Entrevista al rector del Seminario Conciliar de Barcelona Salvador Bacardit: “La llamada de Dios sigue siendo plenamente vigente”
“Estamos contentos, pese a las dificultades, de esta treintena de seminaristas que se van preparando con ilusión hacia el ministerio”
“Los jóvenes de hoy que entran al seminario tiene procedencias diversas y viven la llamada vocacional de una forma muy personal”
“A pesar de la secularización, la necesidad de cultivar la vida interior existe aquí tanto o más que en otros lugares. Todo el mundo necesita encontrar el sentido a su vida”
“A pesar de la secularización, la necesidad de cultivar la vida interior existe aquí tanto o más que en otros lugares. Todo el mundo necesita encontrar el sentido a su vida”
Los tiempos evolucionan y las sociedades se van modelando en función de las circunstancias de cada época. Si bien hace tan solo algunas décadas el ambiente para iniciar los estudios que encaminan al sacerdocio era mucho más propicio que hoy, la función esencial de los formadores de seminaristas (acompañar espiritualmente a quienes se sienten llamados a ser sacerdotes) permanece inalterable. Así lo entiende Salvador Bacardit Fígols (Barcelona, 1952), que desde julio de 2020 es rector del Seminario Mayor y Menor Diocesano de Barcelona, institución educativa encargada de la formación de los futuros sacerdotes de Barcelona y del obispado de Sant Feliu de Llobregat.
Licenciado en Ciencias de la Información y en Teología Moral, fue ordenado presbítero en Mollet del Vallés en 1979. En 1985 dejó el cargo como vicario de Santa Cecilia y partió hacia el norte de Chile como misionero en la diócesis de Copiacó. Regresó a Barcelona el año de las olimpiadas y pasó a formar parte del equipo formador del Seminario Mayor y delegado de Pastoral Vocacional. Más tarde sería rector de la Iglesia Mayor de Santa Coloma de Gramenet y delegado de Pastoral Social y Cáritas. Los últimos cargos ejercidos antes de su nombramiento como rector, han sido el de de la parròquia de Sant Vicenç de Sarrià y delegado diocesano para la Formación y Acompañamiento del Clero. Tras ocho meses al frente del seminario, afronta con optimismo el Día de San José.
¿Qué le llevó a entrar en el seminario en su juventud?
La historia de mi vocación sacerdotal empezó cuando tenía 18 años, favorecida por mi entorno familiar y por mi relación con la parroquia donde participaba, cuyos sacerdotes me hicieron el acompañamiento inicial antes de ingresar en el Seminario de Barcelona. Fue una decisión tomada con el discernimiento y el acompañamiento adecuados, dada la conformidad con la familia y la buena relación con los sacerdotes que me acompañaron.
¿Cómo afrontan este Día de San José, el primero que vive como Rector del Seminario Conciliar de Barcelona?
Al tratarse del primer año, uno se lo toma con mucha ilusión y motivación. Y hemos de agradecer que a pesar de las limitaciones impuestas por la pandemia el curso ha podido desarrollarse con cierta normalidad desde el inicio hasta hoy. Además, la buena convivencia de la que gozamos garantiza que podamos disfrutar con plenitud y alegría la fiesta del Día del Seminario. Y de cara al exterior, este día siempre es una oportunidad de dar a conocer más la realidad de los seminarios con esperanza, a sabiendas de la pobreza vocacional actual en nuestro país y en el mundo occidental. Estamos contentos, pese a las dificultades, de esta treintena de seminaristas que se van preparando con ilusión hacia el ministerio.
¿Han cambiado mucho las cosas desde sus primeras experiencias como formador de seminaristas, primero en Chile en los 80 y luego en Barcelona en los 90?
Ciertamente, desde entonces hasta ahora todo ha cambiado mucho, pero lo fundamental, que es la persona y las aptitudes con que llegan al seminario los candidatos, permanece. La experiencia me ha permitido ver las dificultades que tienen los seminaristas, ver cómo los podemos ayudar más a que vayan superando ciertos problemas o dificultades de índole familiar o formativa que a veces arrastran desde antes de ingresar al seminario. Cada cual tiene su historia, y en ese sentido, aunque haya cambiado mucho el ambiente social durante las últimas décadas, el hecho de acompañar a las personas supone el mismo reto de siempre.
¿Cómo viven la carencia de sacerdotes y seminaristas de las últimas décadas y a qué creen que es debida?
