Podrán elucubrar los teólogos y los escrituristas sobre los evangelios de la infancia de Jesús. Hay algo que nadie pondrá en duda.
La parentela de Jesús fue un grupo socialmente insignificante. En la sinagoga de su propio pueblo
se extrañaban de que supiera tanto alguien de aquella familia ("¿De dónde ha sacado todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado?... ¿No es este el carpintero, el hijo de María...?").
Al margen de complicadas teorías, Jesús María y José
se han considerado siempre un modelo de trabajo, sencillez y pobreza. Un ideal de fe y de vida interior que suele pasar inadvertida o menos valorada por los importantes del mundo.
Este es el atractivo de nuestro modelo. La Iglesia lo celebra el domingo que sigue a la Navidad.
Ahí van estas dos breves oraciones en verso, dos décimas, para recordarlo y rezar en casa.
A LA SAGRADA FAMILIA (I)
Carpinteros de bondad,
Jesús María y José,
entramad bien nuestra fe,
esperanza y caridad.
Nuestra casa apuntalad
y nuestra virtud escasa
con el amor que no pasa
y todo lo reconcilia.
Miembros de nuestra familia,
quedaos en nuestra casa.
Amén.
A LA SAGRADA FAMILIA (II)
Puesto que sois un modelo
de virtudes familiares,
poned en nuestros hogares
un poco de vuestro cielo.
Y ya que miráis al suelo
sin perderos en la altura,
mostradnos la senda oscura
de la vida y el trabajo,
que son el mejor atajo
para una gloria segura.
Amén.
(Obra poética, p. 382).