mismo. Protegiendo al cura abusador, se protege a sí mismo. Porque el obispo tiene miedo de los medios de comunicación, tiene miedo del eventual proceso y del escándalo. Por eso, va a trasladar al sacerdote de parroquia, para protegerse a sí mismo. En la gran mayoría de los casos, los obispos que protegen a los abusadores son homosexuales ellos mismos.

Frederic Martel
Frederic Martel

También puede haber casos en los que los obispos encubridores de los abusos lo que pretenden es tapar asuntos turbios de índole económica, por ejemplo.

Sí, puede haber otros motivos para encubrir, pero, para mí, el motivo fundamental es el miedo. En el fondo, si escuchamos bien el discurso de Benedicto XVI o del cardenal Ratzinger durante más de 30 años, descubrimos un discurso en el que se va a mezclar constantemente homosexualidad y abuso sexual. En el fondo, la Iglesia proclama que lo peor es la homosexualidad, que es un vicio intrínsecamente desordenado. Hay cientos de entrevistas, decretos, discursos, homilías y encíclicas contra la homosexualidad.

En el fondo, el cardenal Ratzinger no distingue entre una relación homosexual consentida entre adultos y una relación patológica ya sea con menores o con adultos que no consienten. Y esta imposibilidad de distinguir estas dos formas de relación es la culpa principal de la Iglesia, que conduce a la crisis de los abusos sexuales.

Es decir, para la Iglesia el ejercicio de la homosexualidad sigue siendo un pecado

Exactamente y eso, cuando en la sociedad es algo legalizado, mientras la Iglesia no separa las relaciones homosexuales consentidas de las abusadoras.

¿Por que los obispos más homosexuales son los más partidarios del celibato obligatorio?

Los obispos homosexuales son los más partidarios del celibato obligatorio, porque les conviene. Cuando a un homosexual se le dice, no te vas a casar y vas a formar parte de un universo de hombres, para él es una solución. Mientras que los heterosexuales viven muy mal la castidad y el celibato, porque se les priva de vivir su sexualidad normal con una mujer. En el fondo, los homosexuales consideran que la Iglesia les va a evitar casarse.

¿Es un refugio para ellos?

Sí, la Iglesia es una refugio para los homosexuales.

Por eso, en su libro sostiene que las reformas del Papa Francisco son rechazadas por la jerarquía homosexual, porque ponen en peligro su propia seguridad.

Efectivamente, hay muchos sacerdotes homosexuales a los que no les gusta el Papa Francisco, porque, en el fondo, el sistema, hasta ahora, estaba claro y era suficientemente seguro. Tu podías ser homosexual y entrabas en la Iglesia, mostrabas tu homofobia hacia afuera y estabas perfectamente protegido y, en el seno del sistema, la tolerancia era muy grande. De hecho, no hay contradicción entre ser homosexual y ser homófobo. Es decir, ambas cosas están íntimamente vinculadas: el sacerdote o el obispo que es homófobo quiere esconder su propia homosexualidad. Por eso tanto en España como en otras partes, cuanto más homófobo sea un obispo más homosexual es. De hecho, ésa es la clave para reconocerlos. Y los sacerdotes heterosexuales no son homófobos, porque, para ellos, la homosexualidad no es un problema y aceptan la homosexualidad, porque ellos son bastante claros con su castidad. De ahí que todo el sistema clerical esté construido sobre una gran mentira y sobre la doble vida.

F. Martel
F. Martel

¿El sistema clerical está dominado por el clero homosexual?

Sí, yo creo que sí, que el sistema clerical católico está dominado por los homosexuales

¿En qué porcentaje? He visto que se le atribuye la afirmación de que el 80% del clero católico es homosexual.

No, yo no doy porcentajes, porque no lo sé. ¿Cómo saberlo? Nadie lo sabe. Yo cito a un determinado número de curas, que conocen muy bien la Curia romana, donde vivieron durante 20 o 30 años, que aseguran que el 80% del clero del Vaticano es homosexual. Por eso, yo les cito, pero no valido estas afirmaciones. En cambio, cuando estudio un grupo pequeño de unos 12 cardenales, muy próximos a Juan Pablo II, las grandes figuras de su pontificado, descubro, basándome en hechos precisos, no en rumores, que 6 de ellos, la mitad, son homosexuales. Eso puedo decirlo, porque estudié a personas que conocemos, pero no puedo extrapolar los datos y generalizar las conclusiones y atribuirlas al conjunto de la Curia romana.

Pero, a su juicio, ¿el sistema eclesiástico está dominado por los homosexuales, en la actualidad?

Sí, hoy, sí.

¿Y antes, en los anteriores pontificados?

