“EMAIL” AL PAPA FRANCISCO (5)
Me limito en esta ocasión a servirles de cartero particular a grupos de cristianos extremeños de nacencia, residencia y vivencia, empeñados en hacerle partícipe de un problema religioso que les preocupa, por sí mismo y por lo que les significa, con la confianza de que solamente en sus manos de Papa- padre y pastor, encontrarán la solución.
“Seguramente que el nombre de Extremadura, nuestra región, hoy Comunidad Autónoma, le es suficientemente conocido. De esta tierra, que en los índices de desarrollo ocupa el último de sus lugares en España y, por tanto, el primero entre los “parados”, y de la que literariamente se aseveró que en ella nacieron los “dioses” que descubrieron y evangelizaron América, tales como Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Vasco Núñez de Balboa y otros, es su PATRONA NUESTRA SEÑORA LA SANTÍSIMA VIRGEN DE GUADALUPE, cuyo monasterio, por más señas y con sobradas razones históricas y artísticas, fue declarada por la Unesco, “Patrimonio de la Humanidad”, signo y símbolo de la contradicción evangélica existente entre los conceptos de la pobreza y de la riqueza.
Añadido al título de su patronazgo celestial, las mismas autoridades democráticas civiles hicieron coincidir el día de la fiesta oficial con el de la religiosa. Pero el caso es, -y tal es el objeto principal de nuestra misiva-, que el santuario mariano, su Puebla y su comarca, no pertenecen eclesiásticamente a ninguna de las tres diócesis extremeñas, que son Mérida- Badajoz, Plasencia y Coria-Cáceres. Pertenece nada menos que a la archidiócesis de Toledo, en cuya ciudad reside la capitalidad de Castilla la Mancha, cuya denominación cervantina será de su agrado, castellano parlante por su origen argentino.
Esto quiere decir que la patrona de los extremeños, con su incuestionable proyección y presencia religiosa en el continente americano, “santo y seña” de nuestro pueblo y esencia de nuestra religiosidad, por irrelevantes sinrazones de política eclesiástica, está como exiliada y apátrida, al amparo y colonización de jurisdicciones extraterritoriales, en unos tiempos conciliares en los que la idea de las “Iglesias locales” es tan de su agrado teológico y pastoral.
Repetidamente hicimos llegar nuestras quejas a las autoridades eclesiásticas superiores, como el Nuncio de S.S. y Presidentes de la Conferencia Episcopal Española, con asentimiento y firmas también de las propias autoridades civiles, sacerdotes y movimientos católicos, y hasta el presente tan solo “la callada por respuesta” fue la contestación jerárquica, lo que consideramos inelegante, irreligioso e impropio. Entre estas “autoridades” ponemos el acento en la persona de un “tal don Braulio”, “Primado” de la imperial ciudad de Toledo, quien, según nos dicen, tiene la penúltima palabra, tal vez por lo de “Primado” con remembranzas feudales, pero de cuya “primacía” y señorío” político- eclesiástico de tiempos gloriosos e inconfundibles, es posible que proceda tal concesión tan contradictoria, única en la geografía administrativa de la piedad y de la mariología.
Con sentimientos perfectamente religiosos y cristianos, sin otra intención que la de que también oficialmente la Virgen de Guadalupe participe de la condición de nuestra pobreza de por sí, y podamos contar con su reconocido patronazgo, sin depender del arzobispal de otro, por muy “primado” que sea o haya sido, revestido normalmente de la “sagrada púrpura cardenalicia”, le enviamos esta carta, con la seguridad de que nos contestará, con la exposición de las razones que hacen mantener una situación tan anómala. Conste que, de cuantas gestiones efectuamos en todas las direcciones canónicas, administrativas y jerárquicas, sus responsables intra-diocesanos extremeños fueron informados convenientemente. Conste también que ya nos está costando mucho disculpar su inoperancia y falta de colaboración, compromiso y apoyo, en una causa que estimamos sustantivamente religiosa.
Por extremeños somos pobres- pobres y, por tanto, aún temerosos de que hasta el presente no hayamos sabido expresarnos como corresponde, por no haberse siquiera entendido nuestra letra. Al poder hacer uso ahora del lenguaje y procedimientos internacionales de los “emeils”, estamos entrañablemente convencidos de que usted, padre, papa y pastor, tomará el tema como suyo, dejando de se un problema religioso para Extremadura. Cuando esto acontezca, no nos extrañaría que personalmente quisiera visitarnos y contemplar la pila, de la que la tradición y la historia documentada aseveran que en la misma fueron bautizados los dos primeros “indios” que acompañaron a Cristóbal Colón en su peregrinación de acción de gracias a la Virgen, exiliada patrona de Extremadura. Gracias.”
