Ahí van dos oraciones fáciles, sencillitas, más que inocentes, para empezar el día. Se explican por si mismas y sobra toda glosa. La jornada se encargará quizá de complicarnos las cosas. De momento, en la frescura de la mañana, salimos a la luz. A la Luz.
ORACIÓN DE LA MAÑANA (1)
Gracias, Señor, por el día.
Gracias, Señor, por la luz.
Y gracias por la alegría
de que no nos faltas tú.
De nuevo a nuestra tarea
vamos contigo, Señor,
para que contigo sea
el mundo un poco mejor.
Amén.
ORACIÓN DE LA MAÑANA (2)
Comienza la vida a hervir
tras las ventanas abiertas
y son cada vez más ciertas
nuestra ganas de vivir.
Por ti se pone a bullir
la mañana renacida
y en ella nos das servida
la luz con el aire puro.
Danos tu brazo seguro
para salir a la vida.
Amén.
(De Cien oraciones de la familia, Madrid, San Pablo, 1995).