Ramón Jaúregui llevará las riedas de la interlocución El Vaticano pierde a Fernández de la Vega
La salida de María Teresa Fernández de la Vega del Gobierno, que coordinaba hasta ahora todos los asuntos relacionados con la Iglesia católica, deja a la Santa Sede sin una interlocutora eficaz, que había logrado desatascar viejos contenciosos entre el Ejecutivo socialista y el Vaticano y se había empleado a fondo para engrasar las relaciones bilaterales. Lo cuenta Pedro Ontoso en El Correo, confirmado lo anunciado en exclusiva por RD.
Es cierto que en la embajada de España ante la Santa Sede continúa Francisco Vázquez, al que también se adjudica gran parte del mérito para que en estos momentos no existan problemas de calado entre Roma y Madrid. Pero el ex alcalde de La Coruña tiene ya un pie en la capital española para hacerse cargo de las responsabilidades del Defensor del Pueblo. «Cuenta con todos los 'ok', pero la decisión no está tomada», se asegura en su entorno.
De la Vega y Vázquez han formado un támden decisivo a la hora de recuperar la sintonía entre el Gobierno de Rodríguez Zapatero y la diplomacia vaticana y, ahora, ambas piezas se caen de ese sensible engranaje. Además, queda fuera del Gabinete Miguel Ángel Moratinos, cuya gestión en temas como la excarcelación de los presos políticos en Cuba o sus avances en Oriente Medio ha sido muy bien vista en la curia vaticana. En algunos ámbitos se recoloca ya a Moratinos en la embajada ante la Santa Sede, pero en la puja también aparece la plaza diplomática de la ONU.
Hace seis años, al inicio de la primera legislatura, Zapatero encomendó a su 'número dos' la tarea de recomponer las relaciones con el Vaticano. Eran los tiempos duros en los que la jerarquía eclesiástica mantenía un pulso con el Gobierno. Las iniciativas en favor del matrimonio homosexual y el divorcio exprés motivaron que los obispos salieran a la calle «en defensa de la familia», seguidos por miles de fieles. Fernández de la Vega, entonces en la cima de la pirámide, cogió la patata caliente y comenzó a cimentar su fama de apagafuegos.
Pronto tendría la oportunidad de pasar la primera prueba de su misión. Uno de los hombres fuertes de la Iglesia española por aquel entonces, Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo, fue promovido al cardenalato por Juan Pablo II. Fernández de la Vega se presentó en Roma y asistió a la ceremonia de la toma de posesión del nuevo purpurado, al frente de una representación institucional de lujo, para gran regocijo de la Santa Sede.
Fue una visita determinante. La 'vice' desbloqueó todos los problemas que estaban enquistados tras reunirse con el cardenal Sodano, entonces secretario de Estado. Cañizares, que tiene en gran estima a Fernández de la Vega, le telefoneó el mismo miércoles desde Roma, donde preside -es el ministro- el dicasterio del Culto Divino, para agradecerle su labor.
En los últimos años se han visto varias veces. Siempre en un clima de cordialidad, para disgusto del jefe de la Iglesia española. El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, tuvo que plegarse a la nueva situación de distensión que se apadrinaba en Roma. El pasado miércoles, el presidente de la Conferencia Episcopal destacaba la «sensibilidad» de De la Vega en estas cuestiones y le expresaba su «gratitud».
La visita del sucesor de Wojtyla a España, en julio de 2006, fue decisiva para apuntalar ese nuevo tiempo basado en el diálogo. Ratzinger conocía muy bien el trabajo desarrollado por la vicepresidenta. Fernández de la Vega se incorporó a la reunión de Benedicto XVI con Zapatero en Valencia por expreso deseo del pontífice, que quería conocerla en persona y saludarla.
La 'número dos' del Gobierno también acudió, en noviembre de 2007, a la ceremonia de ordenación como cardenales de los españoles Agustín García Gasco, Lluis Martínez Sistach y el padre jesuita Urbano Navarrete. Aprovechó la ocasión para entrevistarse con el nuevo secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, con el que apuntaló la nueva línea del Vaticano, basada en «el diálogo, la colaboración y el respeto». En su haber queda el haber establecido un nuevo sistema de financiación para la Iglesia, pese a las presiones del ala más izquierdista del PSOE. Su último servicio a Zapatero, con el proyecto de la reforma de la Ley de Libertad Religiosa en el cajón, es el cierre de una cita del presidente con Benedicto XVI el próximo 7 de noviembre en Barcelona.
Durante este tiempo, Fernández de la Vega ha contado con un equipo de asesores, entre los que sobresale el vizcaíno Carlos García de Andoin, coordinador Federal de Cristianos Socialistas. Excelentemente relacionado con todas las agrupaciones del PSOE, con intelectuales de ambas orillas, las curias episcopales y con los movimientos de base, ha tejido una tupida red de contactos y complicidades, que han resultado fundamentales para la acción del Gobierno en ese campo.
García de Andoin mantiene una estrecha relación con el nuevo ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui. Ambos son cofundadores de Cristianos Socialistas Vascos y coautores del libro 'Tender puentes. PSOE y mundo cristiano', que presentaron en 23 ciudades con el respaldo de los barones territoriales, salvo Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Manuel Chaves, que marcaron distancias. Jáuregui, con una sensibilidad histórica hacia el hecho religioso y a la relevancia de lo cristiano en la sociedad, se hará cargo ahora de las relaciones con la Iglesia católica. Y en este ámbito, aunque no sea lo más sustancial del Gobierno, la experiencia ha demostrado que es necesaria una única interlocución.