EMAILS AL PAPA FRANCISCO 3 y 4
3. Somos ya muchos los convencidos de que la frustrada VENIDA A ESPAÑA DEL PAPA FRANCISCO, inicialmente comprometido con el V Centenario del nacimiento , de Santa Teresa, respondió a razones distintas de sus “itinerancias” pastorales, y a la circunstancia de que el año 2,015 habría de ser intensamente electoral , con las consabidas interferencias políticas en un país en el que todavía, y de alguna manera, no están extintos los rasgos propios del Nacional Catolicismo. Alegan muchos que el Papa no está conforme con el ritmo de re- fundación – reforma de la Iglesia en España, comenzando por su jerarquía, y no quiso refrendar y bendecir sus somnolencias, rutinas y perezas. No se descubriría nada nuevo si se indicara que la misma reacción tan acentuadamente quejumbrosa del episcopado a la recepción de la nota oficial que les hacía partícipes de la imposibilidad de venir, se pudiera prestar a interpretaciones vecinas a las captadas por el pueblo, - pueblo de Dios-,y de las que se hace, y seguirán haciéndose eco en sus reuniones, asambleas, cenáculos o conciliábulos piadosos, diocesanos o parroquiales.
Y es que, a quienes episcopalmente representan el Vaticano II, con obligaciones pastorales sagradas de mantenimiento, efectividad y progreso, les están costando esfuerzos inverosímiles por encarnarlo y hacer presente en España, pese a los reiterados gestos testimonialmente conciliares del Papa Francisco. Por circunstancias comprensibles, pero incuestionables, al episcopado español, y a sus teólogos, les sorprendió en Concilio “fuera de juego”, y buena parte del mismo sigue “en su lugar descanso”, ajenos a las demandas de desarrollo, e insensibles a los acontecimientos, con los que se identifica la sociedad actual, y para las que la Iglesia habrá de ser respuesta de salvación y de vida, en libertad y con la gracia de Dios.
Si bien la fiabilidad de las encuestas se halla con frecuencia en entredicho, y más las referidas a creencias y a la conciencia, es posible que en algunas de ellas, cuyo tema central resulte ser el afecto- desafecto al Papa Francisco entre los obispos y responsables jerárquicos, con inclusión de Superiores Generales de Órdenes y Congregaciones Religiosas, la aureola con la que universalmente está revestida su “franciscana” figura, no sea “santo y seña” de su devoción.
Al ritmo eclesiástico que llevan en España las ideas y situaciones de relevantes miembros de su jerarquía, con su incidencia en el pueblo “católico” por definiciones constitucionales recientes, puede concluyentemente asegurarse por ahora la imposibilidad de la visita papal. Lo que les sorprende a muchos es que la jerarquía no se haya percatado de valorar en tal dirección la decisión vaticana.
4. Es posible que el dato no sea conocido por el Papa Francisco. Pero, por su originalidad y significación, merece serlo, sin necesidad de comentarios distintos a los que suscita su simple y llana lectura. Exactamente son 39 las Vírgenes patronas de otras tantas ciudades de España, las que lucen el título de “ALCALDESAS PERPETUAS” de las respectivas localidades. Respetuoso con nombramientos tan devotos, con asentimiento casi democrático popular, me da la impresión de que, sin tener que despojar necesariamente ahora “por real decreto”, a las titulares del mismo, al menos de aquí en adelante, el empeño “pastoral” en la consecución de “primer edil”, y de otras advocaciones, para la Madre de Dios y Madre de todos, no es tarea principalmente mariológica. Hasta es posible que sea una desconsideración y una irreverencia. Los tiempos, más o menos democráticos en los que nos hallamos, no se prestan a este tipo de entretenimientos.
Alcalde- alcaldesa de un pueblo, o de una ciudad, no es un título, un diploma, una etiqueta, un pretexto o un premio honorífico. Dar ocasión, y prestarse, a que las intitulaciones honoríficas enmascaren, funciones, faenas y ocupaciones, no es edificante ni para la sociedad ni para la Iglesia. Descalifican y pervierten su razón de ser y sus fines. ¿Nos escandalizaremos cuando llegue la hora de despojar de sus títulos también a las “alcaldesas perpetuas”, sin habernos escandalizado antes, de la inútil, política y esperpéntica concesión del mismo, con sus correspondientes atributos y símbolos?
Y es que, a quienes episcopalmente representan el Vaticano II, con obligaciones pastorales sagradas de mantenimiento, efectividad y progreso, les están costando esfuerzos inverosímiles por encarnarlo y hacer presente en España, pese a los reiterados gestos testimonialmente conciliares del Papa Francisco. Por circunstancias comprensibles, pero incuestionables, al episcopado español, y a sus teólogos, les sorprendió en Concilio “fuera de juego”, y buena parte del mismo sigue “en su lugar descanso”, ajenos a las demandas de desarrollo, e insensibles a los acontecimientos, con los que se identifica la sociedad actual, y para las que la Iglesia habrá de ser respuesta de salvación y de vida, en libertad y con la gracia de Dios.
Si bien la fiabilidad de las encuestas se halla con frecuencia en entredicho, y más las referidas a creencias y a la conciencia, es posible que en algunas de ellas, cuyo tema central resulte ser el afecto- desafecto al Papa Francisco entre los obispos y responsables jerárquicos, con inclusión de Superiores Generales de Órdenes y Congregaciones Religiosas, la aureola con la que universalmente está revestida su “franciscana” figura, no sea “santo y seña” de su devoción.
Al ritmo eclesiástico que llevan en España las ideas y situaciones de relevantes miembros de su jerarquía, con su incidencia en el pueblo “católico” por definiciones constitucionales recientes, puede concluyentemente asegurarse por ahora la imposibilidad de la visita papal. Lo que les sorprende a muchos es que la jerarquía no se haya percatado de valorar en tal dirección la decisión vaticana.
4. Es posible que el dato no sea conocido por el Papa Francisco. Pero, por su originalidad y significación, merece serlo, sin necesidad de comentarios distintos a los que suscita su simple y llana lectura. Exactamente son 39 las Vírgenes patronas de otras tantas ciudades de España, las que lucen el título de “ALCALDESAS PERPETUAS” de las respectivas localidades. Respetuoso con nombramientos tan devotos, con asentimiento casi democrático popular, me da la impresión de que, sin tener que despojar necesariamente ahora “por real decreto”, a las titulares del mismo, al menos de aquí en adelante, el empeño “pastoral” en la consecución de “primer edil”, y de otras advocaciones, para la Madre de Dios y Madre de todos, no es tarea principalmente mariológica. Hasta es posible que sea una desconsideración y una irreverencia. Los tiempos, más o menos democráticos en los que nos hallamos, no se prestan a este tipo de entretenimientos.
Alcalde- alcaldesa de un pueblo, o de una ciudad, no es un título, un diploma, una etiqueta, un pretexto o un premio honorífico. Dar ocasión, y prestarse, a que las intitulaciones honoríficas enmascaren, funciones, faenas y ocupaciones, no es edificante ni para la sociedad ni para la Iglesia. Descalifican y pervierten su razón de ser y sus fines. ¿Nos escandalizaremos cuando llegue la hora de despojar de sus títulos también a las “alcaldesas perpetuas”, sin habernos escandalizado antes, de la inútil, política y esperpéntica concesión del mismo, con sus correspondientes atributos y símbolos?