También. Durante el pontificado de Pablo VI estamos ante un sistema muy homófilo en torno al Papa, es decir cardenales homosexuales quizás castos. Con Juan Pablo II, el sistema comienza a desordenarse intrínsecamente, por retomar una expresión eclesial. Hay muchos homosexuales practicantes en el entorno del Papa Wojtyla. En el pontificado de Benedicto XVI esta tendencia continúa y va a perturbar profundamente a la Iglesia hasta el punto de contribuir a su caída. Y francisco es heredero de este sistema muy homosexualizado.

¿A su juicio, hay 'salvación' para la Iglesia, después de la crisis de la pederastia?

No se puede hablar todavía de un después de la crisis, porque estamos inmersos en esa crisis, que puede durar mucho tiempo, porque las razones que la provocaron siguen estando presentes y vigentes.

¿Cuáles son esas razones?

Sigue vigente el sistema de encubrimiento, el sistema mentiroso de la homosexualidad reprimida y tenemos una homosexualidad muy generalizada en la Iglesia. Por lo tanto, los abusos van a continuar, por el hecho de esta homosexualidad reprimida y escondida y rechazada, y por la cultura del secreto.

Papa Francisco

Entonces, ¿qué esta haciendo al respecto el Papa Francisco?

Creo que Francisco intenta hacer evolucionar la doctrina, pero también está siendo muy atacado por los cardenales conservadores, que le reprochan, en el fondo, que es 'gay-friendly', aunque sólo lo es parcialmente. Pero sobre todo ha hecho evolucionar mucho las cosas en el ámbito de los abusos. A mí, al principio, no me gustaba demasiado el Papa Francisco. Me parecía demasiado argentino, peronista y jesuita. Y para los franceses, un jesuita es alguien complicado de entrada. Me parecía que este Papa un día era 'gay-friendly' y otro día antigay, con medias verdades que, a veces, eran mentiras. Por lo tanto, de entrada, no me gustaba. Con el paso del tiempo, comencé a entender mejor las cosas. Ví como en Argentina había sido atacado por cardenales de extrema derecha, muy homófobos y, al mismo tiempo, homosexuales. Y lo mismo le pasaba en España, donde era atacado por vuestros cardenales de extrema derecha y a los que el propio Papa califica de los 'rígidos' que llevan una doble vida.

En el fondo, la historia de este pontificado es la de un Papa 'gay-friendly', que está siendo atacado por cardenales muy homófobos, que son, a su vez, homófilos u homosexuales. Es, pues, algo increíble la historia de su pontificado. Y, entonces, pasé a amarlo y a entender que había caído en una trampa, que estaba siendo atacado injustamente por una cordada, por una camarilla, que complotaba contra él, y todo eso lo hizo simpático a mis ojos.

¿En estas circunstancias, qué margen de maniobra tiene el Papa?

Bastante escasa, pero Francisco es muy astuto y muy inteligente y está decidido a actuar. Por eso, diría que la suerte de su pontificado va a depender básicamente del tiempo. Es decir, si va a seguir siendo Papa diez años más o si, por razones de salud u otras, va a renunciar. Si va a seguir siendo Papa hasta dentro de unos diez años, como yo deseo, va a cambiar a fondo el colegio cardenalicio. Si, por el contrario, su pontificado llagase pronto a su fin, el riesgo es que se pueda volver atrás.

En el fondo, una cuestión de poder

Como decía Oscar Wilde, en el mundo todo gira en torno al sexo, excepto el sexo, que gira en torno al poder. Eso es el Vaticano.

¿La jerarquía española es homófoba?

Sí, la jerarquía española es homófoba y profundamente homosexual.

¿Las dos cosas?

Las dos son lo mismo: La homofobia va de la mano de la homosexualidad. De hecho, como ya he comentado, los más homófobos son los más homosexuales.

Otro personaje que sale en su libro y que está de moda últimamente es el cardenal Pell, que acaba de ingresar hace unos días en prisión tras ser declarado culpable de cinco delitos de abuso sexuales sobre dos menores.

Conocí en persona a George Pell y le entrevisté para mi libro. Pell es un enemigo del Papa Francisco. Cuando me reuní con él estuvo todo el tiempo criticándole por su visión progresista de la moralidad. Atacaba al Papa por considerarlo demasiado gay-friendly, muy pro-gay. Probablemente Pell sea homosexual y, según lo que ha dicho la Justicia, un abusador de menores. Pell representa la esquizofrenia que hay en la Iglesia, la doble vida, la hipocresía, el conservadurismo, los homófobos que atacan al Papa por su apertura hacia los gays, cuando ellos mismos son gays y, en el caso de Pell, abusador de niños. Hay muchos así.

Sodoma

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