HERÁCLITO EL OSCURO / 2

Rubens
πάντα χωρεῖ καὶ οὐδὲν μένει// Todo cambia y nada permanece (Heráclito)
Πόλεμος πάντων μὲν πατήρ ἐστι, πάντων δὲ βασιλεύς// La guerra es padre y rey de todas las cosas (Heráclito)
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La interpretación tradicional de Heráclito, que depende de Platón y de Aristóteles, ha exagerado la antítesis Heráclito-Parménides, como también hará Hegel en el s. XIX. Según ellos, Heráclito sería el defensor del devenir, del cambio, del flujo constante (pánta reî= todo fluye), frente a la inmovilidad del Ser de Parménides. Platón conecta además el movilismo ontológico de Heráclito con el relativismo epistemológico del sofista Protágoras.
Según Platón, “Heráclito dice en alguna parte que todas las cosas se mueven y nada está quieto y comparando las cosas existentes con la corriente de un río dice que no te podrás sumergir dos veces en el mismo río (Platón, Cratilo 402 a). Pero en otro texto, menos citado, afirma: “bajamos y no bajamos al mismo río, somos y no somos” (ποταμοῖς τοῖς αὐτοῖς ἐμϐαίνομέν τε καὶ οὐκ ἐμϐαίνομεν, εἶμέν τε καὶ οὐκ εἶμεν).
Sin embargo, la doctrina del movilismo radical no pertenece a Heráclito, sino a su discípulo Cratilo, maestro del joven Platón. Para Heráclito las cosas, de forma dialéctica, cambian permaneciendo y permanecen cambiando. Si todo cambiase radicalmente, todo sería irracional. Platón conecta, además, el movilismo ontológico de Heráclito con el relativismo epistemológico del sofista Protágoras, en contraposición al inmovilismo de las Ideas y al conocimiento permanente de la epistéme.
A ello se asocia el tema del fuego como arché, por ser el elemento más móvil y dinámico. Pero el fuego, siempre vivo, puede denotar también la unidad ontológica del cosmos. Según W. Nestle, “lo principal de su fuego dotado de razón no es el fuego, sino la razón”. El fuego sería la sustancia y la razón la regla o ley que regula todo, el “plan estructural”, según Kirk y Raven, como medida y proporción.
Pero los expertos discuten, además, otra cuestión: ¿se refería Heráclito a los cambios visibles o también a los invisibles? Popper, contra Kirk y Raven, piensa que el flujo constante incluye también los cambios invisibles, no perceptibles, como el caldero de bronce al fuego o la piedra erosionada por los elementos. Las cosas serían, pues, conjuntos de procesos, no sustancias.
Para Popper, el problema general del cambio sería el tema central de Heráclito, explicar cómo puede haber cambio sin que las cosas pierdan su identidad. J. Burnet, por su parte, sostiene que la idea del flujo continuo no es el núcleo central del sistema de Heráclito, sino la idea metafísica de la esencial Unidad de los opuestos.
El motor del cambio es la lucha de elementos contrarios, lo que expresa Heráclito con las metáforas de la guerra (pólemos) y de la discordia (Éris):
La guerra es el padre y el rey de todas las cosas; a unos los muestra como dioses y a otros como hombres (D.-K. fr. 53. Esta imagen del cosmos como un campo de batalla donde no hay paz, que sería, según Nietzsche, una proyección en la naturaleza de las luchas políticas y atléticas de la vida griega, aparece en este otro fragmento:
“Conviene saber que la guerra es común y que la justicia es discordia (díken érin) y que todas las cosas acaecen por la discordia (érin) y la necesidad (D.-K., fr. 80). Según Aristóteles, Heráclito censura a Homero por este verso: “ojalá que la discordia desaparezca de entre los dioses y los hombres”.
Los contrarios, sin embargo, no pueden separarse, sino que forman una unidad o armonía oculta e invisible, que es más importante que la visible, pues “la naturaleza (phýsis) ama ocultarse” (D.-K, fr. 123). Se trata de una armonía de tensiones entre los contrarios, como la del arco y la lira, símbolos de Apolo. En la música, por ejemplo, se da la tensión entre agudos y graves, fuertes y suaves, de la que surge la armonía musical. Como escribe Aristóteles, citando a Heráclito en la Ética a Nicómaco, “ἐκ τῶν διαφερόντων καλλίστην ἁρμονίαν καὶ πάντα κατ᾽ ἔριν γίνεσθαι” (“de las diferencias (surge) la más bella armonía y todo sucede según discordia”). Los siguientes aforismos expresan la unidad de los contrarios:
Hay una armonía tensa en dirección opuesta, como en el arco y en la lira (D.-K. fr. 51).
La armonía invisible es más intensa (kreítton) que la visible (D-K.,fr. 54)
Lo mismo es vida y muerte, velar y dormir, juventud y vejez; aquellas cosas se cambian en éstas y éstas en aquellas (D.-K., fr. 88).
El dios (ho theós) es día-noche, invierno-verano, guerra-paz, hartazgo-hambre (D.-K., fr. 67).
Lo que sirve también para los contrarios bien-mal, pareja inseparable.
El camino arriba y abajo es uno y el mismo” ((D.-K., fr. 60).
Frente a la justicia (díke) como equilibrio que defendía Anaximandro, Heráclito afirma una armonía de tensiones, de contrarios, que se da también en la medicina, como afirmará el pitagórico Alcmeón de Crotona).
No hay, sin embargo, en Heráclito, la superación hegeliana (Aufhebung), en cuanto conciliación o eliminación de los contrarios.