Las costumbres cambian
Nos quejamos de que los divorcios en España aumentan, que el número de nacimientos disminuye, que las parejas cohabitan y ya no piensan casarse y esto me hace preguntarme lo que pasa en otros países del mundo.
Es curioso pero en la China urbana también se están dando cambios espectaculares. Muchos jóvenes cohabitan con sus parejas, algo que estaba prohibido hasta el año 2001, y lo hacen con frecuencia en casa de sus padres que, aunque no ven con buenos ojos esas relaciones, las consienten. Hoy en el 40% de los matrimonios chinos ha existido una convivencia previa de los novios. Las razones de estos cambios son las mismas que en muchos países: un crecimiento del individualismo, mayor poder de las mujeres, interés por aplazar el matrimonio, virginidad no valorada, problemas económicos y caída de las costumbres de toda la vida.
Los chinos se diferencian de los comportamientos de otros países occidentales en que son los habitantes ricos y universitarios de las grandes ciudades, como Pekín o Shanghai, los que siguen estas prácticas consideradas “modernas”. También en que al final de la cohabitación suele existir el matrimonio, forma de convivencia universalizada, aunque la política del hijo único y la preferencia por los varones, ha producido un déficit de muchos millones de mujeres. La cohabitación no engendra derechos, como en nuestros países, y el nacimiento de hijos naturales genera muchos problemas pues les resulta complicado recibir el hukou, que es el certificado de residencia que te permite el acceso a la educación a la sanidad y a otros servicios públicos. Aún así muchos se arriesgan.
Si damos un salto geográfico a Irak veremos que entre 2004 y 2014 se producía un divorcio por 5 matrimonios, una cifra baja si la comparamos con la norma en Europa, pero que crece exponencialmente. Las razones que se barajan son variadas. Algunos piensas que las personas se casan por tener relaciones sexuales, difíciles dentro un islamismo más radical, con la ventaja de que los divorcios se consiguen en un tiempo record. Para otros son las malas relaciones entre la población sunita y la chiita la causa de la ruptura de uniones entre parejas de estos credos distintos. No hay que descartar la pobreza por la que muchos varones se desentienden de sus esposas o hijos por su incapacidad de mantenerlos.
Una última razón que invocan los sociólogos es el éxito de las telenovelas turcas en las que aparecen varones que tratan románticamente a sus esposas y mujeres que abandonan a sus maridos violentos y no son consideradas negativamente. De hecho, dos tercios de los divorcios son promovidos por mujeres por lo que no hay que descartar la influencia de estos seriales televisivos que hacen soñar
En muchos países del Islam, menos occidentalizados, estas costumbres de la cohabitación son impensables como también lo son, los divorcios a instancias femeninas ¿Se contagiarán en el tiempo de nuestras costumbres?
Es curioso pero en la China urbana también se están dando cambios espectaculares. Muchos jóvenes cohabitan con sus parejas, algo que estaba prohibido hasta el año 2001, y lo hacen con frecuencia en casa de sus padres que, aunque no ven con buenos ojos esas relaciones, las consienten. Hoy en el 40% de los matrimonios chinos ha existido una convivencia previa de los novios. Las razones de estos cambios son las mismas que en muchos países: un crecimiento del individualismo, mayor poder de las mujeres, interés por aplazar el matrimonio, virginidad no valorada, problemas económicos y caída de las costumbres de toda la vida.
Los chinos se diferencian de los comportamientos de otros países occidentales en que son los habitantes ricos y universitarios de las grandes ciudades, como Pekín o Shanghai, los que siguen estas prácticas consideradas “modernas”. También en que al final de la cohabitación suele existir el matrimonio, forma de convivencia universalizada, aunque la política del hijo único y la preferencia por los varones, ha producido un déficit de muchos millones de mujeres. La cohabitación no engendra derechos, como en nuestros países, y el nacimiento de hijos naturales genera muchos problemas pues les resulta complicado recibir el hukou, que es el certificado de residencia que te permite el acceso a la educación a la sanidad y a otros servicios públicos. Aún así muchos se arriesgan.
Si damos un salto geográfico a Irak veremos que entre 2004 y 2014 se producía un divorcio por 5 matrimonios, una cifra baja si la comparamos con la norma en Europa, pero que crece exponencialmente. Las razones que se barajan son variadas. Algunos piensas que las personas se casan por tener relaciones sexuales, difíciles dentro un islamismo más radical, con la ventaja de que los divorcios se consiguen en un tiempo record. Para otros son las malas relaciones entre la población sunita y la chiita la causa de la ruptura de uniones entre parejas de estos credos distintos. No hay que descartar la pobreza por la que muchos varones se desentienden de sus esposas o hijos por su incapacidad de mantenerlos.
Una última razón que invocan los sociólogos es el éxito de las telenovelas turcas en las que aparecen varones que tratan románticamente a sus esposas y mujeres que abandonan a sus maridos violentos y no son consideradas negativamente. De hecho, dos tercios de los divorcios son promovidos por mujeres por lo que no hay que descartar la influencia de estos seriales televisivos que hacen soñar
En muchos países del Islam, menos occidentalizados, estas costumbres de la cohabitación son impensables como también lo son, los divorcios a instancias femeninas ¿Se contagiarán en el tiempo de nuestras costumbres?