El Papa condena la trata y denuncia "la indiferencia" por parte de la sociedad Francisco pide a Rusia que retome el acuerdo sobre el grano de Ucrania, que salva la vida a millones de personas en África
"No cesemos de rezar por la martirizada Ucrania, donde la guerra lo destruye todo, incluso el trigo, lo que es una grave ofensa a Dios, porque es un don suyo y el grito de millones de hermanos y hermanas que sufren el hambre, llega al cielo
En el día en que se conmemora la jornada mundial contra la trata, "que combate el crimen que hace de las personas una mercancía", Francisco recordó que esa lacra "es una realidad terrible que implica a muchas personas, niños, mujeres, nietos, trabajadores.. tantas personas que son explotadas, que viven en condiciones inhumanas y sufren la indiferencia y el descarte por parte de la sociedad"
"Glosando la parábola dominical del comerciante de perlas, el papa Francisco resumió con tres verbos -buscar, encontrar, comprar- una actitud a seguir también hoy día, invitándonos, fiel a su estilo, a preguntarse cada uno con respecto a cada verbo"
"Él es la perla preciosa de la vida, que hay que buscar, encontrar y hacer propia. Merece la pena invertirlo todo en Él, porque, cuando uno encuentra a Cristo, la vida cambia"
"Glosando la parábola dominical del comerciante de perlas, el papa Francisco resumió con tres verbos -buscar, encontrar, comprar- una actitud a seguir también hoy día, invitándonos, fiel a su estilo, a preguntarse cada uno con respecto a cada verbo"
"Él es la perla preciosa de la vida, que hay que buscar, encontrar y hacer propia. Merece la pena invertirlo todo en Él, porque, cuando uno encuentra a Cristo, la vida cambia"
"No cesemos de rezar por la martirizada Ucrania, donde la guerra lo destruye todo, incluso el trigo, lo que es una grave ofensa a Dios, porque es un don suyo y el grito de millones de hermanos y hermanas que sufren el hambre, llega al cielo. Hago un llamamiento a mis hermanos, a las autoridades de la Federación Rusa para que retome el acuerdo sobre el grano y e trigo pueda ser de nuevo exportado en condiciones de seguridad". Esa fue la explícita petición del papa Francisco tras el rezo del ángelus debido a la negativa de Vladímir Putin de prorrogar el acuerdo de exportación del grano ucranio, gracias al cual durante el último año se han podido enviar 725.000 millones de toneladas de trigo a países con hambruna, fundamentalmente en África.
Igualmente, en el día en que se conmemora la jornada mundial contra la trata, "que combate el crimen que hace de las personas una mercancía", Francisco recordó que esa lacra "es una realidad terrible que implica a muchas personas, niños, mujeres, nietos, trabajadores.. tantas personas que son explotadas, que viven en condiciones inhumanas y sufren la indiferencia y el descarte por parte de la sociedad", pidiendo la bendición de Dios "para cuantos trabajan contra la trata".
Finalmente, Francisco -que pidió también atención sobre la realidad que está sufriendo el Líbano, tres años después de la gran explosión en el puerto de Trípoli- pidió que le acompañen con las oraciones de cara al viaje que expende el próximo miércoles, 2 de asistió, para participar en la JMJ de Lisboa, "donde tantos jóvenes de distintos continentes, experimentarán la alegría del encuentro con Dios y con sus hermanos".
Previamente, y glosando la parábola dominical del comerciante de perlas, el papa Francisco resumió con tres verbos -buscar, encontrar, comprar- una actitud a seguir también hoy día, invitándonos, fiel a su estilo, a preguntarse cada uno con respecto a cada verbo: "Buscar: ¿yo, en mi vida, estoy en búsqueda? ¿Me siento bien, conforme, o entreno mi deseo por el bien? Segundo gesto, encontrar: ¿me ejercito en discernir lo que es bueno y viene de Dios, sabiendo renunciar a lo que me deja poco o nada? Por último, comprar: ¿sé gastarme por Jesús? ¿Está Él en primer lugar para mí, es Él el mayor bien de la vida? Sería bonito decirle hoy: 'Jesús, Tú eres mi mayor bien'".
