Tengo delante la fotografía de
Akash Bashir, el muchacho paquistaní que murió hace unos días en el
asalto talibán a la iglesia católica de San Juan en Lahore. Había estudiado en la escuela profesional de los Salesianos. En la foto mira a la cámara vivo, con toda la vida de su primera juventud. Colaboraba como voluntario en el servicio de vigilancia de su iglesia ante el peligro de los monstruos de la muerte.
Aquel mediodía de domingo, con el templo lleno de fieles, Bashir vio a un kamikaze que parecía ocultar un regalo de muerte bajo su cazadora. Intentó inútilmente alejarlo. Sin pensárselo más se abalanzó sobre él y lo abrazó para detenerlo. Al instante estalló el artefacto oculto y Bashir murió en el acto con su cuerpo destrozado. En el asalto fallecieron más de diez personas y hubo muchas decenas de heridos. Pero el joven héroe consiguió reducir considerablemente el número de víctimas previsto por los asesinos.
Tiempo litúrgico de Pasión y Muerte. De dolor y de esperanza.Tiempo siempre de Vida.Bashir se abrazó a la muerte
para que la vida siga.
Ha muerto el grano de trigo
para el triunfo de la espiga.
Amén. Aleluya.