San “JUAN ESPAÑOL”, ¡Ruega por nosotros¡
En nuestro caso, se llama “Juan”, y además, es cien por cien español. No es una invención gramatical para ensambenitarlo con el ropaje del anonimato de la normalidad- regularidad propia del común de los mortales. “Juan”, por tanto, se considera, y lo consideran, “católico, apostólico, y tal vez romano”, aunque quienes lo conocemos y tratamos estemos convencidos de que ni sabe, ni quiere saber, nada de eso, sin que por eso deje de ser educado y buena persona. “Lo de “español” nadie lo duda, por lo que su cuestionamiento sería ocioso y hasta posiblemente insultante.
Las estadísticas, al dictado de principios y procedimientos técnicamente sociológicos al uso, por supuesto que ubicarán el nombre y los apellidos reales de este, y de tantos otros “Juan Español”, de idénticas características y condiciones, en el listado oficial de los miembros de la Iglesia.
. Para nuestro “Juan Español”, que insisto, ignora cuanto se relaciona con la religión, las religiones y la Iglesia, los términos “sermonear” y “predicar” le suenan a “reñir” y a “amonestar”. De la palabra “homilía” no tiene ninguna referencia. La de “catecismo” la relaciona con aquello de “cuatro esquinitas tiene mi cama /, y cuatro angelitos que me la guardan”, y le suscita recuerdos de niñez indefensa. No leyó jamás en la vida ningún libro “religioso”, y pocos de los otros.
. Le apasionaron, y le apasionan, los temas deportivos y algunos de sociedad y de política, cuando estos, que son la mayoría, afectan a sus intereses pecuniarios, sobre todo con mención para las corrupciones y sus protagonistas. Como, gracias a los periodistas, son posibles estas noticias, sobre sus hombros televisivos, radiofónicos y escritos en general, hace caer responsabilidades aviesamente profesionales, en mayor, o idéntica, proporción a las que les corresponderían a quienes son los responsables directos, o consentidores, de tales tropelías, en las que los informadores no ejercen otra función que la de ser, o haber sido, simples mensajeros…
. Sin salirnos de la temática “religiosa”, la imagen que “Juan Español” tiene de Dios, de la Virgen, de san José, de los santos, de la Santísima Trinidad, de la Eucaristía, del pecado, de las indulgencias, de los Tribunales Eclesiásticos, del cielo y del infierno, de los curas y obispos, de las riquezas de la Iglesia, de los católicos ricos y pobres y de cuanto se llame eclesiástico o algo parecido, le da la impresión de ser un invento burocrático del que algunos se sirven para justificar y ejercer su poder no solo en esta vida sino hasta el “Más Allá”.
. A “Juan Español” le molesta de modo natural, y hasta puramente sociológico, la misma posibilidad de que religión, Dios y poder se confundan, actúen y operen en los mismos territorios, y valiéndose además de bendiciones, cruces, incienso, ornamentos extraños y lenguajes, que únicamente entienden algunos, es decir, los selectos.
. A “Juan Español” le sorprende intrínsecamente, por ejemplo, que las mujeres no ocupen en la actualidad puestos de responsabilidades supremas en la Iglesia, que no se puedan casar los curas, que en ella se casen, descasen y vuelvan a casarse los ricos, y no los pobres, que aquellos dispongan de lugares, ritos y tratos de privilegio, y que sus representantes jerárquicos se vistan “de raro” y no se integren en el resto de la sociedad, de modo similar a como lo hacen quienes pertenecen a otras profesiones u oficios.
. Las conversaciones “religiosas”, en definitiva,”evangelizadoras”-, con los “Juan Español” avecindados en España en la actualidad, resultarían extremadamente difíciles. es decir, imposibles, dado que ni siquiera se dispone de palabras para entender y para ser entendidos, así como de gestos y ejemplos. ¿Cómo será posible reflexionar acerca de acontecimientos tan “importantes” en la vida social y cristiana como el bautizo, la Primera Comunión, la boda y el funeral, cuando ya han comenzado a “celebrarse por lo civil”, dado que el sentido y el contenido de estos ritos- ceremonias resultaban tanto o más “sociales” como “religiosos”, sobre todo a consecuencia del organigrama y de la liturgia que hay que seguir, con tantos miramientos y escrúpulos, sin teología y sin evangelio?
