Hoy, 31 de agosto, conmemoramos el décimo aniversario de la muerte del cardenal Martini, el cardenal del diálogo, el cardenal que deseaba la reforma de la Iglesia, tal y como ahora lo está haciendo el papa Francisco.

Nacido en 1927, Martini fue un jesuita de una cultura inmensa y un biblista ilustre, que no siempre coincidió con la postura oficial del Vaticano. Nombrado arzobispo de Milán en 1979, Martini era la voz liberal y avanzada en el seno de la Iglesia, ya que representaba el espíritu de apertura y de aggiornamento del Vaticano II.

En una entrevista el 8 de agosto de 2012, el cardenal Carlo Mª Martini veía a la Iglesia “cansada en Europa y América”, con una “cultura envejecida” y con una burocracia que “aumenta”. El cardenal Martini ponía en cuestión “nuestros rituales y nuestra ropa, pomposa”, y por eso deseaba “hombres libres y cercanos a demás, como lo fueron el obispo Romero y los mártires jesuitas de El Salvador”. El cardenal Martini veía en la Iglesia “tantas cenizas encima de las brasas, que a menudo me siento impotente”.

Abierto a la reforma de la Iglesia, Martini aconsejaba “al papa y a los obispos, buscar 12 personas “de fuera”, para ocupar los lugares de dirección”, persones, decía Martini, “que estén cerca de los más pobres”.

Con libertad de espíritu, Martini, que fue creado cardenal en 1983, pedía a la Iglesia, “reconocer sus errores y seguir un proceso de cambio radical, comenzando por el papa y por los obispos”. Y es que, con valentía, Martini reconocía que la Iglesia “se ha quedado 200 años atrás”.

En su testamento espiritual, el cardenal Martini soñaba “una Iglesia que camina en la pobreza y en la humildad, que no depende de los poderes de este mundo”, en clara sintonía con lo que el papa Francisco está llevando a término en la reforma que está propiciando. El cardenal Martini soñaba también “una Iglesia joven”, aunque acababa reconociendo en su testamento espiritual, que “hoy a no tengo esos sueños”.

Con voz profética, Martini era un obispo abierto con relación a la moral sexual, las nuevas familias y los divorciados casados de nuevo. Y públicamente divergió del documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Dominus Iesus, del 6 de agosto de 2000, en tiempos del papa Juan Pablo II, por encontrarlo “teológicamente bastante denso, lleno de citas y difícil de entender”. Y es que a menudo, los gestos del cardenal Martini (como los del papa Francisco) hablaban, se entendían y llegaban más a la gente, por su claridad y sencillez, que muchos documentos de la jerarquía.

El 30 de agosto de 2013, el papa Francisco, cuando recibió a los miembros de la fundación cardenal Carlo Mª Martini, resaltó “la paternidad espiritual que supuso la figura de Martini para la Iglesia”. El papa Francisco recordaba que en Argentina “leíamos lo que nos llegaba de él” (que era jesuita como Bergoglio) y como “hacíamos los ejercicios con sus textos”. Para el papa Francisco, que de alguna manera está continuando en la Iglesia el espíritu reformador y renovador de Martini, el cardenal de Milán “nos ha dado vida y nos ha ayudado en nuestra vida espiritual”.

Con la muerte, en 1978, de los papas Pablo VI y Juan Pablo I, Carlo Mª Martini, con 51 años, aún no era ni cardenal ni obispo y por eso, según los vaticanistas, no pudo ser elegido nuevo obispo de Roma. Después, con el largo pontificado de Juan Pablo II (que lo creó cardenal en 1983), Martini se quedó en Milán. Y en 2005, en el conclave que eligió a Ratzinger como papa, Martini ya tenía 78 años y por eso el Martini “rosso”, por el color de los cardenales, no pudo convertirse en Martini “bianco”, con el blanco, el color de los papas.

"Maris Martini, hermana del cardenal Carlo Mª Martini, afirmaba que su hermano “no quiso nunca ser papa”. Al cardenal Martini, decía su hermana, “no le gustaba el Vaticano. Se sentía asfixiado. Las ceremonias lo aburrían y las formalidades le molestaban”

Como dijo el papa Benedicto XVI en la muerte del cardenal de Milán, Carlo Mª Martini fue “un pastor generoso y fiel, un hombre de diálogo y de caridad”.

En una entrevista reciente en el diario italiano, “Corriere de la Sera” (Religión Digital, 16 de agosto de 2022), Maris Martini, hermana del cardenal Carlo Mª Martini, afirmaba que su hermano “no quiso nunca ser papa”. Al cardenal Martini, decía su hermana, “no le gustaba el Vaticano. Se sentía asfixiado. Las ceremonias lo aburrían y las formalidades le molestaban”. Maris Martini decía también que su hermano “no sentía la misma sintonía con Juan Pablo II que con Pablo VI”.

El cardenal Martini, un hombre clarividente y sencillo, vivió toda la su vida para servir al Evangelio. Gastó su vida para anunciar la Buena Nueva del Reino y para abrir nuevos horizontes de aggiornamento y de renovación en el seno de la Iglesia. Martini fue grande por su sencillez y por su apuesta para desarrollar (y no congelar) el Vaticano II.

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME