Experimentos: Jane Elliot y Milgram. (5/7)
La experiencia es antigua y ha sido retomada en un documental por Williams Peters (1985), 55 minutos. Revelador sobre la intolerancia.
Resumen. Tras la muerte de Martin Luther King, la profesora Jane Elliott idea un ejercicio para poner en práctica con sus alumnos de primaria, para concienciarlos sobre el efecto que tiene la discriminación, tanto en los que la padecen, como en los que la ponen en práctica. Para ello divide a los chavales de la clase en dos grupos, dependiendo de si tienen los ojos azules o los ojos marrones.
El primer día del ejercicio, la profesora les dirá que los chicos de OA son más inteligentes, más buenos y tendrán más tiempo de recreo y la posibilidad repetir comida, frente a los de OM, que son más torpes, más tontos y que no podrán usar las áreas de recreo reservadas a los OA. Para reforzar esta idea les dará a los niños de OM unos pañuelos que deberán ponerse en torno al cuello, para que se identifiquen.
Al día siguiente los papeles se invertirán y serán los niños de ojos marrones los superiores frente a los de ojos azules. Los resultados de este experimentos son sorprendentes y en cierto modo escalofriantes. Para este documental se reunió a esos niños, quince años después de ese experimento para comentar sus impresiones, las ideas y los sentimientos que tuvieron esos dos días. Jane Elliott utilizó este método con un grupo de funcionarios de prisiones con resultados similares.
5.2. Experimentos de Milgram.
Milgram ideó sus experimentos (en 1961) para responder a la pregunta: ¿Podría ser que Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto sólo estuvieran siguiendo órdenes? ¿Podríamos llamarlos a todos cómplices?
El experimento consistía en que un grupo de alumnos, obedeciendo órdenes, debía producir descargas crecientes sobre un grupo de testigos inmovilizados (tanto la decisión como el sufrimiento estaban individualizados). Aunque el jefe investigador supuestamente evaluaba los efectos del dolor (y resistencia) de los testigos que sufrían las descargas eléctricas, en realidad estaba evaluando la capacidad de obedecer anulando el (por encima del) sentido de lo correcto (moral, empatía, humanidad).
¿Primaría nuestra aversión a un daño que no desearíamos para nosotros mismos –ni para nadie-, esto es, nuestro sentido empático o moral sobre el deber superficialmente asumido?
Los testigos habrían de sufrir, indefensos, descargas eléctricas crecientemente dolorosas y finalmente productoras de convulsiones, teniendo tiempo para gritar e implorar piedad y cese del castigo. ¿Cuántos serían capaces de seguir hasta el último nivel, ignorando el sufrimiento producido y las peticiones de misericordia?
Los alumnos de la facultad estaban convencidos de que el experimento no sería llevado hasta las últimas consecuencias (sádicas) por más de un 3% de los alumnos animados a ser verdugos (se supone que involuntarios). La realidad es que el porcentaje llegó al 65%. 2/3 de los alumnos elevaron el voltaje hasta el máximo, siguiendo las instrucciones del jefe de la investigación, enfrentándose con decisión al daño producido a un semejante, superando gemidos, gritos, contracciones, convulsiones y ruegos llorosos de sujetos inmovilizados (en realidad, actores que fingían, pero esto era desconocido por los alumnos “obedientes”) e inocentes (no habían hecho nada) que clamaban piedad.
Los alumnos, en fin, cumplieron con lo que se les pedía, pulsando el botón correspondiente mucho más de lo “humanamente” esperable. La obediencia a un superior parecía (al menos “casi”) eliminar su sentimiento de culpa.
Milgram resumirá el experimento en su artículo "Los peligros de la obediencia" (1974), en el que escribe:
Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio.(Stanley Milgram. The Perils of Obedience, 1974).