La religión que suplanta la Psicología.

La religión que practican capas uniformes de población no debe tener para la ciencia más interés que el sociológico. Quizá la única consistencia que tenga no sea más que la numérica. En algunas ocasiones, puede ser médica.

Cuanto más profundiza uno en las “soluciones” que aporta la religión, más se convence de la necesidad de conocer al individuo: la Psicología.

Pero no la Psicología filosófica que se impartía en los seminarios, ni la Psicología superficial y de supermercado, ni la de baratillo y andar por casa, la que muchos practican con dos lecturas de textos agrupados de Darwin o Freud, Skinner, Tollman, quizá un poco de Piaget, Eysenck y otros, sino la Psicología científica, la que ahonda en la conducta, la que descubre el enigma del funcionamiento neuronal, la que incide en el análisis profundo de las áreas cerebrales, la que se sirve de la estadística; la Psicología, en fin, que entiende y cura.

Que la religión, como explicación “última” de los procesos humanos y cuyo sustento está en la masiva afluencia de moscas al mísero pastel de la creencia pueda ponerse en parangón con la Psicología, causa ira a cualquier persona inteligente.

Pero lo sarcástico estriba en que el contenido de los sermones que más impacto produce en los feligreses es el que hace relación a cuestiones del comportamiento humano y su “explicación” pseudo-psicológica.

La religión se escapa por sus propios poros en busca de la verdad. El alma se hace conducta y el sacerdote conductista. El 90% del contenido homilético es Psicología barata.

Las prácticas religiosas suelen ser una explotación aprovechada, una utilización artera y una suplantación sagaz de la Psicología: explicitación fenomenológica (1), que no explicación científica, de la conducta, del comportamiento y de la personalidad.

La meditación, como ejercicio de la "mente", sucedáneo de la reflexión; la oración como verbalización de pensamientos y deseos; el "propósito" como entrenamiento para un control racional de los propios actos; el confesar los pecados y el modo de hacerlo, para descargar sentimientos de culpa...

Sí, las prácticas "mentales" son necesarias para vivir y sentir el ser personal. La meditación como reposo de la mente que sobrevuela los acontecimientos, un vagar por los misterios que corroen la razón con preguntas sin respuesta, un beber sosegado de los argumentos racionales que no tuvieron concreción...

Para eso no se necesitan capillas ni ermitas, basta un paseo solitario por el campo, un abstraerse dentro del ruido de la ciudad, una mirada a las nubes cárdenas de la tarde... Con la meditación surgirá incluso la poesía, expresión acabada del sentir concentrado.
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(1)La Fenomenología da cuenta, sin entrar en valoraciones, de fenómenos: qué es, qué sucede, que se muestra, cómo se muestra... Aunque es una ciencia integrada dentro de las “filosóficas”, el término común se puede referir a cualquiera otra.
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