A vueltas con el concepto de "ateo".
Traslademos lo dicho, en lo cual estamos de acuerdo todos, al campo de la creencia en dioses. No puede haber ateo frente a teísta: hay persona normal, hombre normal, ser humano normal --pensante, “sintiente”, “razonante”-- frente a alguien que añade a tales títulos el de “creyente”.
Es irracional tachar de “a-teo” a quien está convencido de que no hay “sustancia” detrás de la palabra “dios” porque ninguna experiencia contrastada y certificada lleva a ello.
El creyente afirma a Dios, pero no da evidencias: el “ateo” mira a donde dicen que está “dios” y no ve nada. ¿Se le puede tachar de “a-teo” por afirmar la evidencia, la evidencia de la nada?
El verdadero error conceptual está en llamarse “creyente” al dar consistencia a la nada, o, en todo caso y quizá, a un sentimiento o presentimiento.
Error histórico ha sido gastar tantas energías en llegar a la simple verdad del “no veo nada”, un viaje circular que va de hombre a creyente, luego ateo, más tarde racional y finalmente de nuevo corroborando al hombre. Y en el camino, el secuestro de la persona.
Nuestra postura ya la hemos manifestado repetidas veces aquí y en comenarios: hay que ponerse de acuerdo en qué se entiende por "dios" (o Dios, que no odios). Y puestos de acuerdo, surgirá el desacuerdo. Un ateo da por supuesto a Dios, pero lo niega. Niego un determinado concepto creyente de Dios. ¿Y aquellos que tienen otro concepto distinto al Dios creído? ¿Son ateos?