“Seguramente que el nombre de Extremadura, nuestra región, hoy Comunidad Autónoma, le es suficientemente conocido. De esta tierra, que en los índices de desarrollo ocupa el último de sus lugares en España y, por tanto, el primero entre los “parados”, y de la que literariamente se aseveró que en ella nacieron los “dioses” que descubrieron y evangelizaron América, tales como Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Vasco Núñez de Balboa y otros, es su PATRONA NUESTRA SEÑORA LA SANTÍSIMA VIRGEN DE GUADALUPE, cuyo monasterio, por más señas y con sobradas razones históricas y artísticas, fue declarada por la Unesco, “Patrimonio de la Humanidad”, signo y símbolo de la contradicción evangélica existente entre los conceptos de la pobreza y de la riqueza.
Añadido al título de su patronazgo celestial, las mismas autoridades democráticas civiles hicieron coincidir el día de la fiesta oficial con el de la religiosa. Pero el caso es, -y tal es el objeto principal de nuestra misiva-, que el santuario mariano, su Puebla y su comarca, no pertenecen eclesiásticamente a ninguna de las tres diócesis extremeñas, que son Mérida- Badajoz, Plasencia y Coria-Cáceres. Pertenece nada menos que a la archidiócesis de Toledo, en cuya ciudad reside la capitalidad de Castilla la Mancha, cuya denominación cervantina será de su agrado, castellano parlante por su origen argentino.
Esto quiere decir que la patrona de los extremeños, con su incuestionable proyección y presencia religiosa en el continente americano, “santo y seña” de nuestro pueblo y esencia de nuestra religiosidad, por irrelevantes sinrazones de política eclesiástica, está como exiliada y apátrida, al amparo y colonización de jurisdicciones extraterritoriales, en unos tiempos conciliares en los que la idea de las “Iglesias locales” es tan de su agrado teológico y pastoral.
Repetidamente hicimos llegar nuestras quejas a las autoridades eclesiásticas superiores, como el Nuncio de S.S. y Presidentes de la Conferencia Episcopal Española, con asentimiento y firmas también de las propias autoridades civiles, sacerdotes y movimientos católicos, y hasta el presente tan solo “la callada por respuesta” fue la contestación jerárquica, lo que consideramos inelegante, irreligioso e impropio. Entre estas “autoridades” ponemos el acento en la persona de un “tal don Braulio”, “Primado” de la imperial ciudad de Toledo, quien, según nos dicen, tiene la penúltima palabra, tal vez por lo de “Primado” con remembranzas feudales, pero de cuya “primacía” y señorío” político- eclesiástico de tiempos gloriosos e inconfundibles, es posible que proceda tal concesión tan contradictoria, única en la geografía administrativa de la piedad y de la mariología.
Con sentimientos perfectamente religiosos y cristianos, sin otra intención que la de que también oficialmente la Virgen de Guadalupe participe de la condición de nuestra pobreza de por sí, y podamos contar con su reconocido patronazgo, sin depender del arzobispal de otro, por muy “primado” que sea o haya sido, revestido normalmente de la “sagrada púrpura cardenalicia”, le enviamos esta carta, con la seguridad de que nos contestará, con la exposición de las razones que hacen mantener una situación tan anómala. Conste que, de cuantas gestiones efectuamos en todas las direcciones canónicas, administrativas y jerárquicas, sus responsables intra-diocesanos extremeños fueron informados convenientemente. Conste también que ya nos está costando mucho disculpar su inoperancia y falta de colaboración, compromiso y apoyo, en una causa que estimamos sustantivamente religiosa.
Por extremeños somos pobres- pobres y, por tanto, aún temerosos de que hasta el presente no hayamos sabido expresarnos como corresponde, por no haberse siquiera entendido nuestra letra. Al poder hacer uso ahora del lenguaje y procedimientos internacionales de los “emeils”, estamos entrañablemente convencidos de que usted, padre, papa y pastor, tomará el tema como suyo, dejando de se un problema religioso para Extremadura. Cuando esto acontezca, no nos extrañaría que personalmente quisiera visitarnos y contemplar la pila, de la que la tradición y la historia documentada aseveran que en la misma fueron bautizados los dos primeros “indios” que acompañaron a Cristóbal Colón en su peregrinación de acción de gracias a la Virgen, exiliada patrona de Extremadura. Gracias.”