Una preciosa historia

Un religioso de la Sociedad del Divino Salvador, Fr. John Pantuso, entró en el seminario en 1960 recibiendo la ordenación sacerdotal en 1967 pero en las turbulentas aguas que siguieron al concilio colgó los hábitos y se casó. Normalmente en situaciones semejantes la orden en la que estabas te declara persona non grata pero no fue su caso porque los salvadorianos no rechazan a nadie.

Pantuso tuvo dos hijos, hizo pastoral en su calidad de laico y cuando enviudó en el 2002, pidió ser readmitido, renovó sus votos y estuvo en el seminario para vocaciones tardías en Hales Corners, Wisconsin, para ponerse al día en la teología. Aunque compartió aula con otros 18 viudos el hecho de que fuera ya sacerdote produjo enorme interés entre sus compañeros Al terminar los estudios el obispo le nombró párroco de una comunidad, pidiéndole que no hablara de su vida pasada a sus parroquianos aunque tampoco la ocultara, donde estuvo ejerciendo su sacerdocio hasta su jubilación.

Salvo algunas personas ultraconservadoras, que abandonaron la parroquia, el resto le aceptó sin problemas. Su historia personal fue de gran ayuda para la preparación a los jóvenes al matrimonio y para aliviar la tristeza de los que habían perdido a su cónyuge. En las homilías soltaba, de vez en cuando, mi fallecida esposa o mis hijos para que su comunidad se fuera acostumbrando.

En una entrevista, ya jubilado, comentó que los sacerdotes casados podrían ser de mucha utilidad a la hora de dar consejos y que, con frecuencia, alguna persona le comentó que había acudido a él porque sabía que había contraído matrimonio. Lo que no significa que los sacerdotes no casados también puedan ejercer un magnífico papel como asesores. Se postula partidario de la ordenación femenina, lo más pronto posible, y cree que se debe levantar el celibato para los sacerdotes diocesanos pero no en el caso de los religiosos, aunque considera problemático que los católicos estén por la labor de pagar a un sacerdote casado y con hijos.

Pero aquí no se termina la historia pues uno de sus hijos, Bobby, que tiene 4 hijos de 14, 11, 9 y 2, para sorpresa de su padre, ha sido nombrado director de las vocaciones en la Sociedad del Divino Salvador a la que pertenece su progenitor. Es raro que un laico supervise el trabajo que se lleva a cabo en las vocaciones pero también es raro que un sacerdote que dejó de serlo, vuelva.

Me ha parecido una preciosa historia que merecía la pena de ser contada pero también hay vidas maravillosas que han permanecido fieles a los votos que hicieron en su juventud. En la viña del Señor caben todos los que quieren trabajar de jornaleros.
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