José Ramón Amor Pan, director del Área Académica de la Fundación Pablo VI "En la maternidad subrogada, el altruismo es anecdótico, lo que impera es la necesidad económica"
"Ya que en la cuestión de la maternidad subrogada hay convergencia, aprovechémoslo, vayamos por ese surco, busquemos sinergias. Porque eso -es mi experiencia personal de 30 años trabajando en Bioética- va a abrir la posibilidad de otros diálogos, de otros consensos, la gente empezará a vernos desde otra perspectiva"
"Vivimos en una sociedad emotivista, en la que pensar se lleva poco (o nada). Si a eso le añadimos la acción de poderosos grupos de presión muy interesados en la aceptación de la maternidad subrogada y el enorme poder de las redes sociales, pues qué quiere que le diga, no lo tenemos nada fácil para hacer ver las razones que se esconden en el no a la maternidad subrogada"
"Eso de la maternidad subrogada por altruismo es algo absolutamente anecdótico, aquí lo que impera es una necesidad económica. No hace falta más que ver quiénes son las gestantes y en qué países viven". Rotundo, José Ramón Amor Pan, director del Área Académica de la Fundación Pablo VI y coordinador del Observatorio de Bioética y Ciencia, se suma sin duda alguna al llamamiento efectuado por el Papa a la comunidad internacional para "prohibir universalmente" esa práctica, tal y como acaba de solicitar Francisco ante los diplomáticos de 184 países acreditados ante la Santa Sede.
"No lo debiéramos olvidar nunca, lo importante es la causa de la vida, a ella debemos entregarnos en cuerpo y alma, de una manera inteligente", subraya también el Decano Comisario de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de esa institución al destacar la convergencia en este tema con otras instancias que no son eclesiales o que, incluso, pueden tener visiones divergentes con la Iglesia respecto a otros asuntos, como el aborto, por lo que invita a "buscar sinergias", porque "no lo tenemos nada fácil para hacer ver las razones que se esconden en el no a la maternidad subrogada".
“El camino hacia la paz exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial. En este sentido, considero deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada”. Son las palabras del Papa ante el Cuerpo Diplomático el pasado lunes, 8 de enero. ¿Las suscribe?
En su literalidad, sin duda. Como dijera ya Juan Pablo II en Evangelium vitae, sólo respetando, defendiendo, amando y sirviendo a toda vida humana encontrará la Humanidad esa justicia, desarrollo, libertad, paz y felicidad que tanto anhela.
Y ahí está el meollo de la cuestión, en que amplios sectores sociales y también eclesiales sólo ven una parte del problema; y así surgen los encontronazos. Me explico: quien ve que la maternidad subrogada es inmoral, pero no tiene reparo alguno en aceptar el aborto; quien lucha contra la maternidad subrogada y el aborto, pero desprecia la preocupación por la cuestión medioambiental y los derechos en materia sanitaria de los inmigrantes.
Esta condena papal ha sido aplaudida por sectores feministas y gobiernos progresistas que, sin embargo, no comparten la rotunda condena del aborto por parte de la Iglesia. ¿Cómo se lo explica?
Hay reduccionismos, sesgos… Pocos son los que se atreven a hacer una Bioética realmente global. No obstante, creo que tendríamos, a nivel eclesial, que practicar mucho más esa máxima evangélica que recoge San Mateo, creo recordar que el capítulo 10: “Sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas”. Es decir, ya que en la cuestión de la maternidad subrogada hay convergencia, aprovechémoslo, vayamos por ese surco, busquemos sinergias. Porque eso -es mi experiencia personal de 30 años trabajando en Bioética- va a abrir la posibilidad de otros diálogos, de otros consensos, la gente empezará a vernos desde otra perspectiva. Y no lo debiéramos olvidar nunca, lo importante es la causa de la vida, a ella debemos entregarnos en cuerpo y alma, de una manera inteligente.
En España ha tenido un gran eco mediático la decisión de la conocida actriz Ana Obregón de recurrir al sistema de los vientres de alquiler para tener una nieta de su hijo ya fallecido, lo que originó un amplio debate social. ¿Cree que decisiones como esta pueden contribuir a la normalización de esta práctica?
Supongo que sí. Ana Obregón es todo un icono social. Por otra parte, vivimos en una sociedad emotivista, en la que pensar se lleva poco (o nada). Si a eso le añadimos la acción de poderosos grupos de presión muy interesados en la aceptación de la maternidad subrogada y el enorme poder de las redes sociales, pues qué quiere que le diga, no lo tenemos nada fácil para hacer ver las razones que se esconden en el no a la maternidad subrogada.
¿Qué factores suelen darse en quienes optan por esa práctica y en quienes deciden acogerla en sus cuerpos?
En los primeros, claramente un ansia por tener un hijo “mío”, sano y bonito… Pensemos que quienes recurren a la maternidad subrogada mayoritariamente son parejas homosexuales y parejas en las que la mujer -por las razones que sea- no puede llevar a término un embarazo. Y, además, en algunas ocasiones se recurre a ella para -y no se me ocurre otro término- “reponer” un hijo que ha fallecido.
Y quienes ceden su útero, las razones son esencialmente económicas. Eso de la maternidad subrogada por altruismo es algo absolutamente anecdótico, aquí lo que impera es una necesidad económica. No hace falta más que ver quiénes son las gestantes y en qué países viven.