“ARZOBISPO” Y “COADJUTOR”
“Arzobispo” –“obispo purpurable”-, y “coadjutor” –“persona que ayuda y acompaña a otro en ciertas cosas”-, son términos rigurosamente canónicos. Huelga reseñar que “inhibirse”, por un lado, o “entrometerse”, por otro, son antónimos de “coadjutorear”, por lo que este es verbo lleno de dificultades, que hay que conjugar con humildad y humanidad extremadamente religiosas. Al recientemente nombrado –que no elegido-“Arzobispo- Coadjutor” de Mérida-Badajoz, con derecho a sucesión, el director de RD le formuló unas cuantas preguntas, cuyas respuestas son merecedoras de glosa o exégesis, que sugiero con limpia y reluciente intención. (Y es que a la mayoría de los obispos les place siempre aparecer en los medios de comunicación, y más en los de mayor y más substantiva audiencia y ascendencia. Eso sí, prefieren que, a ser posible, les sea enviado previamente el cuestionario y, en casos particulares, otorgarles el “Nihil Obstat”, con lo que en las contestaciones se olfatea el olor y la estructura de los cánones, de las jaculatorias y de los artículos de fe. En este caso concreto – cosa que es de agradecer-, no fue así, por la premura del tiempo y obsequiosidad, pero de todas maneras estas ayudarán a sacerdotes y a fieles diocesanos, y posiblemente al mismo arzobispo, al análisis y reflexión más atenta)
. “El obispo se debe a todos, sin distinción de ninguna clase”. Es principio tan elemental y tan obvio, dentro y fuera de la Iglesia, que su promulgación y reconocimiento inicial “programático” puede prestarse a suscitar en algunos el interés por averiguar si siempre, y más en los tiempos recientes, fue pastoralmente así, o de otra manera. Las proclamas genéricas no dicen absolutamente nada, por neutras u ociosas, o “las carga el diablo”.
“La denuncia se hará necesaria en la medida que lo sea…” ¿Y quién, o quienes, marcan y son la medida?. ¿Tendrá que serlo esta, siempre y en todo, la jerarquía, por jerarquía, o también, y aún más, los sacerdotes y el pueblo. de Dios? ¿Quién fue antes en la Iglesia, este pueblo o la jerarquía? ¿Quién sirve a quién? ¿Pero acaso resulta eclesiástico de verdad el solo enunciado de una cuestión, en la que el oficio- ministerio de la “profecía” pueda prestarse a paráfrasis enigmáticas y arcanas?
. “Prefiero la concordia y la colaboración de todos los agentes sociales”. Es un deseo que, ni en exclusiva ni excepcionalmente, jamás acaparará para sí la Iglesia, ni ninguno de sus representantes, sino que, al menos en teoría, es patrimonio de la humanidad, con sacrosanto compromiso en su misión, ejercicio y ejemplaridad, y al que “el pastor, por exigencia de su libertad interior habrá de servir”.
. “EL Santo Padre me ha dicho que intente realizar bien mi nueva tarea pastoral, ahora diocesana”. “Nada de escalafón dentro de la Iglesia”. “Lo principal y decisivo en el matrimonio es el amor, el afecto humano…” ¡Qué bello anhelo y virtuosa teoría¡ Pero, por ejemplo, ¿qué pasa cuando pasó definitivamente el amor, o se descubre que este jamás existió, aunque se presentara y contabilizara como canónico e indisoluble? Procure rehuir los lugares comunes y déjese de misericordiosas nesciencias, dado que lo de “al pan, pan y al vino, vino” es lo que de verdad se entiende todas partes y un poco más en Extremadura…
. “Vuelvo a España con cierta nostalgia, después de tantos años…” Estas –las nostalgias- difícilmente son constructivas. Por favor, eche en el cesto del olvido la terminología italiana – “sfumature”, palabra de la que hace uso en la conversación-, y aprenda cuantos antes los términos “claves” del “castúo”, con los que a la perfección se entiende todavía la gente en Extremadura, a cuya Comunidad Autónoma pertenece la diócesis de Mérida- Badajoz, con su comarca “calderoniana” de La Serena. Es noble tarea de los obispos foráneos, y más, de los que prefieren “oler a oveja”, antes que a incienso.
