Monasterio de Villamayor de los Montes.
| Pablo HERAS ALONSO
Villamayor de los Montes es un pueblo de la provincia de Burgos, con desvío en el Km. 210 de la N-I, tras haber pasado Lerma, donde uno necesariamente se ha detenido... y comido. Tiene un pasado digno de conocer dentro de las pequeñas historias que conforman el nacimiento y poblamiento de los campos góticos (siglos X y XI), entre los ríos Arlanzón/Arlanza y Duero. Preciso es leer, de Sánchez Albornoz, sus libros sobre los orígenes de la nación española.
Digo pequeñas historias porque apenas si una cita se hallará en la gran historia sobre los mayordomos, caballeros y nobles al servicio de reyes como Alfonso VIII, el de las Navas, Berenguela, la gran reina que fue de Castilla, Fernando III el denominado “Santo” o Alfonso X el Sabio. Con todos ellos se puede relacionar el monasterio actual de Villamayor de los Montes gracias a uno de los más dignos mayordomos que sirvieron a tan egregios reyes, Garci Fernández, hijo, lógicamente, de Fernando García, el que tan dignamente sirvió en la jornada de las Navas de Tolosa al rey Alfonso VIII (1212) y al que en un momento indeciso de la misma disuadió de lanzarse a una muerte segura.
El hijo susodicho Garci Fernández, casado con Mayor Arias, tuvo su residencia en los palacios de Villaldemiro y Celada del Camino, hoy pueblos minúsculos en la vía de Burgos a Portugal. Sus posesiones se extendían hasta la hoy autovía Madrid-Burgos.
Visité hace unos domingos por segunda vez el monasterio y sugiero a cuantos recorran estos parajes que se detengan y lo visiten. Sólo sábados y domingos entre 11:00 y 13:00 horas y 4:00 y 6:00 de la tarde. Nos acompañó sor Presentación, con más ganas de charlar que de enseñar, teóricamente monja de clausura, de edad inciertamente sobrepasada. Las cosas, nos dice, han cambiado mucho, hoy la clausura no es lo que era.
Visitar el monasterio es impregnarse del poso histórico que desprende esta fundación ducal. Es revivir los tiempos de esos grandes reyes citados, especialmente Fernando III, padre de Alfonso X, rey éste que pasó sus diez primeros años, los más trascendentales de la vida, cuando se forja la personalidad, en el pueblo citado, Villaldemiro, antes de trasladarse con su ayo Garci Fernández a sus posesiones en la provincia de Orense.
En el gallego allí aprendido, que era la lengua culta de ese tiempo, fueron escritas sus “Cantigas de Santa María”. Digamos, de pasada, que con cinco años viajó a Cuenca donde se encontraba muy enferma su madre Beatriz. El recuerdo de aquel viaje y la impresión de ver a su madre tan enferma –ca pero de Monpisler [Montpensier] / bôos físicos [médicos] y eran / dizian: “Non viverá”-- quedó reflejado en la cantiga 256 relatando el “milagro” de su curación por intercesión de la Virgen María:
Esto foi en aquel ano / quando o mui bon Rei gâou / Don Fernando, a Capela / e de crischâos poblou / e sa moller, a Reynna / Dona Beatriz, mandou / que fosse morar en Conca / en quant’ él foi acolá. [Estrib.]Quen na Virgen groriosa / esperança mui gran’a / macar seja muit’ enfermo / ela mui ben o guarrà.
Impresiona saber que, con lógicos altibajos, este monasterio cisterciense ha mantenido su vida cenobítica desde el año en que fue fundado, 1228, sobre otro anterior de principios del s. XI. Hacía pocos años que Alfonso VIII había fundado el Monasterio de las Huelgas Reales, en Burgos, y exactamente siete desde que se colocó la primera piedra de la Catedral de Burgos. La construcción de Villamayor sigue los pasos de ambas obras.
No vamos a repetir datos aportados por Fray Valentín de la Cruz en su Guía del Monasterio ni reseñar lo que se puede consultar en Internet. Visita obligada cuando se crucen estas tierras.