¿SE ENTERARON POR LA PRENSA?

Con formula tan simple y tan mendaz, intentaron en la portavocía de la Conferencia Episcopal Española explicarles a los representantes de los medios de comunicación social el hecho, y determinadas circunstancias, relacionadas con los graves acontecimientos registrados en los últimos tiempos en altas esferas de la archidiócesis de Granada, con expresa relación a la pederastia y a sus denigrantes consecuencias.

. ¿Pero quien, o quienes, pueden tener avecindados sus nombres y sus cargos eclesiásticos en las epactas curiales, “viviendo en el mejor de los mundos” y al margen de todo riesgo inherente a la condición humana, por abyecta que sea? ¿Qué `pasos, en el “Vía Crucis” de la denuncia, tuvo que dar el supuesto “Daniel” antes de hacer llegar al Papa personalmente su denuncia? ¿No tendría – y tuvo- que haber hablado una y otra vez, con sacerdotes, director espiritual, canónigos, miembros de los “Tribunales”, llamados, “Eclesiásticos”, y con el mismísimo Arzobispo?

. “Vivir en el mejor de los mundos” equivale a no vivir en el mundo, y menos en la Iglesia. Quien, o quienes, así lo hicieran –y lo sigan haciendo- , dimitieron de todos sus cargos, ministerios y oficios pastorales, además de haber tenido que hacerlo de su condición de personas. Cuando tal estilo de vida fuera conscientemente elegido, con el fin de ahorrarse dolores de cabeza, y ahorrárselos pasajeramente a otros, por comodidad “espiritual”, en evitación de falaces “escándalos” al prójimo, o por vacío de sensibilidad y responsabilidad personal o de “clase” – clerical en este caso-, cualquier petición de perdón que se formulara algún día, carecerá de veracidad y será puro espectáculo.

. Quienes en los distintos grados de sus respectivas demarcaciones pastorales se vean obligados a guarecerse en las fórmulas de “haberse enterado por la prensa”, se descalifican “ipso facto” a sí mismos, proclamando su incapacidad para ejercer sus cargos con la mínima responsabilidad requerida y, a la vez, delatando que su nombramiento fue vergonzosamente irregular y sin más requisitos y condicionantes que el de su condición de devoto adorador de la docilidad, de la subordinación y del sometimiento “por ser esta la voluntad del Señor”.

. Cuando el bien común –y más el ético-moral, como en el caso de esta reflexión- , es el articulado y comprometido, se repele todo subterfugio, excusa o pretexto, bajo pena de excomunión para todo fingimiento o mentira. En territorios eclesiásticos -también en los laicos-, el comportamiento del grupo de los “Romanones” granaditos no podía ser virginalmente ajeno a muchos.

. El derecho y el deber de saber es inherente a la actividad personal e institucional, y más dentro de la Iglesia, en cuya demarcación se cuenta además con el consciente dinamismo de la “gracia de Dios”, que con creces suple toda deficiencia, siempre y cuando despunten la idea de que la humildad y la humanidad, liberadas y redimidas por Cristo Jesús, constituyen su principal tarea ministerial, por exigencias de la vocación y de la fe.

. De todas maneras, bendita prensa” que todavía les sirve a obispos y a super- obispos para enterarse de algo de lo que acontece en sus diócesis y que en tal proporción afecta a sus diocesanos y a quienes,- miembros o no, de la Iglesia-, han de sentir como propias desgracias ajenas de tanta entidad como estas. “Bendita prensa”, gracias a la cual la reacción y comportamiento del bendito Papa Francisco ha contribuido a sembrar más esperanzas en los surcos agostizos de ceremoniales, “vademecum” y Código de Derecho Canónico.

. ¿Cómo juzgar la ceremonia pontifical “semanasantera” del arzobispo granadino, postrado –rendido- ante el altar mayor de la catedral, acompañado de otros sacerdotes, en petición ritual de perdón por el comportamiento mantenido con “Daniel”, sus “compañeros mártires” y sus martirizadores? Creo personalmente que a la Iglesia le sobran no pocos gestos litúrgicos, o para- litúrgicos, y le faltan dimisiones y renuncias, sometimiento a las autoridades civiles y penales, y reparaciones eficaces, con satisfacciones y reintegros, por los daños producidos, o consentidos, con el propósito de enmienda y dolor de corazón, preceptuados en los manuales de la teología sacramentaria.
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