. “Guadalupe, terreno minado de dificultades…”. En Guadalupe – La Puebla, y su monasterio- santuario que alberga a su Patrona, en la actualidad dependiente eclesiásticamente de la archidiócesis “primada” de España, Toledo, capital a su vez de Castilla- La Mancha, no hay minas geológicas, ni mortíferas, personales o colectivas. Las “minas” son devocionales, además de culturales, artísticas, e históricas. “Patrimonio de la Humanidad”, por más señas.. Es posible que, por lo del óbolo, pueda ser “mina” y supertítulo para ex -todopoderosos arzobispos toledanos. ¡Arregle de una vez este bochornoso tema eclesiástico (¿?) de Guadalupe, del que con sensatez, sano extremeñismo y respeto, están empeñadas también sus autoridades políticas, en contra de los criterios administrativos de la misma Iglesia, con escándalo para crédulos e incrédulos¡
. Pese a todo, no demore iniciar su trabajo pastoral frente de la diócesis, y demuestre con ello que lo que lo de “arzobispo metropolitano” con respetuosa mención visigoda para Mausona, no es un mero título con el que se premian actividades o favores pasados, sino una apasionante tarea pastoral, “regida” en los últimos años con procedimientos cuestionadamente conciliares, siendo benevolente en la apreciación e interpretación de los mismos.
. “El obispo se debe a todos, sin distinción de ninguna clase”. Es principio tan elemental y tan obvio, dentro y fuera de la Iglesia, que su promulgación y reconocimiento inicial “programático” puede prestarse a suscitar en algunos el interés por averiguar si siempre, y más en los tiempos recientes, fue pastoralmente así, o de otra manera. Las proclamas genéricas no dicen absolutamente nada, por neutras u ociosas, o “las carga el diablo”.
“La denuncia se hará necesaria en la medida que lo sea…” ¿Y quién, o quienes, marcan y son la medida?. ¿Tendrá que serlo esta, siempre y en todo, la jerarquía, por jerarquía, o también, y aún más, los sacerdotes y el pueblo. de Dios? ¿Quién fue antes en la Iglesia, este pueblo o la jerarquía? ¿Quién sirve a quién? ¿Pero acaso resulta eclesiástico de verdad el solo enunciado de una cuestión, en la que el oficio- ministerio de la “profecía” pueda prestarse a paráfrasis enigmáticas y arcanas?
. “Prefiero la concordia y la colaboración de todos los agentes sociales”. Es un deseo que, ni en exclusiva ni excepcionalmente, jamás acaparará para sí la Iglesia, ni ninguno de sus representantes, sino que, al menos en teoría, es patrimonio de la humanidad, con sacrosanto compromiso en su misión, ejercicio y ejemplaridad, y al que “el pastor, por exigencia de su libertad interior habrá de servir”.
. “EL Santo Padre me ha dicho que intente realizar bien mi nueva tarea pastoral, ahora diocesana”. “Nada de escalafón dentro de la Iglesia”. “Lo principal y decisivo en el matrimonio es el amor, el afecto humano…” ¡Qué bello anhelo y virtuosa teoría¡ Pero, por ejemplo, ¿qué pasa cuando pasó definitivamente el amor, o se descubre que este jamás existió, aunque se presentara y contabilizara como canónico e indisoluble? Procure rehuir los lugares comunes y déjese de misericordiosas nesciencias, dado que lo de “al pan, pan y al vino, vino” es lo que de verdad se entiende todas partes y un poco más en Extremadura…
. “Vuelvo a España con cierta nostalgia, después de tantos años…” Estas –las nostalgias- difícilmente son constructivas. Por favor, eche en el cesto del olvido la terminología italiana – “sfumature”, palabra de la que hace uso en la conversación-, y aprenda cuantos antes los términos “claves” del “castúo”, con los que a la perfección se entiende todavía la gente en Extremadura, a cuya Comunidad Autónoma pertenece la diócesis de Mérida- Badajoz, con su comarca “calderoniana” de La Serena. Es noble tarea de los obispos foráneos, y más, de los que prefieren “oler a oveja”, antes que a incienso.
. “Guadalupe, terreno minado de dificultades…”. En Guadalupe – La Puebla, y su monasterio- santuario que alberga a su Patrona, en la actualidad dependiente eclesiásticamente de la archidiócesis “primada” de España, Toledo, capital a su vez de Castilla- La Mancha, no hay minas geológicas, ni mortíferas, personales o colectivas. Las “minas” son devocionales, además de culturales, artísticas, e históricas. “Patrimonio de la Humanidad”, por más señas.. Es posible que, por lo del óbolo, pueda ser “mina” y supertítulo para ex -todopoderosos arzobispos toledanos. ¡Arregle de una vez este bochornoso tema eclesiástico (¿?) de Guadalupe, del que con sensatez, sano extremeñismo y respeto, están empeñadas también sus autoridades políticas, en contra de los criterios administrativos de la misma Iglesia, con escándalo para crédulos e incrédulos¡
. Pese a todo, no demore iniciar su trabajo pastoral frente de la diócesis, y demuestre con ello que lo que lo de “arzobispo metropolitano” con respetuosa mención visigoda para Mausona, no es un mero título con el que se premian actividades o favores pasados, sino una apasionante tarea pastoral, “regida” en los últimos años con procedimientos cuestionadamente conciliares, siendo benevolente en la apreciación e interpretación de los mismos.