LA INVENCIÓN DE JESÚS DE NAZARET: UN LIBRO DESMITIFICADOR /5

La fantasía de la ciencia bíblica no tiene límites (Ulrich LUZ)

En la cuarta parte del libro, Fernando Bermejo analiza de forma pormenorizada la historia de la investigación académica sobre Jesús, que critica como un proceso de distorsión de la identidad del Nazareno, de modo que “la ficción histórica ha sido acompañada en tiempos recientes de una ficción historiográfica” (p. 517).

Cuestiona, junto a otros autores, el paradigma tradicional de las “tres búsquedas” del Jesús histórico, dando razón de sus debilidades epistémicas y de su agenda ideológica al servicio de intereses confesionales. Como alternativa, propone un nuevo paradigma historiográfico que explica de forma más plausible el complejo problema del Jesús histórico.

Entre  los investigadores contemporáneos, que en su mayoría son teólogos o exegetas confesionales, se impuso un modelo historiográfico que sostiene la existencia de tres etapas en la historia de la que A. Schweitzer denominó a comienzos del s. XX Leben-Jesu Forschung (Investigación sobre la vida de Jesús).

La primera etapa, denominada en el ámbito académico Old Quest, comprendería, grosso modo, el último tercio del s. XVIII y el s. XIX. La segunda, denominada New Quest, abarcaría desde 1953 a 1980. La tercera etapa, Third Quest, comprendería desde 1980 hasta la actualidad. Los defensores de esta triple fase consideran obsoleta y anticuada la primera, que va de Reimarus a Schweitzer, pasando por D. F. Strauss y J. Weiss.

Afirman, además, la existencia de un período escéptico con un vacío de investigación (no Quest), que comprendería la primera mitad del s. XX. Según ellos, la más relevante sería la supuesta Third Quest. En efecto, desde 1980 aparece toda una serie de obras de importantes estudiosos, como J. P. Meier, E. P. Sanders, G. Theissen y A. Merz, B. Ehrman, J. D. Crossan, D. Allison, J. D. G. Dunn, entre otros.

Esta división trifásica, que se convirtió en hegemónica, fue rechazada por algunos estudiosos independientes y recibió una fundamentada crítica por parte de Fernando Bermejo en dos largos y  brillantes artículos publicados en 2005 y 2006 en la Revista Catalana de Teología y luego en un artículo publicado en inglés en 2009 en el Journal for the Study of the Historical Jesus.

Esta crítica fue retomada y bien argumentada en el libro que comentamos. Bermejo muestra las deficiencias epistémicas del paradigma trifásico, así como el trasfondo apologético al servicio de intereses ideológicos más que científicos.

El autor niega la obsolescencia de la Old Quest y rechaza el presunto vacío de la No Quest por omitir los trabajos de importantes biblistas e historiadores franceses no confesionales, como Alfred Loisy, líder del movimiento modernista, Ch. Guignebert y M. Goguel. El paradigma tradicional omite igualmente la obra del marxista Karl Kautsky y la investigación judía independiente, que reivindicó la judeidad religiosa de Jesús frente a la desjudaización secular cristiana. Entre ellos, J. Klausner, C. G. Montefiore, R. Eisler. D. Flusser o G. Vermes.

A ellos hay que añadir las obras del historiador  Samuel Brandon y de Hyam Maccoby, quienes desvelaron la dimensión política del ideario de Jesús y defendieron la figura de un Jesús resistente al imperio.

Bermejo califica el modelo trifásico de “ficción historiográfica” y propone un paradigma alternativo, que sintetiza las aportaciones válidas  de investigadores pertenecientes a ideologías, contextos y confesiones muy diferentes. Sobre todo a partir de “las peligrosas ideas de Reimarus” con la publicación por Lessing de los Fragmentos de Wolfenbüttel (cfr. pp. 581 ss.), un “momento de inflexión” que supuso un enorme impacto en la historia de la investigación, pese a sus límites.

