Comentario al evangelio de la Ascensión del Señor Ha llegado el tiempo de la Iglesia
Con la experiencia de la ascensión de Jesús, la misión realizada por Jesús ahora depende de ellos, guiados por su Espíritu
El énfasis no está en que Jesús se va al cielo sino en que ahora los discípulos se dedican a predicar.
Celebrar la Ascensión significa hoy para nosotros, no quedarnos mirando para el cielo sino disponernos a anunciar a Jesús no solo con palabras sino respaldando dicho anuncio con obras.
Celebrar la Ascensión significa hoy para nosotros, no quedarnos mirando para el cielo sino disponernos a anunciar a Jesús no solo con palabras sino respaldando dicho anuncio con obras.
Y les dijo: vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien. Con esto el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban (Mc 16, 15-20).
El evangelio de Marcos que retomamos en este domingo de la fiesta de la Ascensión del Señor había terminado con la ida de las mujeres al sepulcro donde un joven vestido de blanco les anuncia que Jesús ha resucitado y les manda que vayan a darle esa noticia a los discípulos. Pero, según el evangelista, ellas llenas de temor no le dicen nada a nadie.
Sin embargo, el evangelio no podía terminar así y, según los especialistas, los últimos versículos de este capítulo 16, son un añadido posterior, inspirados en el evangelio de Lucas, mostrando de manera muy condensada la aparición de Jesús a María Magdalena, a los discípulos de Emaús y ya, en una última aparición, a sus discípulos donde, sentados a la mesa, les comunica el mandato que constituye el evangelio de hoy. Después de esto, Jesús sube al cielo para sentarse a la diestra del Padre. En otras palabras, el evangelio concluye con un Jesús que confía su misión a los suyos.
Es muy interesante la descripción que hace el evangelista de las señales que acompañarán la predicación: expulsar demonios, hablar lenguas nuevas, agarrar serpientes y no sufrir ninguna consecuencia si los atacan con su veneno. También curar enfermos. Leído literalmente parece que, después de la resurrección de Jesús, los discípulos se van a dedicar a hacer obras que rompen las leyes de la naturaleza. Sin embargo, no podemos leer los textos de manera literal sino desde la intencionalidad con la que fueron escritos. Estas acciones se refieren a la transformación que produce la predicación de la Buena Noticia, a la capacidad que el evangelio tiene de vencer las fuerzas del anti reino.
Después del envío, Jesús es elevado al cielo y se sienta a la diestra de Dios. Tampoco esto lo podemos tomar de manera literal sino entender cómo la comunidad cristiana valiéndose de una relectura cristológica del salmo 110, 1 (Oráculo de Yahveh a mi señor: Siéntate a mi diestra hasta que yo haga de tus enemigos el estrado de tus pies), expresa la experiencia que comienzan a vivir: la misión realizada por Jesús ahora depende de ellos, guiados por su Espíritu (Pentecostés, que será la fiesta que celebremos el próximo domingo). El énfasis no está en que Jesús se va al cielo sino en que ahora los discípulos se dedican a predicar.
Dicho de otra manera, ha llegado el tiempo de la Iglesia y sus miembros han de predicar a todas las gentes, en todos los lugares, confirmando dicha predicación con las obras que realizan.
Celebrar la Ascensión significa hoy para nosotros, no quedarnos mirando para el cielo -como lo relata Lucas en el libro de los Hechos (1, 11)- sino disponernos a anunciar a Jesús no solo con palabras sino respaldando dicho anuncio con obras de justicia y paz, de solidaridad y liberación, transformando el aquí y ahora de la historia que vivimos.
(Foto tomada de: servicioskoinonia.org)
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