El factor más genérico de esta crisis vocacional es sobre todo el descenso demográfico. A menos natalidad, menos vocaciones. Por otra parte, entre quienes entran a los seminarios hay procedencias diversas: más allá de que sus familias sean católicas o no, los jóvenes viven la llamada vocacional de una forma muy personal y variada. Esto hace pensar que Dios continúa llamando como lo ha hecho siempre, aunque bien es cierto que no recibe una respuesta tan masiva como hace algunas décadas. En España, particularmente durante la época del nacionalcatolicismo, el ambiente era más favorable a la vida sacerdotal, que tenía un prestigio mayor del que tiene hoy. Pero esto eran factores ambientales y sociológicos de aquellos años. Creo que aunque las condiciones hayan cambiado, la llamada de Dios sigue plenamente vigente.
¿Qué peso tienen en la vida sacerdotal los consejos evangélicos (votos de castidad, pobreza y obediencia)?
Los consejos evangélicos tienen un fundamento muy arraigado en el Evangelio. Para los sacerdotes diocesanos esta dimensión no es propiamente constitutiva, aunque sí muy valorada. Entre los que están en parroquias, muchos de ellos viven solos, o a veces con algún compañero o incluso con algún familiar. Pero también se valora que puedan vivir acompañados, en pequeños grupos de convivencia, de vida o de colaboración pastoral más cercana. Por tanto, esta dimensión de la pobreza que significa llevar una vida austera no quiere decir que los que renunciamos a la vida matrimonial o a crear una familia propia tengamos que estar en una situación de soledad no deseada. Los consejos evangélicos se tienen que entender como algo muy positivo: renunciamos a unas formas concretas de amar para poder seguir a Jesús con más fidelidad y poder amar más a todo el mundo en su nombre.
¿Se pierden muchas vocaciones en el tránsito entre el seminario menor y el mayor?
El seminario es una escuela de formación. Pero si durante este tiempo de formación, que también es un tiempo de discernimiento y de verificación de la vocación, uno ve que ese no es su camino y el equipo de formadores también lo considera así, hay que plantearlo abiertamente. A veces uno mismo toma la decisión de dejar este camino y a veces somos nosotros quienes le aconsejamos para que haga otro tipo de opción en su vida. Lo cual no es ningún fracaso, porque el seminario también contempla este objetivo de verificar esa vocación, y si esa persona reúne todas las condiciones para poder ejercer el sacerdocio de forma equilibrada en todos los sentidos: espiritual, psicológico, social. Esto lo podemos verificar gracias a la convivencia en el seminario, que comporta acompañamiento espiritual, estudios y actividad pastoral en las parroquias y permite que las personas podamos conocernos mutuamente.
¿Qué papel han jugado las nuevas tecnologías digitales en el seminario durante el último año?
Desde hace un par de semanas vuelven a haber clases presenciales en los primeros cursos de filosofía. Pero lo cierto es que desde septiembre hasta ahora las conexiones telemáticas han permitido a los seminaristas seguir las clases con todas las garantías. En cualquier caso, pese a las ventajas de las nuevas tecnologías de la comunicación, tanto los alumnos como el equipo de formadores consideramos que no hay nada mejor que la relación presencial.
Las herramientas digitales permiten, además, disponer de muchos más canales para hacer campañas vocacionales y llegar, por tanto, a más público.
Confiamos mucho en estas herramientas. Desde el seminario editamos una revista en papel llamada Portal obert, que enviamos a parroquias y comunidades religiosas, aunque es verdad que llegamos a mucha más gente a través de nuestra web, que incluye, entre otras informaciones, las biografías de los seminaristas y del equipo formativo, las actividades que realizamos, horarios y planes de formación.
Desde el punto de vista sociológico, Cataluña es una de las regiones más secularizadas del Estado. ¿Ven peligrar la renovación del clero catalán?
No, al contrario. Pienso que el tener que bregar con un ambiente marcado por esta fuerte secularización supone un reto y ha de motivarnos para que salgan pastores bien preparados para atender a las comunidades. Si las circunstancias no acompañan, con más motivo habrá que hacer frente a la situación propositivamente, sabiendo dar razón de esta esperanza que queremos comunicar a través del anuncio del Evangelio de Jesús que hoy puede dar sentido a mucha gente. Porque a pesar de todo, la necesidad de cultivar la vida interior existe aquí tanto o más que en otros lugares. Todo el mundo necesita encontrar el sentido a su vida. Hay mucha gente joven con inquietudes espirituales que quizás no participan directamente de la vida sacramental en una comunidad parroquial, pero que pueden encontrar en su camino a pastores acogedores que puedan acompañarlos.
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