En el opúsculo Sobre el objetivo de Jesús y el de sus discípulos, el deísta Reimarus, que fue objeto de ataques ad hominem y acusado de odio a la fe cristiana, diferencia de forma radical entre lo que pretendía Jesús y lo que pretendían sus discípulos después de su muerte y de las “experiencias” de su presunta resurrección.

Jesús predicó la llegada inminente de un reinado de Dios temporal y mundano (einweltliches Reich), en la línea escatológica y apocalíptica, presentándose como mesías Rey. Su proyecto fracasó siendo condenado por delito de sedición. En cambio, los discípulos esperaban el pronto regreso (parousía) del Cristo glorioso para instaurar su Reino. Jesús pasó, pues, de predicador a ser predicado por sus discípulos, como dirá el exegeta R. Bultmann. Con ello, Reimarus diferencia con claridad entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe.

Bermejo, sin embargo, analiza la genealogía de la investigación antes de Reimarus, mencionando las aportaciones críticas de los filósofos antiguos, Celso en el s. II (El discurso verdadero) y Porfirio en el s. III (Contra los cristianos), precursores de la moderna crítica histórica y buenos conocedores de las Escrituras judías y cristianas.

Porfirio establece ya de forma incipiente “una diferenciación entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe.” (p. 553). A ellos añade las contribuciones de Martin Seidel en el s. XVI (Origo et fundamenta religionis christianae), las  de León de Módena, de los deístas británicos y los librepensadores franceses, como el cura ateo Jean Meslier o el barón D'Holbach, que conciben a Jesús como un impostor o fanático visionario. Todos contribuyeron con Reimarus a “una nítida desmitificación de Jesús” (p. 599).

En el capítulo final de la cuarta parte el autor contrapone la ciencia histórica a la teología, reivindicando la autonomía e independencia de la investigación histórica, que de ningún modo puede convertirse en ancilla theologiae, la misma idea de emancipación que le costó la excomunión al abate francés A. Loisy.

De forma particular, se detiene en el análisis crítico de la voluminosa obra del jesuita J. P. Meier (Un judío marginal) como un ejemplo de eclecticismo y de obra híbrida que mezcla cristología e historia, que con su “aproximación atomística a los textos”(p. 630), “nunca se exponga el patrón recurrente” de la posición política antirromana de Jesús, hipótesis que no discute, afirmando además la “singularidad absoluta” y sin par de Jesús.

Según Bermejo, sobre todo desde Reimarus hasta hoy, encontramos dos líneas de interpretación  sobre Jesús en permanente conflicto:

a) una línea crítica minoritaria (enfoque etic), que aporta resultados incompatibles con la visión tradicional de la cristología eclesiástica, y

b) una segunda línea, totalmente mayoritaria (enfoque emic), formada por exegetas confesionales que, pese a las aporías que resultan del enfoque crítico, tratan de armonizar  ambos modelos y conciliar inútilmente el Jesús histórico con el Cristo de la fe, defendiendo la continuidad entre ambos.

En su opinión, los compromisos confesionales de esos estudiosos condicionan los resultados de su investigación, puesto que no extraen los corolarios de la misma, al tiempo que acuden a mecanismos de resistencia al paradigma crítico, repitiendo una y otra vez lugares comunes desmontados por la investigación independiente.

En conclusión, nos encontramos con una excelente obra, desmitificadora, brillante y rigurosa, dirigida a lectores cultivados capaces de discernir entre teología y ciencia histórica, lo que exige una “conversión intelectual” congruente con el lema kantiano sapere aude (atrévete a saber), una disposición para despertar de un largo sueño dogmático de carácter secular, que representa la doctrina de la cristología ortodoxa.

Con razón decía Alfred Loisy, el introductor de la ciencia bíblica en el catolicismo, que “la ortodoxia es la quimera de quienes jamás han pensado”. Por su parte, el exegeta Ulrich Luz, criticando la arbitrariedad de tantas exégesis confesionales, afirmaba que “la fantasía de la ciencia bíblica no tiene límites”.

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Ficha del libro: La invención de Jesús de Nazaret. Historia, ficción, historiografía. Fernando Bermejo Rubio. Ed. Siglo XXI 796 páginas. 32,80 €

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