. Por otra parte, y felizmente, las conversaciones “religiosas” con nuestros “Juan Español”, se hacen plenamente efectivas e inteligibles, cuando a unos y a otros les alienta la convicción de que lo verdaderamente sagrado e importante, según Dios, es lo humano, lo honrado, lo limpio, lo decente, lo justo, lo digno, lo recto, lo noble, lo transparente y lo sano. Otros adjetivos, aún cuando sean “católicos, apostólicos y romanos”, carecerían de consistencia y religiosidad, por no ser ejemplares y testificadotes de fe y de vida.
Las estadísticas, al dictado de principios y procedimientos técnicamente sociológicos al uso, por supuesto que ubicarán el nombre y los apellidos reales de este, y de tantos otros “Juan Español”, de idénticas características y condiciones, en el listado oficial de los miembros de la Iglesia.
. Para nuestro “Juan Español”, que insisto, ignora cuanto se relaciona con la religión, las religiones y la Iglesia, los términos “sermonear” y “predicar” le suenan a “reñir” y a “amonestar”. De la palabra “homilía” no tiene ninguna referencia. La de “catecismo” la relaciona con aquello de “cuatro esquinitas tiene mi cama /, y cuatro angelitos que me la guardan”, y le suscita recuerdos de niñez indefensa. No leyó jamás en la vida ningún libro “religioso”, y pocos de los otros.
. Le apasionaron, y le apasionan, los temas deportivos y algunos de sociedad y de política, cuando estos, que son la mayoría, afectan a sus intereses pecuniarios, sobre todo con mención para las corrupciones y sus protagonistas. Como, gracias a los periodistas, son posibles estas noticias, sobre sus hombros televisivos, radiofónicos y escritos en general, hace caer responsabilidades aviesamente profesionales, en mayor, o idéntica, proporción a las que les corresponderían a quienes son los responsables directos, o consentidores, de tales tropelías, en las que los informadores no ejercen otra función que la de ser, o haber sido, simples mensajeros…
. Sin salirnos de la temática “religiosa”, la imagen que “Juan Español” tiene de Dios, de la Virgen, de san José, de los santos, de la Santísima Trinidad, de la Eucaristía, del pecado, de las indulgencias, de los Tribunales Eclesiásticos, del cielo y del infierno, de los curas y obispos, de las riquezas de la Iglesia, de los católicos ricos y pobres y de cuanto se llame eclesiástico o algo parecido, le da la impresión de ser un invento burocrático del que algunos se sirven para justificar y ejercer su poder no solo en esta vida sino hasta el “Más Allá”.
. A “Juan Español” le molesta de modo natural, y hasta puramente sociológico, la misma posibilidad de que religión, Dios y poder se confundan, actúen y operen en los mismos territorios, y valiéndose además de bendiciones, cruces, incienso, ornamentos extraños y lenguajes, que únicamente entienden algunos, es decir, los selectos.
. A “Juan Español” le sorprende intrínsecamente, por ejemplo, que las mujeres no ocupen en la actualidad puestos de responsabilidades supremas en la Iglesia, que no se puedan casar los curas, que en ella se casen, descasen y vuelvan a casarse los ricos, y no los pobres, que aquellos dispongan de lugares, ritos y tratos de privilegio, y que sus representantes jerárquicos se vistan “de raro” y no se integren en el resto de la sociedad, de modo similar a como lo hacen quienes pertenecen a otras profesiones u oficios.
. Las conversaciones “religiosas”, en definitiva,”evangelizadoras”-, con los “Juan Español” avecindados en España en la actualidad, resultarían extremadamente difíciles. es decir, imposibles, dado que ni siquiera se dispone de palabras para entender y para ser entendidos, así como de gestos y ejemplos. ¿Cómo será posible reflexionar acerca de acontecimientos tan “importantes” en la vida social y cristiana como el bautizo, la Primera Comunión, la boda y el funeral, cuando ya han comenzado a “celebrarse por lo civil”, dado que el sentido y el contenido de estos ritos- ceremonias resultaban tanto o más “sociales” como “religiosos”, sobre todo a consecuencia del organigrama y de la liturgia que hay que seguir, con tantos miramientos y escrúpulos, sin teología y sin evangelio?
. Por otra parte, y felizmente, las conversaciones “religiosas” con nuestros “Juan Español”, se hacen plenamente efectivas e inteligibles, cuando a unos y a otros les alienta la convicción de que lo verdaderamente sagrado e importante, según Dios, es lo humano, lo honrado, lo limpio, lo decente, lo justo, lo digno, lo recto, lo noble, lo transparente y lo sano. Otros adjetivos, aún cuando sean “católicos, apostólicos y romanos”, carecerían de consistencia y religiosidad, por no ser ejemplares y testificadotes de fe y de vida.