Consideraciones tras una renuncia (3) ¿O es una huída?
Dicho lo que dijimos, valorando sobremanera el acto de Joseph Ratzinger de dar de lado el estatus de "papa", hay otros muchos elementos que rodean, sobrevuelan o afectan al asunto.
Nunca dirá nada de los agobios sufridos, pero en el momento de padecerlos toda persona necesita desahogar lo que lleva dentro so pena de todo eso se pudra dentro, con riesgo grave para su salud mental. Pero ¿en quién confiar? En nadie de su entorno y menos explayarse en quejas en actos públicos con presencia del "staff" vaticano. Podría ser, dicen, en su hermano. Podrían ser sus papeles personales. Podrían sus escritos ser también válvula de escape... Pero tampoco. ¿Quién puede saber algo de su pensamiento íntimo?
Ya que el lenguaje verbal no nos asiste, preciso es elucubrar con estros signos. Está la morfología facial, están los gestos, las miradas, las palabras perdidas en medio de un discurso, está su salud...
Un ejemplo, lo dicho tras el anuncio de su renuncia:
" Tenemos que trabajar para que se realice verdaderamente el Concilio Vaticano II y se renueve la Iglesia".
Sintomático. Alguien podría objetar a qué esta cita del Vaticano II si él "parece" haber sido uno de los munidores de la vuelta al integrismo y consejero de JP-2, un papa que olvidó lo que había sido y dicho tal Concilio. Pues no parecía ser así.
Si repasamos las palabras con que anunció su renuncia, tomadas en su literalidad y leídas muy por encima, son claras: el hombre se siente sin fuerzas, pero no sin cabeza, para llevar adelante los propósitos inherentes al gobierno de la Iglesia (habría qeu dilucidar si el gobierno de la Iglesia o del Vaticano: la Iglesia queda muy lejos o es muy etérea).
Cierto es y como tal se valora. Pero una persona es también su entorno y es también las consecuencias de lo que hace y dice.
1) La lectura directa del texto latino: alocución breve pero enjundiosa. Lo que dice, con toda seguridad, no lo ha escrito de un tirón. Ha tachado, cambiado, vuelto a tachar... Cada frase es un discurso. Pero, además, hay determinadas palabras que pueden decir muchas cosas, más de lo que parece. Destaco aquellas que, según mi parecer, hay que leer y, sobre todo, interpretar.
--Conscientia mea iterum atque iterum coram Deo explorata... [Decisión personal, la de una mente que se da cuenta de lo que pasa y no puede cambiarlo]
--...ad cognitionem certam perveni vires meas, ingravescente aetate, non iam aptas esse ad munus petrinum aeque administrandum [podríamos poner con los últimos años de su predecesor, menos capacitado que él para tomar decisiones]
--...hoc munus, secundum suam essentiam spiritualem, non solum agendo et loquendo exsequi debere, sed non minus patiendo et orando [este pasaje es de lo más elocuente: se da cuenta de que su labor docente --encíclicas, libros, discursos-- no basta o no sirve. Y al darse cuenta de "lo que sucede", sufre. ¿Pero eso aporta alguna solución?].
--in mundo nostri temporis rapidis mutationibus subiecto et quaestionibus magni ponderis pro vita fidei perturbato [un excursus hacia el exterior: la secularización, el imperio imparable de la laicidad... ¡al que hay que hacer frente!]
--etiam vigor quidam corporis et animae necessarius est [alguien podría apelar a la fuerza de "la gracia"... pero J. R. no lo hace: es hombre, es humano, es una persona con perfecto sentido crítico de su situación vital]
--qui ultimis mensibus in me modo tali minuitur, ut incapacitatem meam ad ministerium mihi commissum bene administrandum agnoscere debeam.
Quapropter bene conscius ponderis huius actus plena libertate declaro me... ...renuntiare...
2) Hay otros elementos de juicio a tener en cuenta, como puedan ser los testimonios de personas de su entorno. Ahí están las revelaciones de su secretario Páolo Gabriele ("vatileaks"). Hemos pensado lo fácil, que Páolo quería lucrarse o adquirir relevancia mundial y no es así. Si nos atenemos a lo que dice el periodista Gian Luigi Nuzzi en conversación directa con él, hemos de creer de que lo hizo por el cariño y admiración que sentía por el Papa. Y se le revolvía la conciencia viendo que "debía pero no podía". "Tengo miedo de que el Papa no tenga la fuerza suficiente para superar esta adversidad y echar a los mercaderes del templo". Claro que alguien podría objetar la poca visión "de conjunto" del tal secretario.
Otro testimonio: "Su mirada me quedó grabada. Benedicto XVI tiene miedo" (Giuliano Pisapia, abogado, alcalde Milán.
¿Miedo? De los individualismos, de las divisiones, de las rivalidades que ha visto en la Iglesia.
3)Las finanzas vaticanas, el IOR. Usos inadecuados del dinero, pérdida de beneficios, entradas opacas, falta de homologación con las finanzas mundiales, resistencias diversas de entidades anejas al IOR ante posibles pérdidas de competencias... Dice el periodista: "...se topa con desavenencias, desencuentros y bloques de poder que entran en colisión, ralentizando y anestesiando su obra reformadora". Añádanse los datos que él sabía de casos de corrupción, gastos inflados o compras poco claras. ¿Quién estaba detras de todo eso? Cardenales hay para ello.
4)Los escándalos de pederastia. El Papa lo tenía claro, pero no estaba tan claro el porqué de querer ocultarlos o esconderlos o la renuencia de algunos prelados a castigar... Cuando el arzobispo Viganò le denunciaba los trapos sucios, se turbaba y se iba a su capilla a rezar". Esto es a lo que se refiere cuando le faltaban fuerzas. Interpretemos esta reacción como otra forma de no querer o no poder enfrentarse a tales hechos: una nueva huida de la realidad.
5) La edad. Propio es de las personas senectas sentir debilidad, la debilidad real de no poder hacer uno por sí mismo lo que poco ha sí podía. De ahí surge el sentimiento de frustración; de ahí el encerrarse en el reducto, de ahí la regresión o la huida. Joseph Ratzinger no es menos anciano que cualquiera de nuestros ancianos. Aquellos que tienen todavía la cabeza sobre sus hombros saben lo que pueden hacer con las fuerzas que tienen y a eso se dedican. Ratzinger también lo sabe. Pero también se da cuenta de lo que se debería hacer --lo ha dicho--... ¡pero él ya no puede!
6) Una renuncia es el grado menor del sucidio y siempre el suicidio es un portazo en la narices de aquellos que han provocado tal acción: ¿se enterarán los Bertone de turno, los Amigo, los Rouco, los Sodano... de tales porqués? Sí, pero les da igual.
Ante lo que leemos, deducimos y sabemos de la burocracia vaticana (también la inherente a cualquier arzobispado), ¿podemos afirmar que Iglesia "cuerpo místico"? ¿Iglesia un cuerpo cuya cabeza es Cristo? Eso está bien para el proletariado creyente. No rige para sus directivos ni, dicen, es factible para la gobernanza de tal Organización Multinacional, la del Rezo.