Escuchar

Me ha gustado mucho un artículo de Thomas Reese publicado en el National Catholic Reporter que trata sobre las formas de escuchar a los jóvenes. Habla del sínodo de la juventud que se está llevando a cabo en estos momentos. En la sala hay 367 prelados y 72 auditores de los cuales 30 son jóvenes, situados en las últimas filas, los auditores pueden participar en grupos pequeños pero no votar. Los jóvenes son ruidosos y no se cortan de aplaudir calurosamente a los conferenciantes cuyos discursos les gustan, algo insólito en celebraciones anteriores.
La palabra escuchar se ha convertido en un mantra que todo el mundo repite pero no con el mismo significado. Para algunos significa encontrar lo que los jóvenes piensan, sus necesidades y sus preocupaciones ya que si este sínodo estaba pensado para ellos es obligado hablar de cosas que les afecten. Pero hay obispos que continúan empleando el método tradicional que supone lanzar una batería de ideas con el intento de imponerlas sin consideración a la realidad y podemos estar seguros de que ya vienen con la respuestas de los jóvenes contestadas
La crisis de la pedofilia es un buen caldo de cultivo ya que los métodos tradicionales no han servido y saben que la Iglesia necesita hacer reformas. Los obispos tienen que escuchar para obtener más ideas, para conocer los programas que funcionan en otras diócesis y para escuchar a los jóvenes como partes activas en este cambio necesario
El mejor ejemplo de escucha es el practicado por el hermano Alois, prefecto de la comunidad de Taizé en Francia, pues ha llevado a la escucha a un nivel profundo. Su monasterio es famoso por atraer a los jóvenes incluso a los que no frecuentan las iglesias y tiene personas cuya misión es escuchar a las personas para que descubran al Espíritu dentro de sus vidas, no deben imponer sus ideas sino ayudar a encontrar el camino. El hermano Alois está convencido de que Dios es amor y donde hay amor, hay compasión, sed de justicia y deseo de reconciliación y cree que los jóvenes llegan llenos con ese Espíritu y que hay que ayudarles a reconocerlo. No hay que someter a la juventud a una batería de ideas sino que los cimientos deben ser que reconozcan la existencia del Espíritu dentro de ellos mismos
Tengo la impresión de que estos consejos no son sólo válidos para el sínodo que se está llevando a cabo sino que en general sirven para toda la vida. Se habla de diálogo en muchos foros y los partícipes sólo quieren que sus ideas salgan vencedoras y no escuchan a los oponentes. Nadie tiene toda la verdad y es bueno y sano reconocerlo antes de sentarnos entorno a una mesa
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