Discreto y sencillo, atento, amable, humilde y acogedor. Estos eran algunos de los rasgos más significativos del P. Oriol Mª Diví, monje de Montserrat, que nació en la localidad catalana de Esplugues de Llobregat el 12 de febrero de 1924, hoy hace 100 años.

Pere (nombre de bautismo) Diví, estudió en el Seminario de Barcelona y fue ordenado presbítero de esta diócesis en 1952, durante el Congreso Eucarístico Internacional, ejerciendo su ministerio presbiteral en las localidades catalanas de Parets de Vallès y de Sant Just Desvern y en las parroquias de Sant Pacià y Sant Ramon de Penyafort de la ciudad de Barcelona. 

Pere Diví ingresó en Montserrat en 1956 e hizo la profesión como monje el año siguiente. Con un espíritu de disponibilidad y de servicio, en nuestra comunidad fue  profesor y subprefecto de la Escolanía, secretario segundo del Abad Gabriel Mª Brasó, hospedero y colaborador de la sacristía y del despacho de la basílica. 

En 1969, el P. Oriol fue enviado, juntamente con otros monjes, al Instituto Ecuménico de Tantur, una fundación que el papa Pablo VI había promovido y donde el papa Montini quería que hubiese una presencia monástica, que fuese lugar de oración y de diálogo con las otras Iglesias cristianas en la tierra donde nació Jesús. A Tantur, el P. Oriol fue el responsable de la sección de revistas de la biblioteca del centro y además, celebraba la misa y acompañaba espiritualmente a las Benedictinas del monasterio del Emmanuel, en Belén, de rito oriental, bizantino, cuando no tenían otro sacerdote. El P. Oriol celebraba la Eucaristía en francés, no en árabe o griego, pero con su estilo recogido lo supo hacer muy bien.

De vuelta a Montserrat, en 1979, el P. Oriol se cuidó de la colección de grabados de nuestra biblioteca y fue profesor de latín de los monjes en etapa de formación, entre ellos, yo mismo. Además, en 1985 fue nombrado ayudante del maestro de novicios. 

Hombre de oración sincera y profunda, el P. Oriol, siempre con una mirada dulce, acompañó pastoralmente, con delicadeza y respeto, a muchas personas que agradecían su palabra, siempre llena de sentido común y sus consejos. Su magisterio espiritual, empapado de la oración de Jesús, fue muy fecundo, tanto en laicos como en presbíteros y en monjes, a los cuales el P. Oriol acompañaba con solicitud fraterna y afecto, haciendo realidad en su vida el consejo que el papa Pablo VI dio al abad Cassià Just: “Recibid (o acoged) a todo el mundo”. 

"Su magisterio espiritual, empapado de la oración de Jesús, fue muy fecundo, haciendo realidad en su vida el consejo que el papa Pablo VI dio al abad Cassià Just: 'Recibid (o acoged) a todo el mundo'"

El P. Oriol tuvo también una actividad importante de traducción de libros de espiritualidad. Podemos subrayar su traducción de los escritos del monje ortodoxo san Silvano (o Silouan) del Monte Athos, que ha tenido una gran influencia espiritual en muchas personas.

El P. Oriol, además de ser un buen monje, fue también un excelente grabador, que trabajaba con maestría los trocos de boj. Sus numerosos ex-libris, reconocidos y valorados internacionalmente, nos muestran el trabajo silencioso, paciente y fecundo de este monje que, con sencillez y alegría, era un reflejo de la bondad y de la ternura de Dios. 

Su vida de monje, entrelazada de oración y de disponibilidad en los servicios que se le confiaban, fue una bendición de Dios para nuestra comunidad y para la Iglesia. Y su silencio, lleno del sentido de Dios, su afabilidad y su humildad, ayudaron a muchas personas que se le acercaban  a encontrar el sentido de la vida, ya que el P. Oriol Diví era un reflejo del amor del Padre, siempre acogedor y lleno de misericordia.

Hombre fiel a la oración litúrgica y a la “Lectio Divina”, el último año de su vida, el P. Oriol la pasó en la enfermería del monasterio, con una actitud de fraternidad, de gozo interior y de adoración silenciosa, hasta que falleció el 19 de marzo de 2013. 

Con motivo del centenario del nacimiento del P. Oriol Diví, se ha publicado el libro, “El P. Oriol Diví, monjo de Montserrat. 1924-2013”, a cargo de Pere Maragall Mira i Josep Lluís Albajar Rovira. El P. Oriol Diví, según uno de los autores de esta obra, Pere Maragall, “es el último gran xilógrafo contemporáneo”. Y en referencia a los grabados y exlibris (tan bellos) de este monje de Montserrat, Pere Maragall ha dicho que “el estilo del P. Oriol es siempre sencillo, claro, luminoso, como lo es su pulcra caligrafía”. Yo mismo, que en el noviciado tuve al P. Oriol en su etapa de ayudante del maestro de novicios, puedo dar fe de la belleza de su letra, que, de alguna manera, reflejaba la belleza de su alma. 

"El P. Oriol Diví, según uno de los autores de esta obra, Pere Maragall, 'es el último gran xilógrafo contemporáneo'. Y en referencia a los grabados y exlibris (tan bellos), ha dicho que 'el estilo del P. Oriol es siempre sencillo, claro, luminoso, como lo es su pulcra caligrafía'"

Con motivo del centenario del nacimiento del P. Oriol Diví, el amigo David Pagès ha entrevistado (Catalunya Cristiana, 11 de febrero de 2024), a Pere Maragall, uno de los autores del libro sobre este monje de Montserrat, donde se nos muestra la profundidad espiritual, humana y artística de P. Oriol Diví. 

De salud delicada, muchas veces, como enfermero de la comunidad, tuve que acompañar al P. Oriol a la neumóloga del Centre Hospitalari de Manresa, la Dra. Esperanza Martín, que se admiraba de la bondad, la alegría y la simplicidad de este buen monje, siempre obediente a lo que le mandaba la doctora, sin refunfuñar ni enfadarse por nada. Y es que, a pesar de que sus pulmones estaban dañados, el P. Oriol respiraba (y expiraba), paz y ternura por todos los poros de su piel.  

Solo me gustaría recordar que el talante y el carácter del P. Oriol, sencillo, humilde y amable, nos ayudó a los monjes a vivir la Regla como camino de seguimiento del Señor. Por eso, el centenario del nacimiento del P. Oriol Diví, es una ocasión propicia para dar gracias a Dios por la vida y por el ejemplo de bondad y de sencillez de este monje bueno, pequeño de estatura, sí, pero con un corazón gigante, que se mostraba en sus obras y en su generosidad. Este monje de Monserrat fue siempre un servidor fiel a la oración litúrgica y a la Lectio Divina, y además siempre estuvo disponible a todos los servicios que se le pedían y a las personas que lo necesitaban.

Creo que el P. Oriol, que ya goza de la plenitud del amor de Dios, fue feliz toda su vida porque era un monje humilde y pobre, limpio de corazón y lleno de compasión. Un monje que vivió las bienaventuranzas y fue testigo de ellas a lo largo de su vida. El P. Oriol fue un monje cercano, nada distante, con un rostro siempre sonriente, lleno de ternura y extremadamente discreto y respetuoso con todos y con una gran delicadeza y sentido del humor.