"Yo tenía muy claro que lo mío no era el sacerdocio" Cómo surgió mi vocación a diácono

Cómo surgió mi vocación a diácono
Cómo surgió mi vocación a diácono

"Muchas veces me han preguntado a mí, y seguro que a casi todos los diáconos, sobre cómo surgió la vocación, lo que al otro lado del charco llaman 'el llamado'"

No pocos presbíteros que me veían muy implicado con la Iglesia me preguntaban si quería entrar en el Seminario, y la verdad es que eso a mi ni se me pasaba por la cabeza, tenía muy claro que lo mío era el matrimonio

"¿Y entonces cómo comenzó mi vocación?"

No son pocas las veces que me han preguntado a mí y seguro que a casi todos los diáconos sobre cómo surgió la vocación, lo que al otro lado del charco llaman “el llamado”. Tal vez esperan escuchar una historia extraordinaria, como una inspiración en un momento de oración o un sueño revelador. Lo que seguro no esperan es que el relato vocacional consista en que empecé el discernimiento porque después de mis estudios militares me puse a estudiar psicología y cuando me licencié, me encontré pensando y ¿ahora qué hago? y fue entonces cuando vi que era el momento de estudiar para diácono. Qué pena si realmente fuera cierta esta llamada tan fría que acabo de describir; por eso, vale la pena profundizar en ella para descubrir la verdadera esencia de la vocación.

Newsletter de RD · APÚNTATE AQUÍ

Lo cierto es que cuando me preguntan suelo decir que sobre la vocación hay que preguntar a mi mujer, porque ella asegura que desde que me conoció ya tenía el tema del diaconado rondándome la cabeza.

Nos casamos en el Cristo de El Pardo cuando yo trabajaba en la Guardia Real
Nos casamos en el Cristo de El Pardo cuando yo trabajaba en la Guardia Real

Comenzaré señalando que yo tenía muy claro que lo mío no era el sacerdocio. No pocos presbíteros que me veían muy implicado con la Iglesia me preguntaban si quería entrar en el Seminario, y la verdad es que eso a mi ni se me pasaba por la cabeza, tenía muy claro que lo mío era el matrimonio. Pasado los años, y una vez felizmente casado me preguntaba “Oye, ¿Yo por qué tenía tan claro que no quería ser sacerdote?” Hoy al ver a mi mujer, mis hijas y ahora mis nietos, encuentro nítida la respuesta: lo mío era el servicio, el Diaconado.

¿Y entonces cómo comenzó mi vocación? Resulta que al salir de la academia militar pedí destino a la ciudad norteafricana que me vio nacer, a Melilla y al poco de llegar allí participando en una misa dominical avisaron que necesitaban catequistas, por lo que al acabar la misa me ofrecí voluntario y me recibieron con los brazos abiertos, asignándome un grupo los sábados por la mañana.

Ordenado por D. Cesar Augusto Franco
Ordenado por D. Cesar Augusto Franco

Ya comenzada mi labor sabatina me fijé que se ponía en el confesionario de esta parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, por cierto donde se casaron mis abuelos, un sacerdote a confesar. Me vino de perlas y empecé a confesarme con él.

Casualmente pregunté quién era y me dijeron que era don Ramón Buxarrais, el obispo emérito de Málaga, con el que llevaba ya varios sábados confesándome. Recuerdo que me habían llamado la atención sus sabios, consejos e incluso de sus peculiares penitencias entre ellas una muy llamativa que recuerdo que era comprar un cupón de una obra caritativa, ya podía ser de La Gota de Leche, que era donde estaba él, o de la ONCE y romperlo sin mirarlo, a modo de limosna. También me contaron que siendo ordinario de Málaga había tenido enfrentamientos con la entonces famosa Jet set marbellí, rogándoles que no dieran mal ejemplo de derroche y que había recibido críticas por ello que le habían hecho sufrir mucho, hasta el punto de que le aceptaron la renuncia. Seguidamente dio un ejemplo loable retirándose a un centro asistencial para ayudar a los pobres en Melilla y dedicarse a la caridad. ¡Vaya maravilla de obispo emérito! Me llegan noticias que está muy mayor y vive en un centro para sacerdotes ancianos de Málaga.

Pues fue con don Ramón con quien escuché por primera vez hablar del diaconado permanente. Me preguntó si quería ser sacerdote, y le dije que no, que lo mío era el matrimonio y entonces fue cuando me preguntó ¿y te has planteado ser Diácono?, algo que desconocía y debí de poner cara de haba.

El obispo Ramón Buxarrais
El obispo Ramón Buxarrais

Posteriormente me enteré de que D. Ramón había sido el obispo delegado responsable del Diaconado Permanente de la Conferencia Episcopal Española. Pues pasados años, y ya en Madrid destinado en la Guardia Real y casado y con dos hijas y colaborando intensamente con las misioneras de la caridad de la Madre Teresa de Calcuta fue cuando, tras hablarlo y rezarlo con mi mujer, le hice llegar mis inquietudes a mi director espiritual y este me remitió al entonces delegado de pastoral vocacional, que me puso en contacto con el vicario para el clero y así acabamos el sábado siguiente mi mujer y yo entrando en un aula del Seminario Conciliar donde nos recibieron con una fraternal acogida los entonces poquitos aspirantes que estaban camino de este ministerio. 

Subrayo que esos momentos en los que di el paso de comenzar, compatibilizaba mi papel de esposo y padre con mi trabajo y con el voluntariado con las misioneras de la caridad. Sin duda, el mensaje que éstas transmiten de su fundadora Santa Teresa de Calcuta de querer saciar la sed de Cristo en los más pobres de los pobres y esa coherencia intachable de vida de servicio, de hacerse ellas también pobres para ser verdaderas hermanas de los pobres, sin duda fueron instrumento para querer yo también ser configurado con Cristo siervo, con aquel que no vino a ser servido, sino a servir.

Doy gracias al Señor todos los días por haberme puesto a recorrer este camino, por haberme llamado y escogido sin yo merecerlo y sin parar de recitar el salmo 115, “¿Cómo pagaré al Señor tanto bien que me ha hecho?”

Familia
Familia

Etiquetas

Volver arriba