¿Qué tiene de malo creer? Contesta Skinner.

Hoy nos detenemos específicamente en los medios de que se vale la organización de la creencia para el control de sus fieles, con la ayuda del psicólogo usamericano Burrus F. Skinnner. Respondemos así por enésima vez a esa pregunta persistente, ¿pero qué tiene de malo creer?
Para el creyente y el crédulo serán modos de vida “normales”, pero nadie debiera olvidar que la compulsión inducida a creer lleva aparejados elementos coercitivos de control que generan conductas “controladas”: tales personas, lo quieran o no, son personas esclavas, por sujeción mental a otras. ¿Qué mayor esclavo que el que justifica a sus amos?
Las anotaciones siguientes no son sino referencia a tópicos estudiados por Skinner cuando habla del “condicionamiento operante” y lo que sigue es una aplicación de la teoría de Skinner al control que ejerce el sistema de creencias sobre la conducta.
1. El hecho de que las conductas, buenas o malas, legales o ilegales, adquieran una nueva connotación de culpabilidad o de gratificación calificándolas como morales o inmorales, santas o pecadoras, es el más poderoso medio de control de las mismas: es cierto que el ansia desenfrenada de comer es una desviación, mental o de conducta, a corregir; sin embargo, la creencia añade un estímulo mayor a dicho control calificando tal deseo como “gula” y convirtiéndolo en uno de los pecados capitales. Dígase lo mismo de afán de poder, de sobresalir, de ansiar ser como “el otro”, de poseer riquezas o de satisfacer la sexualidad.
2. Añade la religión algo más a dicho control propiciando como “ideales de perfección” la represión de impulsos normales: la persona casta “es más” que los demás y la que escoge el celibato como ideal de vida, mucho más; la persona que no ansía las riquezas y, sobre todo, hace voto de ser pobre adquiere un rango superior...
3.El refuerzo de la conducta con elementos extraños al devenir existencial, no probados pero “posibles”, como el cielo o el infierno, haciéndolos depender de los hechos buenos o malos realizados.
4. Asignar al cielo, como refuerzo positivo, todos los bienes de que el hombre carece o que ansía en este mundo: el cielo es la tierra prometida (para el judío errante que vaga por el desierto), es un edén, un paraíso, donde abundan toda clase de frutos (para quien sufre o ha sufrido los rigores del desierto), es un lugar donde no faltarán los alimentos (para quien vive en la miseria), es un lugar donde no existen penas ni dolores (para el desgraciado), es un lugar de paz (para quien sufre las guerras).
5. El refuerzo del cielo, a conseguir en la otra vida y por lo tanto inexistente en ésta, ejerce un enorme poder sugestivo, mayor que los refuerzos que provienen de instancias grupales. No se piense en personas de condición cultural o social baja: en determinados aspectos todos se sienten carentes de algo en esta vida.
6.Por medio de la educación tales refuerzos religiosos, por repetidos, se van incrustando en la persona de forma indeleble.
7. Se recurre a imágenes fuertemente condicionantes, extractadas del entorno familiar: Dios-padre; María-nuestra madre; el Señor es rey, Dios de los ejércitos.
8. Tales amenazas o premios, las del infierno y, sobre todo, la promesa del cielo se asocian a determinadas conductas que, en principio, nada tendrían que ver con ellas.
9. Creación de una “sensación de pecado” en el individuo, como situación aversiva que se torna inaguantable, a la vez que la organización crédula proporciona la posibilidad de expiar la culpa o ser absuelto por ella.
10. Utilización combinada de controles económicos: piénsese en la personas cuyo sustento depende de su relación con el clero organizado y se comprenderá su “piedad”, su “devoción”, su “religiosidad”.
11. El control educativo, sea por medio de sus propias escuelas, sea en grupos de catequesis, grupos de oración, etc.
12. Utilización del conocimiento que se tiene de la vida particular del fiel para “enfrentarle a sus obligaciones”, cuando esto no se convierte en el más puro chantaje para otros fines no tan nobles.
13. Utilización propicia del “autocontrol”, como forma sibilina de hacer interior la norma y dar la sensación de que la convicción sugestionada nace del propio yo.
14. Crear una predisposición en el individuo antes de que aparezcan las situaciones de riesgo.
15. Utilización de ciertos elementos recriminatorios, casi siempre verbales, como castigo “psíquico” que generan en la persona complejos de culpa.
16. Fomento del autocontrol para que la norma siga vigente cuando no está presente el factor controlador, favoreciendo con ello conductas muchas veces neuróticamente represivas: ayunos, penitencias, flagelaciones... todo por controlar los estímulos “todavía no controlados”, personificados generalmente en Satán.
17. Imposición de situaciones físicas de control de conducta: limitaciones (“si tu mano te escandaliza...” como metáfora), alejamiento del mal, eliminación de elementos (no comer tales alimentos, no leer tales escritos, no acudir a ver tales películas...).
18. Control del “ambiente” en que se mueve una persona: críticas, prohibiciones, privaciones, exclusiones, etc. desde la censura de películas, libros o tipos de música hasta la ocupación del tiempo libro con excursiones, visitas turísticas, “cursillos” y retiros espirituales.
19. Control grupal, referido no sólo al grupo al que se pertenece sino al grupo que se excluye: es muy poderoso el influjo del colectivo sobre el individuo a la hora de tomar decisiones que afectan a la propia persona.
20. “Invitación” “a ir”, a incorporarse, a realizar tales o cuales prácticas “que no te comprometen”, a asistir a reuniones, a organizar eventos, etc. de modo que unas prácticas conducen a otras.
21. El individuo controlado se convierte a su vez en "controlador” de otros, lo cual refuerza su conducta de muy distintas maneras, una de las cuales puede ser la económica.