Saber encontrar lo importante
Frente a esto, el Papa subrayó que "es importante saber encontrar lo importante: entrenarnos para reconocer las gemas preciosas de la vida y distinguirlas de las baratijas", exhortando a que "¡no perdamos tiempo y libertad en cosas triviales, pasatiempos que nos dejan vacíos por dentro, mientras la vida nos ofrece cada día la perla preciosa del encuentro con Dios y con los demás!".
"¿Cuál es esa perla por la que se puede renunciar a todo, de la que nos habla el Señor?", se preguntó ante los miles de fieles que le escuchan en la plaza de San Pedro: "¡Es Él mismo, Jesús! -respondió acto seguido- Él es la perla preciosa de la vida, que hay que buscar, encontrar y hacer propia. Merece la pena invertirlo todo en Él, porque, cuando uno encuentra a Cristo, la vida cambia".
Las palabras del Papa en la oración del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy el Evangelio narra la parábola de un comerciante en busca de perlas preciosas. Él, dice Jesús, "encontró una perla de gran valor, fue, vendió todos sus bienes y la compró" (Mt 13,46). Detengámonos un poco en los gestos de este comerciante, que primero busca, luego encuentra y finalmente compra la perla preciosa.
Primer gesto: buscar. Es un comerciante emprendedor, que no se queda quieto, sino que sale de su casa y se pone a buscar perlas preciosas. No dice: "Me conformo con las que tengo", sino que busca otras más bellas. Y esto nos invita a no encerrarnos en la costumbre, en la mediocridad de los que se contentan, sino a reavivar el deseo: a cultivar los sueños de bien, a buscar la novedad del Señor, porque el Señor no es repetitivo, siempre trae novedad, siempre hace nuevas las realidades de la vida (cf. Ap 21,5).
El segundo gesto del comerciante es encontrar. Es una persona prudente, que "tiene ojo" y sabe reconocer una perla de gran valor. No es fácil. Pensemos, por ejemplo, en los fascinantes bazares orientales, donde los bancos, llenos de mercancías, se sitúan a lo largo de las paredes de las calles abarrotadas; o en algunos de los puestos que se ven en muchas ciudades, llenos de libros y objetos diversos. A veces, en estos mercados, si uno se detiene a mirar con atención, puede descubrir tesoros: cosas muy valiosas, volúmenes raros que, mezclados con todo lo demás, uno no advierte a primera vista. Pero el mercader de la parábola tiene buen ojo y sabe encontrar, "discernir" la perla. Esto también es un aprendizaje para nosotros: cada día, en casa, en la calle, en el trabajo, de vacaciones, tenemos la oportunidad de vislumbrar el bien. Y es importante saber encontrar lo importante: entrenarnos para reconocer las gemas preciosas de la vida y distinguirlas de las baratijas. ¡No perdamos tiempo y libertad en cosas triviales, pasatiempos que nos dejan vacíos por dentro, mientras la vida nos ofrece cada día la perla preciosa del encuentro con Dios y con los demás!
Último gesto: el comerciante compra la perla. Al darse cuenta de su inmenso valor, vende todo, sacrifica todos sus bienes para tenerla. Cambia radicalmente el inventario de su almacén; no queda nada más que esa perla: es su única riqueza, el sentido de su presente y de su futuro. Esto también es una invitación para nosotros. Pero, ¿cuál es esa perla por la que se puede renunciar a todo, de la que nos habla el Señor? ¡Es Él mismo, Jesús! Él es la perla preciosa de la vida, que hay que buscar, encontrar y hacer propia. Merece la pena invertirlo todo en Él, porque, cuando uno encuentra a Cristo, la vida cambia.
Retomemos entonces los tres gestos del comerciante -buscar, encontrar, comprar- y hagámonos algunas preguntas. Buscar: ¿yo, en mi vida, estoy en búsqueda? ¿Me siento bien, conforme, o entreno mi deseo por el bien? Segundo gesto, encontrar: ¿me ejercito en discernir lo que es bueno y viene de Dios, sabiendo renunciar a lo que me deja poco o nada? Por último, comprar: ¿sé gastarme por Jesús? ¿Está Él en primer lugar para mí, es Él el mayor bien de la vida? Sería bonito decirle hoy: "Jesús, Tú eres mi mayor bien".
Que María nos ayude a buscar, encontrar y abrazar a Jesús con todo nuestro ser.