No nos rompamos la cabeza.
Orar es muy, muy fácil. Y escribir versos, a veces, también.
Cuando la oración y el poema los pone Dios…¿Y PARA QUÉ UN POEMA...?
¿Y para qué un poema si Tú estás en la tarde,
pones el cielo gris y un regalo de nubes?
¿Y para qué escribir si tú escribes los árboles
como versos alzados, quietos bajo la lluvia,
quietas sus copas verdes, pasmadas bajo el cielo?
Si Tú escribes el aire y el brillo del asfalto
¿para qué hacer mis versos de pulidas palabras?
El aire huele a Ti, las gotas cantan, cuentan
sus sílabas copiosas en el suelo.
¿Para qué hablar de versos esta tarde
si velas Tú la luz tan suavemente
y me empapa tu amor bajo la lluvia?
(Barañáin, 18 de abril de 2012)
(De Apasionado adiós, Madrid, Vitrubio, 2013, p.64).