¿La Virgen María, la mujer más poderosa del mundo?

Confieso que la sorprendente noticia me hizo sonreír. ¿Con qué baremos se mide el poder actual de una mujer que murió hace más de veinte siglos? Desde luego no se trata de poder en el sentido en que de ordinario se toma el término, vinculado generalmente a la política o a la economía. Si así fuera, cualquier ciudadano habría antepuesto, por ejemplo, a Angela Merkel o a las hermanas Koplowitz…

Pero el muy curioso artículo de la periodista y escritora Maureen Orth en National Geographic sobre el poder de María me hizo pensar. Yo mismo, más de una vez, comentando las palabras que el evangelio de Lucas pone en boca de la Virgen en el famoso canto del Magnificat, me lo he planteado. "Porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí… Desde ahora me llamaran dichosa todas las generaciones". A fe que estas palabras salieron proféticas. Ingenuamente, como cura de aldea, suelo preguntar a mis feligreses si conocen a alguna mujer en la historia que haya sido y siga siendo tan alabada como ella. En el Avemaría millones y millones de personas le decimos a diario “bendita eres entre todas las mujeres”. ¿Puede alguna otra medirse en la competencia? En la letanía lauretana, la de la Virgen en el rosario, la de siempre, la invocamos como “Virgen poderosa” (“Virgo potens”).

La Mariología y la piedad tradicional llamaba a la Virgen “la omnipotencia suplicante”, o todopoderosa como intercesora por su estrechísima relación con su Hijo…

Pero bueno, ¿qué tiene esto que ver para que la escritora y periodista Maureen Orth, en su artículo de National Geographic, la considere “la mujer más poderosa del mundo”? La autora aduce diversas razones y consideraciones. Se refiere al fenómeno mundial de la devoción a María, madre de Cristo, Madre de Dios. Insiste en que “Ninguna mujer ha sido tan enaltecida” como ella. La ve como “un símbolo universal de amor maternal, así como de sufrimiento y sacrificio”. El artículo se ocupa detenidamente de las apariciones y de los grandes santuarios marianos de peregrinación, como Guadalupe en México, Fátima, Medjugorje en Bosnia Herzegovina (aún sin una confirmación oficial por parte de la jerarquía), Lourdes (“6 millones de visitantes al año”); aduce numerosos testimonios y comentarios. Añade la dimensión mística de la figura de María, incluso para creyentes fuera de la fe cristiana, apuntando a la veneración de que goza en el mundo musulmán (“María aparece con más frecuencia en el Corán que en la Biblia”). No señala Orth que la propia bandera de esta Unión Europea nuestra, aparentemente fría y aséptica en la afirmación de su tradición cristiana, lleva como santo y seña las doce estrellas de la Mujer del Apocalipsis, entendida en primer término como la Iglesia y en un segundo importante plano como la Virgen María. Sí señala en cambio que “ella inspiró la creación de muchas grandes obras de arte y arquitectura (la Pietà de Miguel Ángel, la catedral de Notre Dame), así como la poesía, la pintura o la música”. Y concluye el párrafo: “Es la confidente espiritual de miles de millones de personas, no importa lo aisladas u olvidadas que estén”.

En fin, la famosa revista americana que no parece haberse distinguido en su larga historia por su cercanía a estos temas, cuenta con 6,5 millones de suscriptores en todo el mundo. Ahora saca su número de Diciembre con una bella imagen de María en portada.

Y yo, humilde y amorosamente, en una feliz perplejidad, aprovecho la ocasión para añadir: “Virgen poderosa, ruega por nosotros”.
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